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Un reloj preside el apeadero, que recibe y despide cuatro trenes diarios en la actualidad. Enfrente, el imponente edificio que albergará el hotel de cinco estrellas. JAVIER BROTO
El imponente hotel que se construirá en una estación de tren

El imponente hotel que se construirá en una estación de tren

Un establecimiento de cinco estrellas ocupará la majestuosa estación de tren pirenaica. Será el proyecto estrella en la obra de regeneración de toda la zona de la terminal, en desuso desde 1970

JOSEBA VÁZQUEZ

Miércoles, 31 de enero 2018, 00:10

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Es una hermosa rareza su imponente y chocante silueta grisácea, situada ahí como por error, a 1.194 metros de altitud, fuera de contexto en un entorno verde y montañoso que se diría no le corresponde. Algo que no impide -al contrario, seguramente propicia- que muchas cosas en Canfranc orbiten alrededor de su estación de tren, una magnífica obra de ingeniería y arquitectura que cumplirá en verano 90 años y que durante cuatro décadas sirvió de enlace ferroviario internacional con Europa. «Es el emblema del pueblo, su corazón», resume con sintético grafismo Fernando Sánchez, alcalde de este municipio del Pirineo oscense asentado al borde del río Aragón y a tiro de piedra de la frontera con Francia. En efecto, la icónica construcción acoge de martes a domingo visitas guiadas -«más de 40.000 el año pasado, además de cerca de otras 250.000 personas que vinieron para verla solo por fuera»- y un vistoso espectáculo nocturno de luces los fines de semana. Y ayer mismo se presentó también un libro sobre su historia.

Tal es el atractivo del bello, enorme y ecléctico edificio que combina su indisimulada inspiración en los antiguos palacios franceses con pinceladas modernistas y art déco repartidas a lo largo de sus 240 metros de longitud. Inaugurada el 18 de julio de 1928 con toda pompa y boato por el rey Alfonso XIII y el presidente francés Gaston Doumergue, su imán deriva no solo de los majestuosos rasgos de una silueta que la convierten en una construcción única y del hermoso paisaje que la enmarca. A él contribuye el aroma novelesco derivado de las historias reales que ha conocido como paso de comercio y contrabando, nido de espías, escenario de una decena de películas, la ocupación nazi de la aduana gala en la Segunda Guerra Mundial, la llegada de vagones cargados del oro con que Alemania pagaba a Portugal y a la España franquista el wolframio que le proporcionaban para reforzar sus carros de combate, la ruta de evasión para miles de judíos y refugiados... «Aquí se concentra un gran valor arquitectónico e histórico en un entorno natural increíble», vuelve a esquematizar el alcalde Sánchez, también diputado en Huesca por el PSOE.

Museo y peregrinos

Hace en torno a un cuarto de siglo que los vecinos de Canfranc pugnan por recuperar el pasado esplendor de su pueblo, que llegó a censar a casi 2.000 habitantes -cuatro veces más de los actuales-; una reivindicación centrada especialmente en la reapertura de la línea transpirenaica que llevaba a Francia a través de los casi ocho kilómetros del túnel de Somport. Esa conexión quedó definitivamente suspendida el 27 de marzo de 1970, cuando un tren de mercancías descarriló en el lado francés provocando el derrumbe del puente de L'Estanguet.

En el presente, un apeadero frente a la monumental estación solo registra el tráfico de dos servicios diarios de ida y vuelta a Zaragoza, además de algunos convoyes semanales de mercancías. Existen planes, y palabras, del Gobierno de Aragón que hablan de la posible reapertura de ese tramo con Francia para dentro de tres años, aunque el proyecto, muy caro, requiere de la implicación de las dos administraciones estatales y de la Unión Europea.

Sí se encuentra más encaminada una iniciativa que promete regenerar las 22 hectáreas que ocupa la abandonada y deteriorada explanada de la terminal ferroviaria y su playa de vías, propiedad de Adif, con la construcción de una pequeña estación de tren a unos 60 metros en paralelo a la actual, liberando para uso terciario unas 14 hectáreas. Está previsto dotar este terreno de una amplia zona verde, otra residencial para 133 viviendas, un museo del ferrocarril, un centro de acogida de peregrinos -Canfranc es paso en el Camino de Santiago francés- y un hotel de cinco estrellas y cien habitaciones. El establecimiento de lujo se construirá en el soberbio edificio de la antigua estación, que goza de protección como Bien de Interés Cultural y del que es titular la Administración autonómica. Hace ya una década se planteó la misma idea, pero la crisis se encargó de lanzarla por el sumidero. Toda la obra está licitada, adjudicada y presupuestada en 27 millones de euros, 25 sufragados por Aragón y los dos restantes por el Ministerio de Fomento (para la rehabilitación de la estación).

Fernando Sánchez está encantado. «Esperamos que toda la intervención en el entorno cambie la fisonomía del pueblo. Creemos que va ejercer un efecto dinamizador y va a ser una fuente de ingresos. Generará empleo y economía. Deseamos que sirva para consolidar Canfranc como un municipio que alcance unos 700 habitantes y que sea un referente turístico que propicie su resurgir». No es que la población carezca de atractivos, con las estaciones de esquí de Candanchú, Astún y Le Somport a un paso, o con el Laboratorio Subterráneo, un centro científico que realiza, entre otras cosas, experimentos de búsqueda de la materia oscura del Universo. De hecho, «en verano tenemos casi más turismo que en invierno», precisa el alcalde.

Tres años y 13 millones

«El hotel en la estación va a ser la estrella de la película», afirma sin atisbo de duda Joaquín Magrazó, arquitecto del Grupo Ingennus, al que se han adjudicado los diseños del hotel, de la nueva estación y del Centro de Peregrinos. El despacho zaragozano ha recibido el encargo «hace apenas tres semanas», por lo que «estamos empezando a desarrollar el proyecto». Magrazó ha encontrado el edificio «en un estado bastante bueno». «Hace unos años -detalla- se hizo una rehabilitación en la que se sustituyó la cubierta de pizarra con zinc. Además, la estructura es de hormigón. El edificio está consolidado».

Los 9.162 metros cuadrados del interior se vaciaron por completo en su día -el único espacio regenerado es el vestíbulo central que divide las dos naves-, por lo que «podemos hacer lo que queramos». Eso sí, «condicionados por una geometría rectangular con pasillos largos y habitaciones a cada lado». Y la cadencia de estas la marcan las ventanas, nada menos que 365. Los arquitectos disponen de seis meses para presentar el proyecto. La obra podría iniciarse en el segundo semestre de este año y concluir en el tercer trimestre de 2021. El presupuesto se eleva «aproximadamente a 13 millones de euros», casi la mitad del proyecto conjunto de recuperación de la zona.

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