El fútbol nos ha vuelto a demostrar que «cuando nada está hecho, todo es posible». Esta frase la dijo Rubi hace dos semanas y me ... la apropié con su permiso, ya que me pareció una de las más sensatas afirmaciones que recientemente había escuchado.
El mundo del deporte nos tiene acostumbrados a episodios imprevisibles y desenlaces inesperados cuando todo se trata de que un balón entre o no en una portería. Lo acontecido en el estadio de los Juegos Mediterráneos durante el enfrentamiento UD Almería-AD Alcorcón (1-1), con un ambiente de gala esperando el feliz acontecimiento, solo es un capítulo más de las muchas experiencias y aprendizajes que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida y que nos recuerda, con absoluta crudeza, que nada debemos dar por hecho con antelación a riesgo de un mayor grado de frustración.
La esencia del fútbol es competir para ganar, por lo tanto no cabía esperar que el Alcorcón de Fran Fernández, el mismo entrenador que hace cuatro temporadas salvara del abismo del descenso a la UD Almería apelando al orgullo, al amor propio y a la entrega de sus futbolistas, no pretendiera afrontar este partido del mismo modo más allá de cualquier otra motivación que tuvieran sus jugadores. Una de ellas pudo ser, como Fran Fernández aseveró en la sala de prensa, que «se hablaba demasiado de la celebración, de la fiesta y enfrente había un equipo que estábamos compitiendo bastante bien». De hecho había ganado 0-3 en La Romareda.
Ha sido el partido más discreto de la UDA tras la reciente y espléndida secuencia de victorias. El entramado táctico del rival, el nerviosismo, las imprecisiones e incluso bloqueo mental. Se acusó el peso de la responsabilidad y la trascendencia de un encuentro en el que no encontró su ritmo de juego debido a las constantes interrupciones que el colegiado no supo evitar.
Todos sabemos que la Liga SmartBank es una categoría tremendamente complicada en la que cualquier equipo puede ganar o, en este caso, aguarnos la fiesta. Nadie regala absolutamente nada. Y ese es el enorme mérito del equipo de Rubi, que debemos poner en valor. 24 victorias. El que más. Se merece el ascenso a Primera División. Su trayectoria es el epítome de una temporada, muy vistosa al principio, más efectiva después, sin mayor mácula anterior que la provocada por el covid en enero. El empate in extremis de Arnau Puigmal nos sigue manteniendo en un lugar de privilegio, ya que la UD Almería continúa dependiendo de sí mismo para culminar el objetivo.
Es normal que el ánimo haya decaído tras la decepción sufrida, pero volveremos a animarnos y a soñar con esa victoria en Leganés que definitivamente nos aúpe de categoría. Al menos, para mí no cambia nada. Sigo con la misma ilusión, confiado y esperanzado, porque tenemos un gran entrenador y unos magníficos futbolistas que, cuando tienen los cinco sentidos puestos en el rectángulo de juego, los cinco, son capaces de ganar a cualquiera. Seguimos a una victoria de Primera. Incluso nos valdría un punto en Butarque siempre y cuando, para evitar el triple empate a 81 puntos que nos dejaría fuera de la ecuación, el Eibar no empatara en Santo Domingo ante un Alcorcón que, igual que en Almería, también jugará para ganar.
Recuerden que todo lo que tiene valor cuesta conseguirlo, pero cuando se alcanza ese objetivo tan añorado la satisfacción es inmensamente mayor.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión