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Rubi tiene una lista en la libreta de la que se caerán o apuntará nombres en pretemporada. UDA
UD Almería

En la UD Almería, la temporada empieza sin balón

La entidad indálica activa su reconstrucción con diez cedidos de vuelta, una plantilla saturada y decisiones clave antes de que arranque la pretemporada del 'año del ascenso'

Juanjo Aguilera

Almería

Miércoles, 2 de julio 2025, 23:20

El movimiento ya ha empezado en la UD Almería. Aunque el balón sigue sin rodar y las gradas del UDAlmería Stadium permanecen en silencio, el club rojiblanco lleva semanas en ebullición. La pretemporada arranca oficialmente el segundo lunes de julio, el próximo día 14, pero nadie en la estructura deportiva ha esperado a esa fecha para empezar a trabajar. Las decisiones que marcarán el rumbo de toda la temporada se están tomando ahora, en un escenario sin focos, donde la intuición y la experiencia deben guiar cada paso. Y no hay margen para el error.

El ascenso, que era más que un objetivo, una necesidad estructural para el club, no llegó. Falló el empuje final, pero también muchas cosas antes. Y eso ha obligado a repensarlo todo. La continuidad de Rubi al frente del banquillo es, en sí misma, un mensaje que justifica que el club cree en su método, en su capacidad de construir un bloque reconocible y competitivo. Pero la paciencia, como el presupuesto, no es infinita. El discurso de que 'este año sí' se ha instalado en el entorno del club, pero exige una respuesta inmediata. No sirve la retórica. Sirven los hechos.

Tarea doble

Y los hechos empiezan a configurarse en estos días de calor, de teléfono y de tensión silenciosa. El club tiene una tarea doble. De un lado está el objetivo de reconstruir su plantilla y restablecer la confianza de su gente porque a la par que se lanza la campaña de abonos –con subidas discutidas, justificadas o no por la fidelidad de la temporada pasada–, se trabaja en una renovación interna que debe devolver al equipo la competitividad perdida. El reto no es menor. Hay que ajustar la masa salarial, mantener el nivel de talento y crear un grupo con hambre, con jerarquía y con solvencia. Todo a la vez.

Ese equilibrio es el que desvela a la dirección deportiva. Y lo complica aún más un factor clave como son los regresos. Diez jugadores vuelven tras cesiones, lo que representa una carga administrativa, pero igualmente un dilema deportivo de fondo. Porque esos futbolistas no son números, son contratos firmados, sueldos que computan, dorsales que ocupan y decisiones que obligan. No se pueden apilar como mercancía. Hay que valorarlos caso por caso, con criterios deportivos y económicos al mismo tiempo. Un error en esa gestión puede arrastrarse todo el año.

Valor de mercado

Algunos de esos cedidos llegan con valor de mercado reforzado. Han jugado, han crecido, han madurado. Son activos recuperables, incluso aprovechables. También es cierto que son los menos. Otros, en cambio, apenas han contado para sus entrenadores o no han respondido como se esperaba. Vuelven sin sitio claro, sin cartel de venta y con pocas perspectivas deportivas en el club. Y luego está el punto medio, el de aquellos jugadores que han ofrecido destellos, pero a los que les falta aún un salto competitivo. ¿Se les cede de nuevo? ¿Se les mantiene en la plantilla como revulsivos? ¿Se les busca un traspaso? Cada respuesta condiciona otra. Cada ficha que se mueve tiene un impacto directo en la planificación global.

Para Rubi y su equipo, la pretemporada será más un proceso de filtrado que de construcción. Toca utilizar el cedazo que separe el grano de la paja, que sirve para separar lo útil de lo accesorio, lo inmediato de lo aplazable. Y hacerlo con rapidez, pero sin precipitación. Porque el contexto es claro. El Almería no puede permitirse un inicio dubitativo. La categoría es dura, los rivales –muchos reforzados con músculo económico– no van a esperar. Volver a Primera División no admite plazos dilatados. La plantilla debe ser funcional desde el primer día, sin necesidad de ajustes eternos ni de ventanas de invierno salvadoras.

Y ahí entra otra variable que en otros clubes se pasa por alto, pero que en Almería es crucial, la estructura organizativa del club. Porque esta UD Almería no es sólo un equipo de fútbol. Es un proyecto deportivo que tiene en la compraventa de jugadores una parte sustancial de su modelo de negocio. Eso implica que cada decisión de plantilla es, al mismo tiempo, una apuesta financiera. Cualquier jugador que no esté en dinámica de partido es una depreciación en curso. Cada minuto en el banquillo sin progresión es una pérdida de valor. Cada cesión fallida, un coste sin retorno.

Más allá de lo táctico

Por eso el trabajo del cuerpo técnico y del área de fútbol va mucho más allá de lo táctico. Se trata de construir un equipo, sí, pero también de proteger el patrimonio deportivo con el que cuenta la entidad. Porque hay jugadores que hoy no tienen hueco, pero que podrían tenerlo dentro de seis meses. Y otros que se pretende colocar ahora, pero que podrían revalorizarse con una buena media temporada en otro destino. El club debe anticiparse, no sólo reaccionar.

Y mientras tanto, el mercado avanza. Se estudian fichajes. Se tantean operaciones. Se negocian salidas que liberen espacio –ahí están las posibles salidas de jugadores como Luis Suárez o Marc Pubill–. Pero todo eso está condicionado por un dato tan sencillo como demoledor, hay más jugadores con contrato que huecos reales en la plantilla. No se puede fichar sin soltar. No se puede avanzar sin cerrar antes algunas carpetas. Y esas carpetas son, en muchos casos, los regresos.

Detrás de los nombres que vuelven –y que aún no se han hecho oficiales– hay historias personales, apuestas pasadas, frustraciones acumuladas. Algunos se han fogueado en equipos menores. Otros, en ligas extranjeras. Y todos llegan ahora al mismo punto, el de demostrar que pueden formar parte del equipo que devuelva a Almería a la élite. La exigencia será máxima. La competencia, brutal. Y el margen de error, nulo.

Como ya ha pasado en otras temporadas –sobre todo desde el aterrizaje de Turki Al-Sheikh a la propiedad– la pretemporada de este año no será una toma de contacto. Será un examen. Y muchos saben que no habrá una segunda oportunidad. Para algunos, el 14 de julio será el comienzo de una nueva etapa. Para otros, el principio del fin. Lo que ocurra en esos primeros entrenamientos, en los primeros amistosos, marcará el rumbo de todo el curso. Y Rubi lo sabe. No le tiembla el pulso, pero tampoco se fía. Este año hay que acertar. No se puede construir sobre arenas movedizas.

El balón aún no ha empezado a rodar. Pero la temporada ya está en marcha. Y en ese mapa silencioso de decisiones que se toman en junio y julio se esconde buena parte del éxito o el fracaso de mayo del próximo año. Porque el fútbol, como la vida, no perdona la improvisación. Y esta UD Almería ya no puede permitirse otro año de dudas.

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