El Almería salva un punto en el último segundo

No lo fue, porque hubo más nervios cuajados por un gol casi 'escrito' por los Marx, porque, aunque sea difícil de defender, el Almería es experto en encajar por concesiones 'variadas'. Ante el Cádiz los dos goles encajados -en el Nuevo Mirandilla y en este partido- llegaron casi que del mismo modo. Con todo eso en contra, se vio maniatado por las prisas, como si quisiera marcar el segundo gol antes que el primero y careció de templanza. Théo Bongonda pudo sentenciar, pero se llenó de balón y se le achicó la portería. Suárez, empeñado en hacer un buen partido, lo firmó provocando un penalti que no aseguraba nada teniendo en cuenta la racha, pero hubiese sido injusto, por lo menos, no sumar un punto, el punto de la vida, el de la botella, o medio llena o medio vacía. En Vigo se verá si el cristal está resquebrajado o el pegamento da para que no se escapen más gotas.

El Almería quiso imponer su fútbol, presionando al Cádiz con una presión alta para perjudicar la salida de balón de un Cádiz tratando de salir a la contra. El Cádiz, con más iniciativa, se encontró a una UD Almería con demasiada precipitación en las entregas y previsible en su juego, cargando por la banda izquierda, pero sin que el balón fuese de César de la Hoz o Iñigo Eguaras, 'víctimas' de una buena vigilancia por parte de Gonzalo Escalante y Fede San Emeterio.

El conjunto rojiblanco tuvo más balón que el Cádiz, bastante más, pero mal usado ante un rival seguro en su comportamiento defensivo, sin conceder ventaja a la UD Almería y creando peligro con una veloz salida a la contra que, en el 20, pudo acabar con problemas para los de Rubi porque un balón rápido sobre Théo Bongonda acabó con disparo que Fernando despejó a córner. Botado el mismo acabó con Leo Baptistao derribando a Bongonda. Del Cerro Grande pitó penalti, pero el VAR lo sacó fuera.

La UD Almería consiguió quitarse la presión en el centro del campo para empezar a aparecer. Babic, a la salida de un córner en el 33, remató el balón que le había puesto Lucas Robertone. La aparición del argentino por el carril izquierdo provocó, en el 36, la unión con Adrián Embarba que buscó a Luis Suárez, situado en el primer palo, para un remate difícil que se marchó fuera, en la última acción de la primera parte.

De salida en la segunda, Rubi introdujo a Gonzalo Melero por Eguaras y, casi sin tiempo, el Almería vivió en propio campo con el Cádiz forzando saques de banda ejecutados con maestría por Luis Hernández y pésimamente defendidos por los rojiblancos. En el segundo realizado desde la banda izquierda del ataque amarillo, apareció la típica caraja de todos los partidos. Jorge Mere entró al despiste del saque de Luis Hernández y Roger Martí tocó lo preciso para hacer inútil la estirada de Fernando Martínez.

El Almería fue otro, tras el gol encajado, aunque Sergi Guardiola pudo hacer el segundo en una acción, en el minuto 65, en la que el disparo del delantero amarillo lo atajó bien Fernando Martínez para evitar lo que hubiese sido la sentencia. Y respondió el equipo indálico en una buena acción de Lárazo Vinicius, que había entrado por Leo Baptistao. El brasileño cogió el balón en la frontal, buscó espacios imposibles hasta que se encontró con Alejandro Pozo, que se quedó en el campo pese a un inicio de partido con molestias -habían calentado Chumi y Houboulang Mendes desde el minuto 4-, cuyo centro lo remató demasiado cruzado, mientras Gonzalo Melero cabeceó fuera, en el minuto 69, otro buen servicio desde la banda. El partido estaba ya sin gobierno y sin capacidad para gobernarlo, lo que dio opciones a la estrategia de un Cádiz con todo a favor, reservándose atrás y buscando salidas a la contra.

El Almería lo seguía intentando, poniendo mucho corazón, pero nula capacidad para desequilibrar el partido, pese al empuje que acorraló al Cádiz, que se defendió en un hábitat natural para él y pudo matar el encuentro en el minuto 94, en una acción de Théo Bongonda, que se quedó solo ante Fernando Martínez, pero no acertó, en el uno contra uno, y mandó el balón ligeramente desviado del marco rojiblanco. Estaba visto que al duelo le quedaba una y el Almería luchó por tenerla. Fue en el último suspiro, con el tiempo casi cumplido. Luis Suárez buscó el espacio, se empeñó y Momo Mbaye, que llevaba pocos minutos en el campo, terminó derribando al cafetero. Gonzalo Melero, que volvía al once, puso la pausa, la templanza para transformar el penalti. Había tenido que pasar casi un año -fue en Tenerife en marzo del curso pasado- y tras fallar cuatro, el último en Valencia.