Su atraco, gracias

A las ocho de la tarde, el concejal estaba con su «compadre» tomándose «un café» en la barra de 'El trébol', una conocida cafetería con sala de juego de la calle Cuevas y pidió cambio de diez euros al camarero para sacar tabaco de la máquina. Hasta ahí, tan normal. El único camarero de la sala abandonó en ese momento la barra de la cafetería por lo que el concejal, al creer que se había dejado la máquina de tabaco cerrada, optó por servirse él mismo y pulsar el mando a distancia que se encontraba dentro sin saber que, en realidad, estaba activando la alarma silenciosa antiatracos del local.

Sin apenas tiempo para que el camarero volviera a la barra, advirtiera el error y pronunciara un «¿no veas la que se va a liar!» llevándose las manos a la cabeza, la Policía Nacional comenzó a rodear la cafetería. Y es que, para mayor entuerto, el dueño de la cafetería, que tenía que dar la clave a la empresa de seguridad según marca el protocolo en estos casos, no estaba dentro del local y no sabía si ocurría algo, por lo que la empresa alertó directamente a la Policía.

En cuestión de segundos tenían un auténtico dispositivo antiatracos montado en la puerta. Sirenas, coches de la secreta, patrullas de seguridad ciudadana cubriendo todas las salidas y, según cuentan los testigos, hasta clientes tirados al suelo. «Desde luego la Policía Nacional en Motril funciona, la efectividad es impresionante», valoraba el concejal.

Impresionados

El resto de los clientes se quedaron de piedra, sin saber por dónde y para qué venía tanta policía que cuando va armada siempre impresiona. El rápido y completo despliegue de la Policía no es de extrañar si se tiene en cuenta la experiencia de atracos anteriores que mantiene a los agentes siempre en vilo y dispuestos a desplegar 'toda la artillería'. En la Comisaría de Motril tienen todas las alarmas activadas tras la dramática experiencia del pasado año, cuando dos atracadores profesionales atemorizaron a los clientes de una entidad bancaria y provocaron siete heridos de bala y más aún cuando el pasado mes de abril, sin ir más lejos, sí que se produjo un atraco, esta vez por desgracia de los de verdad, en una sala de juegos, donde los asaltantes se llevaron 24.000 euros a punta de pistola. La alarma duró apenas minutos, ya que los propietarios de la sala enseguida comunicaron a la Policía que era una falsa alarma. Escámez ya puede añadir una anécdota más a su currículum.

Él, que es positivo, se queda con que todos los días se aprende algo: En los salones de juego las máquinas de tabaco no tienen mandos a distancia de seguridad porque los menores tienen directamente prohibida la entrada.