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Aspersores antihielo con sello español para carreteras heladas

Aspersores antihielo con sello español para carreteras heladas

La empresa española SICO y Aimplas comercializan una innovadora planta de producción autónoma de salmuera que evitará el tradicional transporte con camiones a las zonas más complicadas

Isaac Asenjo

Madrid

Domingo, 10 de febrero 2019, 15:58

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El frío, la nieve y el hielo. Un sin fin de fenómenos atmosféricos dificultan la circulación en estos meses de invierno y pueden provocar algún que otro accidente. Hace tan solo un año, miles de personas soportaron hasta 18 horas atrapadas en la AP-6 a temperaturas bajo cero debido a un temporal, malas gestiones o falta de información. Los afectados - algunos porque no se enteraron de los avisos, otros porque no tomaron las precauciones necesarias- tuvieron que ser rescatados por efectivos del Ejército. Los camiones que esparcen sal durante la madrugada para evitar que se formen grandes placas de hielo se quedaron cortos y la carretera se convirtió en una pesadilla para muchos. Es algo que probablemente no vuelva a ocurrir en un futuro ya no muy lejano y que las heladas sobre el asfalto dejen de ser un problema.

España se encuentra en la vanguardia de la investigación en materia de seguridad vial con soluciones como ésta: La empresa española Sico, junto con el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), ha desarrollado un nuevo sistema contra el hielo revolucionario que podría desbancar a los camiones tradicionales, esos que en ocasiones tardan en llegar cuando más se necesitan. El proyecto estuvo en fase de pruebas, ya se está usando en varias carreteras españolas como la aragonesa A-23, la autovía del Nordeste, la N-420 o la autopista de peaje AP-68 a su paso por Altube (Álava). Ahora está listo para su comercialización y exportación a latitudes tan rudas como Rusia o Polonia. Llega su prueba de fuego.

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Y ¿en qué consiste el invento? El sistema es un mecanismo parecido al de aspersión de agua típica de los jardines, pero de sal. Gracias a una pequeña central de salmuera, que puede estar bajo tierra, y a cientos de aspersores de sal, el sistema de riego pulveriza una solución de agua y sal -o cualquier compuesto necesario- cada cierto tiempo, cuando detecta que es necesario. «De manera automática lanzan sobre la calzada el fundente que impide la formación de hielo, en aquellos puntos donde estratégicamente es difícil prever el riesgo de aparición del hielo en un momento determinado en función de las condiciones climáticas, que en muchos sitios es cambiante de una hora para otra», explica Antonio Cogollos, gerente de la empresa SICO.

Autonomía

El objetivo es el de eliminar el hielo para aumentar el agarre de los coches a su paso por los tramos más conflictivos, por lo que la empresa es capaz de montar varios depósitos en los puntos más estratégicos, donde se suelen situar las peores heladas. ¿Y dónde debe estar ubicada la central productora de salmuera? «Una de las innovaciones de este sistema es que puede estar alojada en la misma carretera gracias a la autonomía en su funcionamiento mediante el empleo eficiente de energías renovables, eliminando de esta manera el transporte con vehículos, el coste del combustible y las horas de traslado», cuenta Cogollos.

Cada centro de conservación de carreteras tiene su sector de actuación y desde ahí el uso de la tecnología hará llevar la salmuera en función de la necesidad. Esto es más relevante de lo que parece, porque conseguir que los camiones con la salmuera lleguen a recargar no es tarea fácil precisamente por el estado de las carreteras, sobre todo las de puertos de montaña o difícil acceso.

Otra clave es el plástico utilizado para los depósitos de salmuera. Gracias a ellos las instalaciones son prácticamente de por vida, mientras que los tanques metálicos que se han utilizado tradicionalmente para contener salmuera desde el primer día tienen que tener un mantenimiento muy escrupuloso porque el cloruro sódico es una sustancia muy corrosiva. «Se trata de un sistema totalmente de plástico reciclable con materia prima de primera calidad, por lo que no solo se ahorran costes y la durabilidad es mayor, sino que también es menor el impacto medioambiental», explica Serafín García, responsable de Diseño e Inyección de Aimplas.

La empresa garantiza por 15 años la vida del reactor, que es una instalación cara, de unos 16.000 euros. Con un mínimo mantenimiento puede durar para siempre.

¿Por qué se le echa sal a la nieve y al hielo?

Todos los inviernos tenemos la misma escena, camiones esparciendo sacos y sacos de sal en la carretera para evitar que se congele, porque el hielo es uno de los principales problemas a la hora de conducir. Pero, ¿por qué se hace esto? Para dar con la respuesta hay que irse a la tabla periódica. Y es que la unión entre la sal (NaCl) y el agua (H2O) es pura química. Contrariamente a lo que muchos pensarían, la sal no funde el hielo -como haría el calor- sino que lo disuelve. Y cuando disolvemos una sustancia en agua, el punto de fusión de esta desciende. O sea, que si el agua pura se congela a 0ºC, a presión atmosférica normal, si disolvemos en ella una sustancia como es el caso de la sal, obtenemos lo que se denomina una disolución (un sólido disuelto en un disolvente). Esta disolución de agua y sal posee un punto de congelación menor que esos 0ºC, dependiendo de la cantidad de sal que haya disuelta por litro de agua, pero que en condiciones ideales puede llegar a descender hasta los -21ºC. ¿Qué se consigue con esto? Algo sencillo, dado que no podemos fundir la nieve o el hielo existente sobre el asfalto -la única forma para hacer esto es aplicar calor- lo que hacemos es utilizarla como disolvente, echando sal para que se forme una disolución agua-sal, que no se convertirá en hielo hasta temperaturas muy por debajo de los 0ºC, y consiguiendo que, aunque las temperaturas sean de varios grados por debajo de cero, tengamos sobre la carretera agua (con sal, eso sí) líquida en vez del resbaladizo hielo.

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