Pan y circo
Esta Primera División que defendemos a base de cantos a capela desde la grada y repitiendo la información que llega por igual a todos los medios, con la sola licencia de opinar sin hacer mucho ruido, es una Primera División peor en el fondo que aquellas otras que vivimos también en rojiblanco
Javier Gómez Granados
Almería
Jueves, 4 de mayo 2023, 23:42
Ahora que transitamos días tranquilos después de la victoria reciente al Elche, con una larga espera por delante hasta la próxima jornada, allá por mediados ... de este mes, no parece mal momento para parar, mirar y pensar sobre esta Primera División a la que con tanta ilusión llegamos hace algo menos de un año y que ahora defendemos con uñas, dientes y gritos desde una grada sin espacios en blanco.
Ahora que vamos despacio, vamos a dejar de contar mentiras. Tengo la corazonada, rayana la convicción, de que 'LaLiga' es algo insano para nuestro fútbol y para nosotros, aficionados de buena voluntad. Hay más dinero, sí, seguramente. Pero en su nombre y utilizando las banderas de la moralidad y de los valores, de la seguridad y del respeto, todo ello de forma interesada y por tanto deshonesta, se ha vetado la espontaneidad del que miraba el fútbol con ojos libres, decidiendo su espacio y su manera de vivirlo. Como un hobby y no como una militancia activa contra los demás. Decidiendo a quién escuchar, leer o mirar por televisión para lamerse las heridas en la derrota de su equipo o relamerse de gusto en la victoria. Han colocado un cuello de botella a los que cuentan cosas desde medios 'no oficiales' convirtiendo en propiedad privada algo que en su día fue un deporte de todos. Porque ahora, no antes, todo tiene que estar bajo control en el nombre del que pone el dinero y lo recupera multiplicado. Cada uno tiene su espacio, su lugar, su función y su misión. Cada uno, periodista o espectador, futbolista o directivo, es sólo un eslabón de un engranaje que hacen funcionar aquellos a los que les incomoda la espontaneidad y la libertad de los demás.
'LaLiga', también UEFA y FIFA, financiadas por las televisiones son, o mejor, se han convertido en 'grandes hermanos' que conducen al pensamiento único eliminando disidentes y obligando a consumir el mismo plato, sin opción a la crítica, sin permiso para la variedad. Excusándose en la paz social generan división y conflicto de forma interesada. Separando a las aficiones y satanizando banderas inocuas y símbolos en campo adversario, normalizan el odio, la división y el rechazo bajo el mensaje contrario y confuso del respeto y la convivencia. Restringiendo el acceso de los medios a los deportistas en el nombre de los que más pagan, dirigen la comunicación y la crítica en un único sentido. El dinero de los que televisan no se traduce en prioridad a la hora de acceder a la información directa, a las fuentes y a los protagonistas, no. Se traduce en la práctica eliminación del acceso, aunque sea posterior, del resto de agentes que viven el fútbol desde otro prisma. Periodistas y aficionados reciben un mensaje, sólo uno, oculto en falsos valores de justicia, igualdad y respeto que son, realmente, armas contra la crítica y contra la pluralidad de pensamiento. Incluso nos exigen creer versiones contrarias a lo que nuestros ojos ven. Nos uniforman y nos ordenan. Pensamiento único.
Esta Primera División que defendemos a base de cantos a capela desde la grada y repitiendo la información que llega por igual a todos los medios, con la sola licencia de opinar sin hacer mucho ruido, es una Primera División peor en el fondo que aquellas otras que vivimos también en rojiblanco. Ahora hay más glamour, luces espectaculares, anuncios digitales y ropa elegante y atractiva, mayor y mejor tecnología e imagen y sonido envolvente para ver y escuchar al futbolista de turno, al que llevan de la mano para decir algo correcto, sólo a aquellos medios seleccionados para transmitir el mensaje que, aunque parezca otra cosa, es estrictamente comercial.
Entrar en un estadio de Primera, también de Segunda, es entrar en un lugar lleno de personas pero sin vida, sin pulso. Todo son compartimentos estancos, todos tienen su papel y nadie sobrepasa la raya que el Gran Hermano de 'LaLiga' ha establecido. En nombre de la seguridad y del respeto nos están metiendo a diario la ración de circo que nos hipnotiza. Lo consumimos y callamos. Lo interiorizamos como una verdad absoluta que nos hace más llevadera la búsqueda del pan diario. Y mientras, el tiempo pasa. Tempus fugit.
A ver si vuelve la competición pronto y dejamos de pensar cosas de estas. De hecho, a ver si dejamos de pensar y nos centramos en el 'fúrbol', que diría Villar.
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