Sin plomo

Y el destino quiso cuadrar hasta la hora de realizar la partida. Cuatro en punto de la tarde, como las horas de las grandes faenas de la Real Maestranza de Caballería. Llevaba medio depósito en el tanque del coche y decidí no correr riesgos; mientras la tendencia nos reta a salir de nuestra zona de confort, yo, en cambio, adoro estar en ella.

Me detengo en la gasolinera que hay en la carretera de Sierra Alhamilla. No quiero sorpresas. Amarrateguismo en estado puro. Y, de repente, quince litros de combustible 'sin plomo' en un coche con motor diésel. Y de repente, yo siempre tan seguro y yo siempre tan cauto y yo siempre tan cronometrado, caigo en el error fatal. La de veces que me han contado esta anécdota y la de veces que yo he pensado aquello de «hay que ser imbécil para echar gasolina en vez de gasoil».

Imagínense el estropicio, el caos y el inconveniente que produjo este accidente inesperado, fruto, sin lugar a dudas, de una mala tarde. Porque las malas tardes te asaltan por sorpresa. Son repentinas. Traicioneras. Del OK al KO hay un baile minúsculo de dos letras. Las malas tardes no se pueden prever. Te zarandean y punto. O cero puntos, como ante la Real Sociedad en el partido del pasado domingo.

La Unión Deportiva Almería también cargó sin plomo y pagó las consecuencias. A veces pasa, aunque te empeñes en pensar que a ti no te va a pasar. Y de hecho, la próxima vez que pares en la gasolinera te asaltará la duda. Ya lo verás.