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Retablo de la 'Adoración del Cordero Místico', poco después de su restauración hace dos años. :: Francois Lenoir/reuters
La ciudad que se ha levantado para buscar un botín oculto bajo ella

La ciudad que se ha levantado para buscar un botín oculto bajo ella

Dos escritores sitúan bajo una céntrica plaza de la ciudad belga un mítico panel flamenco robado en 1934. El alcalde les da crédito y pide a los vecinos que no busquen el botín por su cuenta

ANTONIO PANIAGUA

Sábado, 23 de junio 2018, 01:40

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El paradero de uno de los doce paneles del retablo de la 'Adoración del Cordero Místico', de los hermanos Hubert y Jan Van Eyck, es uno de los misterios que traen de cabeza a expertos del arte y detectives. La pintura flamenca, que despierta las desmedidas ambiciones de los poderosos, es una de las obras maestras que más robos y agresiones ha sufrido en su accidentada historia. Pensada para ser expuesta en la iglesia de San Juan de Gante, actual catedral de San Bavón, la obra de arte ha escapado de los furores de los iconoclastas del siglo XVI y ha sobrevivido al deseo de magnates y sátrapas. Bonaparte y Hitler suspiraban por ella. De una de las tablas se perdió la pista en 1934. Dos escritores acaban de presentar una novela sobre el panel y están convencidos de que la pieza se encuentra en la plaza Kalandeberg, en pleno centro de la ciudad belga. El alcalde de Gante, Daniël Termont, se ha dado prisa en aconsejar a los vecinos que no se precipiten y se abstengan de usar picos y palas en su búsqueda. «Puede sonar ridículo, pero por favor no caven agujeros en Kalandeberg. Eso es trabajo para los agentes y la Fiscalía», ruega el primer edil.

Pese a que se trata de una ficción, Termont concede verosimilitud a la tesis de los dos autores del libro. Marc de Bel y Gino Marchal creen haber desvelado el enigma. Después de devanarse los sesos y descifrar el significado de varias palabras clave y un número, los autores ponen la mano en el fuego y sostienen que el escondite está bajo tierra, muy cerca de un café de la plaza.

Según explicó a 'The Guardian' el autor Gino Marchal, las pesquisas son todo un rompecabezas y un desafío a la inteligencia. Si se proyectan sobre un mapa todas las posibles pistas surge la palabra 'Nina', lo que al final conduce al subsuelo de Kalandeberg. El devenir del retablo es azaroso. A finales del siglo XVIII las tablas fueron enviadas al Louvre por las tropas de Napoleón. En 1815, Luis XVIII las devolvió como señal de agradecimiento a la ciudad donde había encontrado refugio. Sin embargo, la integridad de la obra se malogró, de modo que unas tablas se vendieron y otras acabaron en Berlín. Uno de los paneles, el que debía figurar en el extremo inferior izquierdo y que se llama 'Los Jueces Justos', fue robado el 11 de abril 1934. Alguien que permanecía escondido en el templo desmontó con maña una de las tablas laterales y dejó una nota en francés. «Tomado por Alemania en virtud del Tratado de Versalles». Fue el robo más osado de una obra de arte desde que en 1911 desapareció 'La Gioconda' del Louvre. Hubo cartas pidiendo un rescate al obispo de Gante, a las que sucedieron comunicaciones en clave cruzadas entre policía y secuestradores. En mitad de las negociaciones se produjo la devolución de la mitad del botín. Y es que la obra expoliada en realidad eran dos paneles, el anverso y su reverso. En cualquier caso, el ladrón sólo revirtió la tabla de San Juan Bautista y se quedó con la de los Jueces Justos.

Napoleón y Hitler suspiraban por este óleo, el primero de esas dimensiones de la historia del arte

Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército nazi (que había ocupado Bélgica) alojó el retablo, junto a otras siete mil obras de arte, en una mina de sal. Al acabar la contienda, Alemania restituyó las pinturas a los belgas. De la tabla perdida nunca más se supo, y eso que han sido muchas las iniciativas para recuperarla.

Cajón a la derecha

Marchal y compañía creen haber obtenido ahora la prueba definitiva de su paradero, para lo que han seguido el rastro de un agente de bolsa, Arsène Goedertier, quien en su lecho de muerte hizo una confesión sorprendente. «Solo yo sé dónde está el Cordero Místico. La información está en el cajón a la derecha de mi escritorio, en un sobre», acertó a decir con un hilo de voz. Su abogado halló 13 notas manuscritas en papel carbón que hablaban del lugar en que se escondían. Y todos los indicios conducen a la plaza en cuestión. «Está en un lugar donde ni yo ni nadie más podemos retirarla sin despertar la atención del público», decía uno de los apuntes del corredor de bolsa.

El regidor de Gante da por cierta la teoría de los investigadores. «Si fuera una treta publicitaria para dar a conocer un libro, nunca habríamos cooperado, y como ciudad no habríamos facilitado el uso del salón de plenos para celebrar esta conferencia de prensa», aduce el alcalde. Y por si todos estos ingredientes no fueran suficientes para dar un aire novelesco a la búsqueda de la tabla, hay otros aderezos que alimentan el mito. No en balde el políptico está trufado de referencias esotéricas que añaden más misterio a la pintura. El retablo se acabó en 1432 y se inscribe dentro de la transición de la pintura gótica al Renacimiento. El espacio de la tabla original está ocupado por una copia realizada en 1945. El óleo ha colonizado la imaginación de escritores. Es el caso de Albert Camus, que aludió a él en la novela 'La caída' (1956).

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