Sin que suene arrogante, los almerienses somos de Primera. Ahora también en fútbol. Pero esta provincia ya ha subido en todos los campos de forma ... imparable. Nuestra agricultura juega y gana cada día en la Liga de Campeones. Las empresas almerienses no tienen fronteras. Cosentino fue la primera firma española presente en la Superbowl de Estados Unidos. La marca Almería es líder en turismo por sus playas, su encanto natural, esa luz mágica y una gastronomía inigualable. Sin olvidar la cultura, con aclamados festivales de cine y teatro o la editorial que más libros publica en Europa.
El fútbol completa un álbum al que solo le falta un cromo: las comunicaciones. En eso seguimos siendo de Tercera División. Un agravio que ya dura demasiado porque en esta tierra fallamos cuando no se juega en equipo. Para defender lo nuestro esa unión es imprescindible. El ejemplo vale para el ascenso de la UD Almería. No se asciende solo con una buena plantilla. Es un vestuario unido el que resiste los malos momentos de un camino tan largo.
Y una afición noble la que ofrece el necesario empuje anímico. Tan generosa que perdona cuando el club la deja sin recibimiento o vende entradas sin premiar a los más fieles. El masivo desplazamiento a Leganés después del 'Alcorconazo' refleja una implicación a prueba de desencantos. Es tarea de los dirigentes cuidar y potenciar esa marea roja y blanca.
La toma de decisiones deportivas es el último eslabón. Y a diferencia de los años anteriores, marcados por los errores y la impaciencia, esta vez la prudencia ha tenido premio. Los ceses de técnicos empeoraron el problema. Rubi ha gozado de esa confianza y ha sabido terminar el trabajo. Con momentos de duda en la carrera y con el empujón decisivo de un colega almeriense como Fran Fernández para cruzar la línea de meta. Pero nadie te regala ser campeón ni el récord de puntos.
No puedo evitar echar de menos mayor presencia almeriense. El joven Robles es el único exponente de una cantera que ha dado grandes peloteros. Imposible no acordarse de Ortiz (un símbolo que merece un homenaje), Francisco, Rojas, Maxi, Camacho... O de los que triunfaron fuera Antonio Biosca, Diego Capel, Nino, Salva Sevilla... La base de un club debe estar en casa. Que los niños que van orgullosos con su camiseta rojiblanca se vean reflejados en ídolos que los representan porque el fútbol, incluso el de las SAD y los inversores, siempre será un sentimiento. Que no se puede comprar. Y hay que respetar...
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