La niña que inspiró a Greta Thunberg
En 1992 la canadiense Severn Cullis-Suzuki habló en la Cumbre de Río con 12 años. Su lucha contra el cambio climático continúa hoy
isabel ibáñez
Sábado, 28 de septiembre 2019, 01:44
La que ha liado Greta Thunberg, la adolescente sueca que se dedica a hablar claro a los líderes mundiales sobre lo que puede pasarnos si ... no actuamos a tiempo. Y a torcer el gesto ante Trump. Lo ha hecho en la Cumbre Climática celebrada el lunes en Nueva York con un compromiso, a decir de los expertos, más que insuficiente. Pero no es esto lo que parece preocupar, a la vista de las reacciones que provoca Thunberg en medios de comunicación y redes sociales... El mundo se ha dividido de pronto entre los que admiran a Greta y los que desconfían –e incluso abominan– de ella.
Da igual que el mensaje sea una advertencia compartida por los científicos a los que, seamos sinceros, pocos escuchamos:resumiendo, que el planeta tal y como lo conocemos se nos acaba y lo vamos a pasar mal, mal de verdad. Y, sea como sea, Greta está ayudando a extender este conocimiento. Lo importante para algunos es el continente, y así hemos podido leer que ella es «la gran farsa del cambio climático» aupada por el feminismo del MeToo, y lo que interesa es su «esperpéntica familia», que la manipula, al igual que el lobby de las renovables, que, frotándose las manos ante un futuro de 'energías limpias', han lavado el cerebro de esta cría con síndrome de Asperger en la que muchos ven ya al próximo «juguete roto».
Quizá no saben sus críticos que mucho antes que Greta hubo otra niña que clamó como ella a los gobernantes para que hicieran algo. 27 años han pasado, no había entonces MeToo y el productor Harvey Weinstein acosaba a sus actrices sin ningún tipo de freno. Pocos sabían de renovables. Y es curioso, pero aquel discurso pronunciado en la Cumbre del Clima de Río de Janeiro en 1992 por una pequeña canadiense de 12 años, cuatro menos que Thunberg, se parece mucho al de la sueca, pese a que en aquel momento se hablara más del agujero de la capa de ozono que del plástico en el que empezamos a ahogarnos. Se llama Severn Cullis-Suzuki y, lejos de haberse desmembrado cual juguete barato, sigue plantando pelea como activista medioambiental.
Junto a unos amigos fundó con solo 9 años una organización ecologista y fueron reuniendo el dinero para viajar a Brasil, donde se dirigió a los líderes mundiales con una madurez que arrancó aplausos de los asistentes. Al año siguiente, esta hija de genetista y escritora publicó el libro 'Decidle al mundo', 32 páginas de medidas ambientales para las familias. Y en 2001 se licenció en Yale en Ecología y Biología Evolutiva. Contesta a la entrevista desde su casa de Haida Gwaii, un archipiélago frente a la costa oeste canadiense donde aún reside población indígena Haida, a la que pertenece su marido, con el que tiene dos hijos.
– ¿Siendo niña a principios de los 90, qué era lo que más temía, lo que más le preocupaba, ecológicamente hablando?
– Viviendo en Canadá, estaba muy preocupada por los bosques, por lo que estaba pasando en poco tiempo, ecosistemas que se convertían en desiertos por la tala, la desertificación de la Amazonía brasileña, los bosques que se estaban quemando. No podía creer lo que le estábamos haciendo al planeta. Y estaba muy concienciada sobre los problemas que podríamos tener en el próximo siglo con el agua. Y ahora, comparando, pues sigo cuidando los bosques, el Amazonas sigue ardiendo y el agua está causando guerras.
– ¿Conoció a algún líder mundial que le marcara especialmente?
– Me impresionó muchísimo Mijaíl Gorbachov, una persona increíble con el que coincidí años después. Me impresionó su integridad, fue un gran líder al que no le preocupaba tomar medidas impopulares si era lo correcto.
– ¿Qué recuerda del momento en el que pronunció aquel discurso? Se la veía muy segura...
– Durante semanas hicimos mucho trabajo previo con nuestros padres y entre nosotros. Y con toda esa preparación yo sabía exactamente lo que tenía que hacer y decir. Estaba muy confiada y sin ningún miedo.
Niños manipulados
– ¿Se sintió manipulada?
– Jajaja, en absoluto. Los jóvenes hablan con la verdad, les necesitamos.
– Muchos aseguran que Greta es un títere de sus padres, de las corporaciones de energías renovables... ¿Qué piensa?
