El Almería elige muerte

Como ha pasado en los últimos partidos jugados en casa, el Almería llevó bien el partido y hasta estuvo cerca del gol en la primera parte, pero tuvo momentos de duda, de no saber si 'ir o venir', de si estar o no. Y hoy, en este fútbol, el más 'tonto' te hace un reloj de papel y hasta da la hora, al menos dos veces al día. Antes del descanso, un error de bulto en un saque de banda mal defendido permite que Rubén Castro, que no necesita más de un metro para marcar, se encuentra con cuatro. Ivanildo llega tarde y 'zasca'. La reacción fue inmediata. Sadiq se ganó los galones y puso las tablas. Pero con el descanso por medio, más de uno pensó que esto era 'pan comido' y no. Hubo atragantamiento con otro fallo que aprovechó el de siempre. Entre Robertone, Sadiq y Ramazani el Almería volvió a engancharse, pero, como si no quisiera ascender, un error de bulto de Makaridze -al inicio de la segunda parte ya dribló a un albinegro y tuvo que salir Ivanildo al rescate- acabó en un penalti que hizo que el partido acabara en muerte, después de una tarde de sustos.

Fue el Cartagena el que llevó la iniciativa, en el comienzo de la primera parte, ante un Almería que, presionando, trató de sorprender al cuadro albinegro. Este buscó los centros laterales, bien 'resueltos' en defensa por los almerienses que encontraron a un Sadiq Umar más asociativo. Así, en el minuto 8, el nigeriano se fue a banda y se hizo con un balón para centrarlo y aprovecharlo Largie Ramazani para batir a Marc Martínez, pero en fuera de juego.

El Cartagena, más vertical y jugando a la contra, utilizó ese fútbol para ganarle la partida al Almería que, poco a poco, fue ganando metros y posesión de balón, acosando y pisando área albinegra. En el 17, una buena acción de José Carlos Lazo propició el centro de Sadiq Umar que no llegó a encontrar el remate de Largie Ramazani.

Mejor el Almería, tomando el control en el centro del campo con Samú Costa por detrás de un Manu Morlanes en plan 'fabricante de ilusiones' y Lucas Robertone, estuvo cerca del gol, a la vez que el 'Efesé' empezaba a tener problemas para controlar los impulsos con Delmás y José Ángel Jurado amonestados antes de llegar a la media hora de partido y, encima, con un cambio obligado por la lesión de Álex Gallar.

En el primer córner de la UD Almería, con más presencia arriba, el equipo indálico dispuso de la ocasión más clara de la primera parte. Lucas Robertone lo puso al corazón del área, Manu Morlanes, solo, remató mal con toda la portería para él, puede que molestado por el sol. El remate se le fue lejos incluso de la portería.

Y no estaba comportándose mal en defensa el Almería, pero siempre hay una primera vez, que viene pasando jornada sí y jornada también. En el minuto 40, una mala defensa rojiblanca en un saque de banda le costó verse por debajo en el marcador. La acción nació en banda izquierda, el balón le cayó a De Blasi en la línea de fondo que, entre Buñuel y Maras, le hizo llegar el balón a un Rubén Castro con demasiados metros libres alrededor -Ivanildo llegó tarde- y el canario no dejó pasar la oportunidad para marcar y poner al Cartagena en ventaja.

Sin embargo, si el Almería es débil para defender, también es cierto que tiene gol en los pies de un Sadiq Umar que no dejó de intentarlo. Su pelea cerrando líneas de pase, en el 44, le hizo recuperar un balón en la frontal del área y encarar a Marc Martínez, que sacó una mano para evitar las tablas, mandando el balón a saque de esquina. Un minuto después, el nigeriano no falló. Estaba en el sitio. El córner lanzado por Lucas Robertone lo 'acercó' de cabeza, desde casi el vértice del área grande, Samú Costa y Sadiq, plantado en el sitio, metió la cabeza para llevarla al fondo de las mallas albinegras y terminar haciendo justicia porque el Almería fue el que más controló el partido y más cerca estuvo del gol por fútbol.

De todas formas, el Almería atraviesa un estado anímico de 'psicólogo' y no tardó en demostrarlo. Aunque tardara poco tiempo en equilibrar el partido, la dinámica, mala, por la que transcurre el devenir de la competición acabó dando la razón al pesimismo. Sólo se llevaba un minuto de la reanudación cuando un balón colgado desde la izquierda no lo despejó bien Ivanildo Fernandes, lo hizo hacia atrás y le cayó a Rubén Castro que encaró a Makaridze para batirle.

Otra vez el Almería se vio por debajo en el marcador y otra vez Sadiq Umar surgió para tirar de galones. En el 53, se hizo con el balón en la línea de medios, tras un servicio de Lucas Robertone, y buscó portería, acompañado por Raúl Navas que, al entrar en el área, derribó al pichichi rojiblanco. Este cogió el balón para lanzar el penalti, pero fue Ramazani el que dijo 'aquí estoy yo' y, con una grandísima tranquilidad, batió a Marc Martínez al que engañó en el lanzamiento.

De todas formas, el Almería era un manojo de nervios. Navas, en un saque de esquina, pudo cambiar el marcador, pero su cabezazo lo sacó bajo palos Makaridze. Rubi movió ficha y, para no señalar a nadie, cambió a Buñuel e Ivanildo para dar entrada a Balliu y Cuenca. El Almería tuvo ocasión para adelantarse con otra buena acción de Sadiq Umar que le ganó la partida a Datkovic, pero Marc Martínez le tapó el disparo y su pase para Morlanes lo 'intervino' Raúl Navas.

Ninguno se guardó nada. Entró Carvalho al campo, en la UDA, mientras en el Cartagena lo hicieron Elady y Azeez. De Blasi lo intentó en el 76, en un disparo desde dentro del área que Makaridze despejó a córner. Después, en el 80, en una nueva 'frivolité' del meta indálico -había jugado con fuego tratando de sacar el balón al límite driblando rivales-, falló y derribó a De Blasi, que había ido a la presión, dando pie al penalti que el argentino transformó en el que sería el gol del triunfo, dándole al botón de 'off' y dejando a un Almería roto, hecho trizas.

No mantuvo la compostura en ese tramo final de partido, sin capacidad de reacción, destrozado y echando por tierra lo bueno, que lo hubo, en acciones de ataque, pero para ganar se necesita de un equilibrio que, a día de hoy, no existe en el equipo almeriense. Como si en un particular 'Hallowen' hubiese elegido muerte, cuando el susto era un mal menor.