... Y las vacaciones acabaron con lo nuestro. Por qué las broncas de pareja arrecian en verano (y cómo evitarlo)
La experta Lara Ferreiro indica que «las vacaciones son una prueba de fuego ara el amor»
Llegan las vacaciones, ese momento largamente acariciado durante todo el año. Y enseguida comprobamos con horror que lo que se suponía que iba a ser ... un balón de oxígeno es en realidad una bomba de hidrógeno a punto de estallar. ¿El motivo? Las broncas con la pareja. A veces hasta nos quedamos estupefactos al comprobar cómo nuestros supuestos días de descanso y paz van mutando en una sucesión de broncas por casi todo (las maletas, los críos, la familia –sobre todo, la política–, la organización de las nuevas rutinas, los planes del día y, al final, hasta el color de la toalla de playa). ¿Es esto normal? Es lo que nos preguntamos todos... ¡Si hemos pasado el año quejándonos de no tener tiempo para estar con la pareja y mimar la relación!
Pues normal quizá no sea, pero sí muy común. Lara Ferreiro, psicóloga, empieza dando datos: «El 55% de las rupturas se producen en julio, agosto y septiembre. Y un tercio de las infidelidades tienen lugar en verano. Es decir, llega septiembre... y se convierte en el mes de los divorcios». Solo en ese mes se producen casi un 40% más que el resto del año (enero, tras las navidades, va en segundo lugar) y la mayoría son de parejas con hijos... ¿Qué diablos pasa en vacaciones para que todo estalle y para que se llegue a estas cifras escalofriantes? «Pues que las vacaciones son un campo de batalla emocional, una prueba de fuego para el amor.Paradójicamente, al bajar el ritmo frenético del año salen los problemas que arrastramos y que teníamos metidos debajo de la alfombra.Ocurre porque durante el año las parejas funcionan en 'modo logístico' (llevar niños al cole, trabajo, la compra...) y muchas veces, turnándose, y eso les evita verse mucho y hablar de lo profundo.Pero, cuando esa estructura desaparece, brota lo pendiente, los temas no resueltos».
La autora de 'Ni un capullo más' (ed. Grijalbo) añade que en vacaciones, al tener más tiempo, muchas personas piensan hacia dónde va su vida y quizá se planteen si quieren estar realmente con la pareja que tienen al lado. Y, si resulta que están venga a discutir..., es un polvorín. Estos son los motivos habituales por los que hay roces que pasan a dramas, según la psicóloga, que nos cuenta además cómo minimizarlos.
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1
Expectativas muy altas
Creemos que las vacaciones van a ser un momento perfecto y soñamos con ellas todo el año. Y esto no es del todo bueno, porque después el choque con la realidad nos desequilibra y tendemos a frustrarnos y echar culpas al otro.
La experta dice: «La romantización de las vacaciones es muy dañina. Creemos que va a haber más pasión, más sexo... y resulta que no. Hay hasta menos y, encima, se discute con la pareja tres veces más que el resto del año. Para evitarlo, antes de las vacaciones es necesario hablar y planificar y, por ejemplo, agendar 'horas rosas' para la pareja; es decir, tiempo para estar solos, ir a cenar... Con algo de organización, se puede. Luego, es muy importante habilitar días o franjas de tiempo flexibles para toda la familia, no hay que sobrecargarse de obligaciones. Los chavales se estresan y se quejan y eso es lío seguro».
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2
La convivencia intensiva
Durante el año pasamos poco tiempo en pareja. Y cuando de repente los dos miembros están de vacaciones las 24 horas juntos, siete días a la semana..., el cambio hace que todo se tambalee. Nos damos cuenta de las incompatibilidades, de que cada cual va a un ritmo distinto, de que las prioridades no coinciden... En resumen, bronca va, bronca viene.
La experta dice: «Es mejor hacerse antes a la idea de que va a haber mucho tiempo en común. Y reservar tiempo para uno mismo: para estar solo, leer, dar un paseo, tomar un café, ir a correr... Muchas discusiones vienen por ese lado: estamos de vacaciones y sentimos que se nos escapan sin haber tenido ni una hora para nosotros mismos».
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3
Falta de organización
Con quién viajar, cuánto gastar, cómo planificar el día... Uff, son muchas decisiones en el aire que se traducen en discusiones, discusiones...
La experta dice: «No se puede llevar todo atado y hay que ser flexible, pero conviene haber negociado unos mínimos. Y, si implicamos a los hijos en la medida de lo posible, mucho mejor, ya que habrá menos resistencia después. Una vez en el destino, no es el momento».
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4
Estrés térmico
Suena a la culpa fue del chachachá. Pero, sí, el calor produce estrés y nos pone de mal humor. Entonces viene la saturación y contestas peor a la pareja.
La experta dice: «Nunca te pongas a discutir si tienes calor, hambre o sueño, porque la cosa va a acabar fatal. Espera».
Mejor pedir tiempo muerto... y esperar a septiembre
Llega septiembre y los expertos en terapia de pareja, como Lara Ferreiro, están desbordados de trabajo porque «nos traen unos cadáveres de relaciones que no las resucita ni la virgen de Lourdes». Este nivel de desencuentro con el que se topan los profesionales se debe «a la falta de conversaciones realistas antes del verano».Referentes, a menudo, a la gestión de los hijos y de la familia política, que empeoran cualquier brecha. «Para esto es fundamental haber llegado antes a acuerdos del tipo 'si tu madre me critica, tú me defiendes' o 'no tenemos que contradecirnos con las cosas de los críos», indica. Pero quizá el consejo mágico sea este: si la cosa se pone fea, hay que apresurarse a establecer una tregua. Es decir, un 'break' mental del tipo 'ya abordamos esto a la vuelta'. Así también baja la espuma y quizá ya de regreso no lo veamos todo tan negro. O sí. Pero ya habremos disfrutado de las vacaciones, que son muy necesarias.
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