– No estoy sorprendida en absoluto de esto que dicen, claro, también se dijo de mí. Es una manera muy fácil de desprestigiar. Pero escucha a Greta, ella sabe exactamente lo que está diciendo y cómo lo dice. Yo tenía mis propias opiniones y actuaciones. Parece que no conocen a los adolescentes, la pasión que ponen en lo que hacen y dicen, saben lo que quieren y es muy difícil manipularles. Pero aunque me parezca divertido esto de la manipulación, estoy preocupada por estos jóvenes activistas, porque en las redes sociales hay muchos que critican y calumnian de forma extrema. En estas tres décadas que han pasado desde mi discurso se han desarrollado las redes sociales, ¡no existía internet! Y estas graves acusaciones han sido alentadas.
– ¿Se refiere a aquellos que ponen obstáculos en las cumbres climáticas?
– Es un lobby muy poderoso, las industrias de combustibles fósiles tratan de mantenerse. No son solo Trump y Bolsonaro. Hay un gran interés en descalificarla porque está diciendo una incómoda verdad a los líderes mundiales de los países industrializados, llamando a una revolución, instando a las gentes a salir a la calle. Tiene mucho poder. Ella es muy afortunada porque viene de un país, Suecia, donde se escucha a las mujeres y hay libertad para hablar. Otros líderes de países en desarrollo con gobiernos opresivos no lo tienen tan fácil.
– Muchos la descalifican por ser una mujer... Dicen que la hacemos más caso por el feminismo imperante, como una crítica.
– No pueden aguantar que una chica joven les diga la verdad, les asusta lo que ella representa, porque es una contadora de verdades. Y a ella no le importa lo que la gente diga... ¡Ese es uno de sus superpoderes!
«Les hizo diferentes»
– ¿Y por qué escuchamos a dos adolescentes y no a científicos?
– Han pasado 27 años de mi discurso y estamos hablando del poder de la voz de la juventud, que se pregunta por qué estamos evitando hablar de por qué estamos permitiendo esta destrucción. Pero sobre todo, una de las razones más poderosas es que la gente quiere a sus hijos, a sus niños, y cuando vemos a los jóvenes hablando a sus padres, a sus abuelos, nos llega de una forma más directa al corazón, más que el discurso de los científicos.
– Buena parte de los jóvenes de los países desarrollados son bastante más consumistas que sus padres, y parecen poco dispuestos a moderar su estilo de vida o a dejar de viajar en avión. ¿En qué se parecen a su generación?
– Las generaciones van cambiando, especialmente por la tecnología, por el uso de las pantallas, y hay muchas diferencias por ello, pero los niños son niños, y cuando paso tiempo con ellos me doy cuenta de que son lo mismo, la pasión es la misma que la que nosotros teníamos, ellos también usan el megáfono y salen a la calle. Es hermoso.
–¿Y no siente que aquel discurso suyo ante la ONU sirvió de poco o de nada?
– Lo importante, y triste, es que el mundo toma sus decisiones de forma colectiva y luego las ignora absolutamente, un sistema de simples promesas. Pero muchos jóvenes me dicen que viendo aquel discurso se dieron cuenta de que también podían hablar pese a su juventud. Eso me hace pensar que mi discurso les hizo diferentes.
– ¿Estamos a tiempo de enderezar nuestro futuro?
– Definitivamente creo que sí, aunque lo tenemos muy, muy difícil y pienso que no podremos revertir por completo el cambio climático, pero es por lo que estamos luchando.
«He venido para deciros a los adultos que debéis cambiar»
Hola, soy una niña de 12 años hablando en nombre de ECO, una organización de niños a favor del medio ambiente. Hemos reunido nosotros mismos el dinero para recorrer 8.000 kilómetros y deciros a los adultos que debéis cambiar. Estoy luchando por mi futuro (...), en nombre de las generaciones venideras, en defensa de los niños hambrientos (...), de los incontables animales que mueren en este planeta (...). Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono, de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver con mi padre hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día. He soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques tropicales repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si todavía existirán para que mis hijos los vean. ¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas a mi edad? Seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no tengo las soluciones, pero ustedes tampoco las tienen. No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono, cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas, cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques donde ahora hay desiertos. Si no saben, dejen de estropearlo. (...) Somos parte de una gran familia formada por seis mil millones de personas, por treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso. Aún soy sólo una niña, y (...) aunque estoy llena de rabia, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo cómo me siento. En mi país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos (...) Mi padre siempre dice: «Eres lo que haces, no lo que dices». Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras. Gracias.
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