La casa de los horrores
CONCHA CASAS
Miércoles, 23 de julio 2008, 04:36
JANE Eyre fue una de las heroínas favoritas de mi adolescencia. Curiosamente muchos de los personajes que entonces me cautivaban, ella o cualquiera de los ... muchos de Charles Dickens, vivieron su infancia en oscuros y tétricos orfanatos donde el mal trato era tan habitual como la falta de higiene o la crueldad de aquellos cuidadores-carceleros.
Todavía puedo recordar el pavor que me producía imaginarme sus rostros en los que la maldad que albergaban sus almas era tan intensa que parecía salírseles por los ojos.
Durante algún tiempo, aquél en que nuestro país vivió en un eterno gris carente de la alegría que aporta la tonalidad del color, siguieron existiendo instituciones terribles donde recluían a todo aquel que se salía de la norma diagnosticándolos de algún tipo de perturbación mental. Los métodos que allí se empleaban eran tan siniestros o más que los que se describían en cualquiera de los libros de ficción arriba señalados.
Pero afortunadamente volvió el color y el gris ceniciento del horror desapareció, o eso pensaba hasta que hace no mucho saltó a la prensa la noticia de la fuga de las cinco chicas del centro de internamiento de Hornachuelos. Por diferentes fuentes seguí la noticia.
Las niñas denunciaron malos tratos al fugarse y ante el miedo a que las devolvieran al mismo sitio (como así ocurrió después) se escaparon.
Cuatro fueron internadas de nuevo, tal y como temían, en el lugar donde supuestamente habían recibido el maltrato y acompañadas por el director del centro 'retiraron' las denuncias. A ninguna se le aplicó el protocolo de medidas cautelares cuando existe riesgo de un trato indebido, máxime cuando ese centro fue denunciado por el defensor del pueblo en el 2007 por tener cubículos de aislamiento donde un menor no cabe tumbado y donde puede pasar hasta 7 días incomunicado.
No conozco el centro ni a quienes lo llevan, pero es evidente que cuando existe aunque sea la más mínima sospecha de que pueden estarse cometiendo actos como los que las menores han denunciado, debería ser un imperativo por parte de las autoridades preservar a las supuestas víctimas hasta que se aclaren los hechos y no devolverlas al lugar que para ellas debe ser lo más parecido a aquellas terribles casas de los horrores de las que hablaba al principio.
La quinta niña afortunadamente ha encontrado la protección de Prodeni, esperemos que desde esa institución se haga cumplir la justicia que en principio se les ha negado.
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