Yo no sé la cantidad de veces que he tenido que contestar a esta pregunta en las últimas tres semanas. Desde que el Almería amplió ... la ventaja a unos 4 partidos con el playoff de ascenso, todo el mundo parece estar entusiasmado en hacer un análisis del nivel de confianza que hay en el equipo. La respuesta, con leves matices, suele llevar incluida una contra pregunta… ¿ha terminado ya la Liga?
Es verdad que, en la conciencia colectiva, hay una sensación de que este año sí se logrará el objetivo, y que estamos asistiendo a la construcción del tercer ascenso a Primera en un periodo de 15 años. Eso es absolutamente real. Pero mientras fuera de Almería se nos pretende dar ya por ascendidos, nada más entrar en la provincia por Puerto Lumbreras, o justamente al llegar a Guainos, la agradable tranquilidad de ver pasar las jornadas nos mantiene en un orgulloso relax. 13 victorias en 17 partidos, 30¡3 goles anotados y 12 encajados, mantener la portería a 0 durante los últimos 385 minutos, para completar con el detalle (léase récord igualado) de 7 victorias consecutivas, son los números que traducen a la clasificación lo que estamos viendo, cada semana, desde que el 16 de agosto se inició el campeonato.
Pero lo importante, lo que verdaderamente está poniendo en los corazones de los aficionados de la UDAlmería la ilusión de un objetivo viable, es la gran cantidad de recursos ofrecidos por el equipo. Y no me refiero solo al fondo de armario, sino más bien a la camaleónica virtud de adaptarse a distintas situaciones dentro, incluso, de un mismo partido, como el sábado, que fue incluso capaz de remontar, algo que no se hacía desde la temporada 2019/20. Rubi ha conseguido que su equipo sea heterogéneo, capaz de manejar con virtuosismo y destruir con contundencia.
En esta racha actual, y salvo el choque en Miranda donde el resultado y el juego fueron rotundamente brillantes, la otra manita de victorias han llegado bajo la premisa del 'know how'. Esta es una de las principales claves para el éxito empresarial y el técnico catalán ha sabido inculcarla en su plantilla.
Los partidos se ganan por el marcador, al marcador se llega con el juego, el juego debe adaptarse a las circunstancias y los jugadores deben administrar sus emociones para cumplir sus funciones en el terreno de juego. Minimizar el análisis solo al marcador es una simplificación pueril, únicamente comparable a reducir el análisis simplemente al juego.
Una de las pruebas más claras del inmenso nivel competitivo del Almería, estuvo en el choque jugado ante el Burgos. Con un gol tan tempranero, era innecesario realizar ni una sola acción de riesgo cuando el rival no tenía intención alguna de quitarse la armadura, y ese gesto de madurez tiene el peaje de afear el partido para visualizadores superficiales.
Por el contrario, los partidos de Leganés, Sporting, o el propio Ibiza nos mostraron la imagen de un equipo que sabe qué hacer, como hacerlo y cuando hacerlo. Hacer un buen partido no es vapulear al rival en juego y goles; eso a veces se consigue. Hacer un buen partido es cumplir los objetivos de la manera más fiel al plan previsto, sabiendo adaptarse a los distintos escenarios. Ahí, la UD Almería está demostrando ser todo un líder, como también sucedió en el partido frente un gran Valladolid.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión