La cadencia de triunfo de la UD Almería
El equipo rojiblanco, con el sello de Rubi, danza sobre la línea del tiempo, entre precaución y valentía, construyendo una racha con sentido
¡Qué Embarbaridad! Esa es la palabra que mejor resume la sensación que deja la UD Almería tras su victoria por 0-3 en Butarque ... frente a un Leganés que, pese a sus intentos, no pudo frenar la eficacia y la inteligencia de un equipo que no sólo juega al fútbol, sino que parece leerlo, anticiparlo y moldearlo a su manera. La racha de nueve partidos sin perder, siete de ellos ganados, no es sólo un número, sino que es un reflejo de un Almería que ha encontrado su ritmo, su cadencia, su forma de abordar cada encuentro y que lo hace con la madurez adquirida tras aprender de experiencias pasadas, como aquella serie de catorce partidos sin perder del año pasado que llevó al equipo a liderar la clasificación en los mismos meses, sólo para terminar frustrado al final de la temporada. Nada es permanente en el fútbol y ese recuerdo sirve ahora como advertencia. La racha da confianza, pero no asegura nada; lo que garantiza, sí, es que el equipo ha logrado comprender la esencia del juego, cómo dominar los espacios, cómo anticiparse a los rivales y cómo convertir cada oportunidad en un acto casi inevitable de eficacia.
Desde el pitido inicial en Butarque, se vio un Almería con la ambición de un equipo que no se conforma con resistir sino que sale a imponer su lectura del juego. Rubi varió su dibujo táctico para sorprender, con tres centrales que no eran sinónimo de cautela, sino de amplitud y proyección ofensiva, con presión adelantada y líneas juntas que obligaban al Leganés a cometer errores y a jugar incómodo desde la primera posesión. La circulación era directa, buscando siempre profundidad, con un ritmo alto que mantenía al rival bajo tensión constante. Centelles, Thalys y Guedes, que ya habían jugado frente al Cádiz el domingo anterior, mantuvieron la continuidad que permite al equipo sostener su estructura, mientras que los jugadores que entraron como sustitutos cumplieron sin que se notara la diferencia, demostrando que la plantilla funciona como un mecanismo perfectamente engrasado donde cada pieza se ajusta a la perfección, incluso en los momentos de mayor exigencia.
El gol, un punto de inflexión
El gol de Adrián Embarba, desde unos 40 metros, marcó un punto de inflexión. Fue la materialización de la lectura precisa de un partido. El rival adelantado, la defensa abierta, el espacio para ejecutar un golpeo que sólo un jugador con la inteligencia y la técnica de Adrián Embarba podía transformar en un tanto que dejó helada a la defensa pepinera. Ese gol reforzó la sensación de superioridad y permitió al equipo controlar los tiempos con una mezcla de agresividad y serenidad.
La UD Almería no necesitó acumular 22 disparos para marcar tres goles como haría un equipo menos eficaz; su capacidad de golpear en el momento exacto es lo que convierte la racha en algo tangible, sólido y convincente.
Defensivamente, la solvencia ha sido otro pilar fundamental. Ésta ha sido la quinta portería a cero de la temporada y la segunda consecutiva, un dato que refleja la madurez de un bloque que ha aprendido a protegerse sin renunciar al juego ofensivo. Andrés Fernández volvió a aparecer en los momentos críticos, mientras la coordinación de los tres centrales y la presión adelantada mantenían al rival en permanente riesgo, obligando al Leganés a recurrir a balones largos que apenas encontraban continuidad. Esa seguridad permite al Almería salir con confianza y proyectarse hacia adelante, combinando intensidad con control, sin sacrificar su capacidad de reacción ante cualquier intento rival de acortar distancias.
El segundo gol, obra de Chirino, fue otra muestra de la eficacia de este equipo. La jugada construida con paciencia y verticalidad mostró cómo el Almería sabe encontrar los espacios cuando los rivales ceden metros. La velocidad de ejecución, la precisión en el pase y la definición frente al portero reflejaron no sólo la calidad individual, sino la sincronización de un grupo que ha aprendido a moverse como un sólo cuerpo. Arnau Puigmal, en el tercer gol, cerró la victoria con un remate limpio que convirtió en inamovible el marcador, confirmando que este Almería combina solidez defensiva, lectura inteligente del rival y eficacia letal en los momentos en los que pisa área.
La forma
Más allá del marcador, la racha es la verdadera protagonista. Nueve partidos sin perder, siete victorias, una dinámica que demuestra que el equipo ha encontrado una forma de jugar que se mantiene más allá de la inspiración momentánea. La experiencia del año pasado, cuando una racha similar no condujo al ascenso, es una advertencia silenciosa que mantiene al equipo alerta, evitando la autocomplacencia. Este Almería parece haber aprendido la lección. La continuidad no se sostiene sólo con talento, sino con inteligencia táctica, disciplina y adaptabilidad. El cambio de dibujo frente al Leganés, la capacidad de sorprender y la coordinación de la plantilla muestran que el equipo no se limita a ejecutar un plan rígido, sino que interpreta cada situación del partido, se ajusta y actúa con mucha versatilidad.
Centelles, Thalys y Guedes simbolizan esa continuidad que sostiene la racha y que, como Aridane, no desentonan. Su presencia asegura estabilidad y facilita que los cambios, cuando son necesarios, no desorganicen al equipo. Cada sustituto cumple sin generar desequilibrio, lo que permite a Rubi mantener el pulso del encuentro y garantizar que la intensidad no disminuya. Esa combinación de continuidad y flexibilidad es clave para entender cómo el Almería ha logrado encadenar victorias sin depender de sobresaltos ni de actuaciones individuales aisladas.
En el plano ofensivo, la eficacia es igualmente notable. Adrián Embarba, Chirino –un defensa con vocación de delantero– y Arnau materializan un concepto de fútbol que prioriza la precisión sobre la cantidad de intentos. No hay necesidad de disparar constantemente para marcar, como pasaba al inicio; ahora el equipo golpea en el momento justo, aprovechando cada espacio dejado por el rival y transformando cada oportunidad en gol. Esa eficiencia, combinada con la solidez defensiva, explica cómo un equipo puede imponerse con claridad incluso en escenarios complicados y refuerza la sensación de que esta racha no es casualidad, sino consecuencia de un trabajo colectivo y constante.
Lectura de partidos
La racha del Almería, además, se sustenta en la lectura de los partidos. Cada encuentro es interpretado con atención, cada movimiento rival es analizado y cada ajuste táctico se ejecuta con rapidez. El cambio de dibujo frente al Leganés fue un ejemplo de cómo Rubi puede modificar la estructura del equipo sin que este pierda identidad ni seguridad, sorprendiendo al rival y generando espacios donde los atacantes pueden proyectarse. Esa capacidad de leer el juego y adaptarse a las circunstancias convierte a este Almería en un conjunto peligroso y difícil de descifrar, capaz de mantener su racha y aspirar a la zona alta con consistencia.
La victoria en Butarque, por tanto, no sólo suma tres puntos, sino que es un testimonio de la evolución del equipo. La racha continúa, pero cada partido es una prueba, una oportunidad de demostrar que la madurez adquirida no es un accidente. La combinación de eficacia, solidez defensiva, versatilidad táctica, continuidad de jugadores clave y capacidad para interpretar el juego hace que este Almería se perciba como un equipo con ambición y criterio. La experiencia del año pasado recuerda que nada está garantizado, que las rachas pueden desvanecerse si no se sostienen con trabajo y concentración. Pero esta versión del Almería parece consciente de ello, avanzando con prudencia y determinación, sabiendo que cada partido es un paso hacia el objetivo final y que la racha, por sí sola, no basta, pero sí demuestra que el equipo ha encontrado su propio camino y la manera de recorrerlo sin perder la identidad ni la fuerza colectiva.
En definitiva, la victoria en Butarque refuerza la sensación de que el Almería ha encontrado un equilibrio entre creatividad ofensiva y solidez defensiva, entre la lectura táctica y la ejecución individual. La racha es la manifestación de un proceso, no de un golpe de suerte y cada partido suma a esa narrativa. Rubi ha logrado que la plantilla funcione como un conjunto completo. Los titulares dan continuidad, los sustitutos cumplen su rol sin romper el ritmo y el equipo, en su conjunto, es capaz de imponer su juego, adaptarse a cada escenario y mantener una eficacia que hace que los rivales se vean siempre un paso atrás. Con nueve partidos sin perder, cinco porterías a cero y la capacidad de sorprender con cambios de dibujo y velocidad de ejecución, este Almería empieza a parecer más que un candidato, es un equipo en plena construcción, consciente de su pasado y decidido a no repetir errores, avanzando con la mezcla justa de ambición, prudencia y confianza.
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