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Teodoro Obiang Jr. posa ante una de sus villas. R. C.
El ocaso de Teodorín, el perfecto 'playboy'

El ocaso de Teodorín, el perfecto 'playboy'

Miércoles, 25 de julio 2018, 00:20

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La biografía del vicepresidente ecuatoguineano es una relación de excesos desvelados, en última instancia, por la Justicia. Los casos abiertos contra Teodoro Obiang Nguema Mangue, más conocido como Teodorín, han demostrado que, desde que era muy joven, una irrefrenable pasión por el lujo desbordaba los límites de su pequeño país y lo conducía hasta lugares tan dispares como Malibú, donde disfrutaba de una villa valorada en más de 25 millones de euros, Ciudad del Cabo, perfecto marco para dilapidar otro millón a lo largo de un tumultuoso fin de semana, la costa Azul o la Avenue Foch, en el corazón de París.

El exministro de Bosques y heredero a la jefatura de Estado ha disfrutado de la excepcional condición de 'playboy', de individuo que entiende la vida como una sucesión de vacaciones. Pero tal empeño resulta muy costoso. El saqueo de los recursos públicos y un sistema de comisiones ilegales en la industria de la madera, según la acusación del fiscal, permitían ese estatus, tan común en numerosos dirigentes africanos.

El disfrute a costa del Tesoro Público constituye una práctica habitual en la clase política subsahariana, aunque generalmente se lleva a cabo desde la discreción. En cambio, el delfín ecuatoguineano alternaba sus compromisos oficiales en Malabo con estancias en Francia, donde poseía un palacete de cinco pisos en la privilegiada Avenue Foch decorado con obras de Toulouse Lautrec o Degas, provisto de piscina cubierta y un garaje repleto de automóviles de diseño exclusivo.

Hace nueves meses, un tribunal francés condenó a tres años de prisión a Teodorín. Nadie concibe que el vicepresidente, de 49 años, renuncie a sus perpetuas vacaciones, pero tal vez la sombra de una sentencia tan humillante le obligue a mantener un perfil más bajo y disimular su vida loca. Quizás el riesgo de ser apresado cambie definitivamente sus hábitos y abandone su pasión por París en invierno y las discotecas de Saint Tropez en verano, el plan perfecto de cualquier reputado miembro de la 'jet set' internacional.

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