La editorial de los orfebres del papel que sobrevive con solo tres libros al año
La editorial Media Vaca cumple 20 años convertida en una rareza: tres libros destinados a niños y adultos al año. Sus propietarios miman cada paso del proceso
FERNANDO MIÑANA
Jueves, 27 de diciembre 2018, 01:04
Cuando Vicente Ferrer (Valencia, 1963) era adolescente, su madre le hizo un regalo que hubiera sido la envidia de medio colegio: una moto. Pero Vicente ... no era un chico corriente y le pidió a su madre que la devolviera: él prefería usar ese dinero para hacer una publicación. Más tarde conoció a Begoña Lobo (Bilbao, 1963) y se casó con ella. La lista de bodas tampoco contenía ajuar ni obsequios convencionales: estaba en la librería Railowsky, en el centro de Valencia, para que el invitado dejara el sello de su personalidad eligiendo un libro para ellos.
Juntos fundaron, el 18 de diciembre de 1998, la editorial Media Vaca, dedicada a pergeñar libros ilustrados dirigidos a lectores de todas las edades. Los hacen con esmero, cuidando de manera obsesiva cada detalle, respetando cada paso de la edición y sin prisas. Sobre todo, sin prisas. Tres libros al año. Tres. Salvo alguna excepción. Vicente y Begoña cumplen 20 años como orfebres del papel y 65 libros encuadernados.
El aniversario ha desembocado en una exposición sobre su obra en Las Naves, centro de innovación del Ayuntamiento de Valencia. Un tributo a veinte años ensalzando a escritores y dibujantes, eligiendo la mejor imprenta, el papel más oportuno, intentado burlar las trampas del sistema, los colmillos de una industria editorial que consideran demasiado preocupada por el dinero.
Su inspiración es otra. Por eso, antes que libros, empezaron editando unas publicaciones, las primeras medias vacas, que no eran mucho más que una hoja doblada en cuatro para ofrecer ocho páginas. «Esto sale de una idea muy bonita de Cesare Zavattini, el guionista del neorrealismo italiano, que decía que el dinero que había ganado en el cine quería gastarlo en contar la vida de las personas anónimas. Y que si todos conociéramos la vida de esas personas, todo sería más fácil», recuerda Begoña Lobo, sonriente y dicharachera, el contrapunto de Vicente Ferrer, tan serio y reflexivo que al principio resulta desconcertante.
«Después de ese banco de pruebas -prosigue Begoña- tenemos muchos amigos ilustradores porque Vicente es ilustrador y veíamos que había muchísimos mejores proyectos de estas personas en los cajones que lo que estaba en el mercado». Así que deciden hacer algo para cambiar este despropósito. «En 1998 los libros para niños son tamaño bolsillo con reproducciones de las ilustraciones en blanco y negro. Queríamos meter en el mundo los trabajos de ilustradores imposibles de hacer porque las editoriales no estaban dispuestas a arriesgarse».
Vicente abre mucho los ojos, habla mucho y selecciona mucho las palabras. «Muchas veces partimos de textos que ya existen, que conocíamos de cuando éramos niños lectores, que tienen vigencia y que deberían ser conocidos por un público nuevo. Y para animar a ese público nuevo, los vestimos con otro traje. Encargamos nuevas ilustraciones a gente que puede hacer bien ese trabajo. Y cuando digo 'textos que ya existen' me refiero a que, a veces, son textos del siglo XIX. Jules Renard escribió 'Pelo de zanahoria' (1894), que tuvo incluso una edición para niños que se llama 'Zanahorio', pero era un libro raro que quedó perdido y nos pareció interesante recuperarlo porque cuenta cosas de la infancia que deberían interesar a cualquier niño de la edad del protagonista. Si a eso le pones imágenes es más fácil entrar en ese mercado que, además, es muy estereotipado: hay unas convenciones sobre lo que debería ser para niños y lo que no, que nosotros, desde el principio, queremos desmontar. ¿Qué es lo apropiado? ¿Qué es para niños? Pero si hay niños que son mejores lectores que sus padres...».
80.000 nuevos libros al año
'Pelo de zanahoria', con ilustraciones de Gabriela Rubio, completó la primera terna de Media Vaca, en 1998, junto a 'No tic paraules' (un libro sin palabras, solo con imágenes) y 'Narices, buhitos y volcanes' (una antología de poemas). Vicente y Begoña emprendían un camino alternativo a la gran autopista de las editoriales que solo quieren el 'best seller', el autor consagrado y las novedades. «Hay que buscar la racionalidad en el trabajo y quién lo hace mejor y más cuidado. Pero el mundo del libro es una vorágine condicionada por la venta únicamente de la novedad. España es uno de los países del mundo donde más títulos nuevos se producen, del orden de 80.000 cada año. Es algo totalmente disparatado. Este sistema beneficia a las grandes firmas, las que han colapsado el mundo de las librerías, aunque, por suerte, han aparecido otras que eligen qué libros quieren tener».
Son la resistencia, las que no quieren únicamente ediciones baratas y de poca calidad, de bolsillo, las que no persiguen el último trabajo del escritor de moda y, al fin, las que aprecian esas obras de arte, dignas de colgar de las paredes de la sala de exposiciones de Las Naves, de Media Vaca.
Ellos, como contraprestación, intentando alimentar este mundo alternativo y más justo, pagan por adelantado los derechos de autor de sus ilustradores, llevan su obra a una imprenta (Brizzolis) que utiliza criterios ecológicos, sostienen el oficio del corrector y hacen un esfuerzo por divulgar la obra de estos dibujantes por todo el mundo a través de las ferias literarias y por librerías atrevidas en Japón, Turquía, Taiwán o América Latina.
Ahí, en los países de habla hispana, encontraron el alivio económico que sostiene un proyecto como este, con tres ediciones al año y una tirada de 2.000 ejemplares. Porque este atrevimiento «no es muy rentable», advierte Vicente, pero encontraron un filón en México, como explica Begoña: «La Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene un programa de libros para bibliotecas de aulas, que son un montón en un país con la población de México, e invita a que todos los libros escritos en español se presenten. Un grupo de especialistas selecciona los mejores para sus bibliotecas y hacen una edición especial de ese libro. Son para distribución gratuita, pero las tiradas pueden ser de 50 o 100.000 ejemplares. Y cuando hemos tenido bajones de venta, como durante la crisis, ha sido la SEP la que nos ha salvado». Un final de cuento.
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