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Ilustración: Iván Bravo

Cómo la i griega derrotó a la elle

El yeísmo, que hace décadas se consideraba un feo vicio de pronunciación, es hoy generalizado: «Es complicado encontrar en España hablantes que distingan los dos sonidos»

Sábado, 27 de marzo 2021, 00:04

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El hombre de la camisa a rayas dejó el cayado en el suelo y, callado como siempre, se sentó en el poyo para echar pan ... rallado al pollo. Esta frase, aparte de ser un arranque un poco extravagante para un reportaje, se basta solita para dividir a los españoles en dos grupos. Si la leemos en voz alta, unos pronunciarán de manera diferenciada esa pequeña avalancha de 'elles' e 'i griegas' que se les ha venido encima, mientras que otros igualaremos el cayado y el callado, el rallar y el rayar, el pollo y el poyo, y en muchos casos ni siquiera seremos capaces de apreciar la distinción que hacen los del otro bando, tan clara a sus oídos. El yeísmo, la pronunciación de la elle como i griega, está tan extendido en nuestro país que algunos ni siquiera sabrán ya que, tradicionalmente, correspondían a fonemas distintos (palatal lateral sonoro en el caso de la elle y palatal central sonoro en el caso de la i griega). Sí lo tendrán presente, desde la impotencia, todos esos yeístas que en la infancia sufrieron los esfuerzos inútiles de un padre o un maestro distinguidor y escucharon hasta la extenuación lo de «pollo y poyo», a la vez que se preguntaban quién diablos sigue llamando 'poyo' a un banco.

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