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Ante la ausencia de Luis Javier Suárez –voló ayer hacia Colombia–, Rubi se enfrenta al desafío de reconfigurar el frente ofensivo de la UD Almería sin su principal referente goleador. Lejos de suponer una pérdida irreparable, esta situación puede abrir nuevas posibilidades tácticas que permitan diversificar el ataque y encontrar soluciones colectivas más ricas. Rubi, como técnico de mentalidad versátil, tiene varias cartas en la baraja para mantener la competitividad ofensiva del equipo sin traicionar su idea de juego, caracterizada por el dinamismo, la intensidad y el protagonismo con balón. En ese sentido, existen tres grandes enfoques que el entrenador puede valorar, cada uno con implicaciones distintas en el sistema, el perfil de los futbolistas utilizados y los mecanismos ofensivos.
La baja del cafetero supone una 'puñalada trapera'. No porque Luis Javier Suárez haya marcado 27 goles y que sus goles van a faltar en la primera eliminatoria del playoff –que son los dos únicos partidos que está garantizado se vayan a jugar–, sino porque su presencia supone ventajas para el resto de jugadores de ataque por esa especial atención a un jugador que, sin estar bien, es una amenaza. El rojiblanco ha estado partidos sin marcar en la mitad de la competición, pero en la otra mitad ha contribuido a sumar 46 puntos con sus goles.
Opciones
La primera opción pasa por mantener un esquema similar al habitual, con un delantero centro como referencia, pero apostando por un perfil distinto al del cafetero. En lugar de un nueve rematador, potente y de ruptura, Rubi podría optar por un delantero más asociativo, con movilidad entre líneas, capaz de caer a bandas o conectar en corto con los centrocampistas. Este tipo de delantero, que tiende más al apoyo que al desmarque vertical, puede encajar bien en un 1-4-3-3 o incluso en un 1-4-2-3-1, rodeado por extremos veloces que estiren el campo y generen espacios para sus movimientos. En este contexto, la clave no sería la presencia física en el área, sino la capacidad de arrastrar marcas, enlazar jugadas y facilitar la aparición de compañeros en posiciones de remate. Jugadores como Álex Pozo o Arnau Puigmal, con llegada desde el costado, o futbolistas polivalentes pueden beneficiarse de este enfoque, explotando su velocidad y capacidad para atacar espacios en diagonal. La figura del delantero dejaría de ser un simple rematador para convertirse en un generador de ventajas, abriendo líneas de pase y desorganizando la zaga rival a través del movimiento constante.
Otra vía posible sería una modificación más profunda del dibujo táctico, prescindiendo del arquetipo de delantero puro y dando entrada a un sistema de doble punta o incluso de falso nueve. En este escenario, Rubi podría recurrir a un 1-4-4-2 con dos atacantes complementarios, uno más fijo y otro más libre, que retroceda a recibir entre líneas y actúe como nexo con el mediocampo. También cabe la posibilidad de un 1-4-4-1-1 en el que el segundo punta –ya sea Sergio Arribas o un interior reconvertido– asuma funciones de creación y dinamismo.
Este tipo de disposición tiende a generar mayor imprevisibilidad en ataque, ya que los defensas rivales pierden referencias fijas y los espacios aparecen como producto de la movilidad y los intercambios posicionales. En lugar de esperar centros o balones filtrados para un único delantero, el juego ofensivo se convierte en una sinfonía de movimientos cruzados, desmarques cortos y asociaciones rápidas. Además, al tener dos puntas, la presión tras pérdida puede ejecutarse con mayor eficacia en campo contrario, lo que encaja con la filosofía de un equipo que busca recuperar arriba y castigar rápido al rival –lo ha hecho este año–.
Una tercera alternativa contempla desplazar el foco de la ofensiva hacia la mediapunta o la línea de tres cuartos. En vez de buscar el gol desde una referencia clara en el área, el Almería podría apostar por una construcción más coral, en la que el protagonismo recaiga en un enganche creativo capaz de liderar la circulación ofensiva. En un esquema como el 1-4-2-3-1 o el 1-4-3-1-2, esta figura se convierte en el eje del ataque, con libertad para recibir, girar y filtrar balones al espacio. Jugadores como Arribas, con buen pie y visión de juego, pueden asumir esa responsabilidad, apoyados por interiores con llegada como Nico Melamed, Arnau Puigmal, si Pozo aparece por el lateral. En este modelo, la ausencia del nueve clásico se suple con una mayor actividad ofensiva desde segunda línea, aprovechando las incorporaciones al área de los mediocampistas, los laterales y los extremos interiores. La capacidad para el disparo desde media distancia también cobra más valor en este tipo de estructura, así como el juego en corto, las combinaciones en el borde del área y las paredes rápidas. Se trata de un planteamiento más elaborado y dependiente del control del juego, ideal para partidos en los que el Almería quiera asumir el protagonismo del balón.
Balón parado y transiciones
Más allá del modelo ofensivo que Rubi decida implementar, será esencial compensar la pérdida de un rematador nato como Luis Suárez con otros recursos estratégicos. En este contexto, el balón parado cobra una relevancia capital. La explotación de córners, faltas laterales o saques de banda largos puede ofrecer una vía alternativa al gol, sobre todo si se dispone de centrales con poderío aéreo como Édgar, Radovanović o incluso Chumi. Igualmente, las transiciones rápidas pueden convertirse en un arma fundamental, sobre todo en escenarios de repliegue y contragolpe. Jugadores verticales como Melamed o Leo Baptistão pueden ser decisivos en estas situaciones, siempre que haya fluidez en la recuperación y precisión en el primer pase.
Una de las claves más importantes será la redistribución de la responsabilidad anotadora. Sin Suárez, el equipo no puede permitirse esperar que un solo jugador asuma todo el peso del gol. El desafío pasa por construir un ataque más colectivo, donde el gol pueda llegar desde distintos frentes: extremos, interiores, mediapuntas, e incluso defensores en jugadas de estrategia. Rubi tendrá que equilibrar esta nueva estructura con una atención especial a la solidez defensiva, para no desequilibrar al equipo en su afán ofensivo. La capacidad del técnico para adaptar su pizarra, motivar a sus jugadores y exprimir sus cualidades será determinante para que el Almería mantenga su competitividad sin depender de una única figura.
En definitiva, la ausencia de Luis Suárez no sólo plantea un problema, sino también una oportunidad para evolucionar en el juego. Rubi puede elegir entre mantener una figura de delantero centro más asociativo, transformar el esquema hacia un doble punta o falso nueve, o reforzar el protagonismo del mediapunta con llegadas desde segunda línea. La elección dependerá del contexto, del rival, de las sensaciones del vestuario y de la lectura que el entrenador haga de cada partido. Lo importante será que el equipo no pierda su identidad ni su eficacia, y que sepa reinventarse para seguir compitiendo al máximo nivel en un tramo clave de la temporada.
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