El Mallorca, de la euforia a la angustia

Efectivamente, dio mucho que hablar, también, con la magnífica Copa del Rey que realizó, alcanzando la final frente al Athletic Club y vendiendo muy cara su derrota, hincando la rodilla sólo en la tanda de penaltis. De aquel partido destacó, de forma llamativa, la labor del portugués Samú Costa.

Y, finalmente, también está dando de qué hablar en el tramo final de la competición liguera toda vez que, por su caída en barrena, está de lleno en la lucha por la permanencia cuando parecía que las tres plazas de descenso estaban adjudicadas a tres equipos andaluces. La casualidad ha querido que la UDA, su próximo rival, también se enfrente en la última jornada al Cádiz, rival directo, convirtiendo a los de Pepe Mel en uno de los jueces por el descenso.

Sistema de juego

El mejicano Javier Aguirre es el técnico bermellón que ya ha pasado a la historia mallorquina. Este entrenador ha sido y es garantía de intensidad y personalidad. Además de conocimiento extenso del fútbol que se practica en LaLiga. Su dibujo de partida suele ser un 1-5-4-1, con defensas centrales potentes donde destaca Raíllo. Y es que la fortaleza defensiva está siendo, en los últimos años y especialmente con Aguirre, un punto de partida para todo lo demás. Conceder pocas ocasiones de gol al rival es una máxima. Rentabilizar las que puedan llegar a favor es el complemento perfecto para llevar a cabo el plan de juego del mexicano. La guinda al pastel defensivo la encuentran en la portería, con un Rajkovic que es, probablemente, el mejor del equipo en lo que ha transcurrido de temporada.

El Mallorca se caracteriza por tener paciencia. Espera a ver cómo reacciona el rival y en base a ello decide si jugar a la contra o hacerse con la pelota. La confianza en el talento de Sergi Darder, tanto del técnico como de sus compañeros o de la afición, hacen el resto. Aunque el ex del Espanyol no está este año al nivel del pasado, pese al descenso de los periquitos.

Quizás la zona más destacada del Mallorca es la medular. Los hombres del centro del campo, hasta cuatro aunque en ocasiones se reducen a tres para meter un segundo delantero, suelen situarse en línea y no de forma escalonada para, junto a los tres centrales puros de la defensa y los dos laterales carrileros en labores defensivas, construir un muro para el rival. El contragolpe como plan para este sistema está especialmente trabajado como primera opción. Aunque no renuncian a la posesión del balón en cuyo caso los centrocampistas suelen dibujar un rombo en el que los laterales se incorporan al ataque.

La salvación es el objetivo prioritario y ante la UDA lo pueden certificar. Saben que los de Pepe Mel tienen lagunas por muchas partes, pero también que sus mayores éxitos esta temporada, sus dos únicas victorias, las ha conseguido fuera de casa y, precisamente, en este tramo final de competición.