Que el Almería está viviendo un momento dulce, bonito, agradable, inolvidable en el que valen miles de adjetivos más, es un hecho. Que ese estado ... de cosas depende mucho del trabajo diario, también. Y que la suerte ha tenido su influencia, especialmente en los dos últimos partidos, es otra verdad como un puño. Sea como fuere, la UDA está viviendo un otoño muy dulce y, como el tiempo no puede moverse a voluntad ni hacia atrás ni hacia delante, pues toca disfrutar del momento sin mirar más allá y dejando la calculadora desconectada.
No hay que ser cautos, ni modestos, ni previsores a la hora de pasarlo bien. El momento es hoy y los números dictan que la UDA es el mejor en prácticamente todo. Y como eso no es precisamente algo normal, pues brindemos por ello mientras dure.
A nadie escapa que este estado de bienestar es sólo temporal. Que después del otoño llegará el invierno, con su frío húmedo, y más tarde la primavera, llena de alergias. Y que la Unión Deportiva Almería enfermará, tendrá recaídas, perderá el liderato, incluso las plazas de ascenso, o no, pero que lo que lleva recorrido y metido en su zurrón ya nadie se lo va a quitar. Y como es ahora cuando los de Rubi están recogiendo una buena cosecha para aguantar el duro invierno, pues es ahora cuando tenemos que disfrutar, reír y celebrar sin miedo a perderlo todo. De hecho, en los años anteriores celebramos y al final perdimos, pero lo vivido, vivido está. En todo caso este equipo, por su trabajo colectivo e implicación, no parece que vaya a dejar escapar su botín sin batallar.
Tampoco podemos olvidar aquello de que el halago debilita. Y no podemos olvidarlo porque es muy cierto. Ver a la UDA ahí arriba genera al mismo tiempo placer y temor. El miedo a perder ese estatus provoca que la felicidad nunca sea completa y que veamos amenazas por todas partes, precisamente por la debilidad y fragilidad del momento vivido. Sin ir más lejos, la pasada jornada, la del éxtasis momentáneo tras la victoria en Gijón, vino seguida de una victoria igual del Eibar en Oviedo. Y eso, que entra dentro de la lógica más aplastante, nos amargó un poco, sólo un poco, ese estado flotante que nos mantiene un palmo por encima del suelo.
Es tiempo de gozar más y de analizar menos. La fiesta que estamos viviendo tiene algo de irracional, como todas las fiestas. Porque la teoría de la razón pura nos dicta que la UDA está tocada por la diosa Fortuna y eso sabemos que no es un don sino un estado temporal, casual y pasajero. Pero, repito, que está sucediendo ahora. Ahora mismo. Estos días. Y el que no lo disfrute abiertamente, pues eso que se pierde.
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