El error de castigar la fidelidad
El remate. ·
La UD Almería ha confundido fidelidad con asistencia y castiga con euros lo que debería cuidarse con respetoHay decisiones que buscan premiar la lealtad. Otras, por más que intenten disfrazarse de justicia, acaban convirtiéndose en castigos encubiertos. La UDA opta por penalizar ... con un incremento en el precio del abono a quienes no asistieron al menos al 80% de los partidos del pasado. Lo ha hecho sin matices, sin excepciones, sin una mirada empática hacia la grada. Y esa medida, lejos de fomentar el compromiso, corre el riesgo de dinamitarlo porque no es sólo una cuestión de números. No es un Excel lo que define a un aficionado. Un carné no mide la pasión con porcentajes. Y, sin embargo, se ha trazado una línea fría y arbitraria entre quienes merecen el abono 'bonificado' y quienes, por lo que sea, no alcanzaron esa cifra. Sin detenerse a pensar en los porqués, sin atender al contexto, sin humanidad.
Quienes no llegaron al 80% no necesariamente son menos fieles. Hay quienes tienen trabajos con turnos rotatorios. Quienes viven fuera pero siguen vinculados emocionalmente al club. Quienes tienen niños pequeños. Quienes encadenaron problemas de salud o familiares. Quienes no pudieron ir a partidos jugados en lunes a las nueve, en viernes a deshora o en domingos imposibles. A esa gente también se le ha subido el abono. Se le ha tratado como si hubiera fallado.
Y no. No fallaron. Estuvieron, aunque no físicamente. Sufrieron, celebraron, apoyaron desde la distancia o desde la televisión. Compraron el carné igual que el resto, aportando económicamente sin saber siquiera qué plantilla iba a tener el equipo o si los horarios serían humanamente compatibles. Muchos de ellos se quedaron sin poder revender sus entradas porque el club no ofrecía una plataforma eficaz para ello. Y ahora se encuentran con una penalización injusta.
¿De verdad es esta la forma de construir comunidad? ¿De fidelizar? ¿De llenar el estadio? ¿O es una estrategia para aumentar ingresos a costa de los más vulnerables? El fútbol no puede convertirse en una suscripción con condiciones opacas y letra pequeña. No puede castigar al aficionado por no adaptarse a unos horarios que él no elige y que muchas veces rozan el maltrato institucional al seguidor.
La UDA debería haber abierto un proceso más transparente, más comprensivo, con mecanismos de revisión y excepciones para casos justificados. Podría haber tenido en cuenta los partidos celebrados en horarios extremos, las bajas médicas, las circunstancias personales porque cada abono es una historia y porque ningún club puede permitirse el lujo de despreciar a quien un día apostó por estar, aunque sólo fuera desde su casa.
El sentimiento no se mide en porcentajes. Se mide en pertenencia, en sacrificio, en memoria. Y eso, por mucho que algunos se empeñen en traducirlo en euros, no tiene precio.
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