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Fotografía de la enorme mancha de piedra pómez sobre el Pacífico tomada desde un satélite.
El milagro que salvará al gran arrecife de coral

El milagro que salvará al gran arrecife de coral

Una isla flotante de piedra pómez del tamaño de Manhattan, surgida de repente en el Pacífico, deriva hacia la barrera australiana y podría revitalizarla

SUSANA ZAMORA

Miércoles, 11 de septiembre 2019, 11:26

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Los primeros en dar la voz de alarma, a principios de agosto, de que algo extraño estaba pasando en el Pacífico no fueron los vulcanólogos, sino unos navegantes que se toparon con una inmensa masa de rocas flotantes que les cerraba el paso. Era el fenómeno más extraño que habían visto en todos sus años de navegación. Michael Hoult y Larissa Brill navegaban en catamarán cerca de Fiyi cuando «las olas se hicieron tan pequeñas que el mar se quedó casi en completa calma. El barco se ralentizó y el timón se bloqueó», relató Brill en su cuenta de Facebook. Cuando miraron al mar, vieron una isla que había aparecido de la nada y no salía en ninguna carta de navegación.

Este, que podría ser la escena inicial de la próxima entrega de 'Piratas del Caribe', fue el primer avistamiento de una inmensa balsa de roca volcánica que a estas horas recorre el Pacífico siguiendo las corrientes oceánicas. Y tras estudiarla, la conclusión de los científicos es que esta isla flotante de piedra pómez (una roca llena de burbujas de aire, tan liviana que puede flotar en el agua) es mucho más que una curiosidad geológica: podría ser la salvación del gran arrecife de coral de Australia.

Un volcán desconocido

Según los investigadores, todo apunta a que esta aglomeración rocosa procede de un volcán submarino cercano a Tonga (país insular de la Polinesia), que entró el pasado 7 de agosto en erupción, pero de la que nadie se percató. El volcán, hasta ahora desconocido, expulsó un gran volumen de lava, que al enfriarse rápidamente en contacto con el mar se transformó en piedras muy porosas. Ahora es un enorme iceberg del tamaño de Manhattan o de 20.000 campos de fútbol. Tales son sus dimensiones, que los navegantes australianos que se adentraron en ella tuvieron problemas para poder salir. «Fue como navegar en un campo de piedras en lugar de hacerlo en el mar. Todo el océano estaba mate y no podías ver el reflejo de la luna en el agua», describe la pareja en sus redes sociales.

Aunque esta isla flotante sorprende por su tamaño (un 90% permanece bajo el agua, mientras que solo el 10% es visible desde la superficie), son relativamente comunes en zonas que tienen muchos volcanes en aguas poco profundas. Sin embargo, históricamente suelen ser estructuras pequeñas que pocas veces se pueden volver a encontrar. En este caso, es tan grande que ha podido rastrearse por satélite. ¿Su dirección? Directamente hacia a la Gran Barrera de Coral australiana, a donde llegará en un plazo de siete a doce meses. Son miles de millones de trozos de piedra pómez flotando juntos, aunque en cualquier momento podrían disgregarse. Pero, juntos o separados, lo que los científicos ponen de relieve es su capacidad para albergar todo tipo de vida: algas, percebes, corales, cangrejos, caracoles y gusanos. «Cada uno de esos trozos (con alto contenido de sílice y riolita) termina siendo excelentes casas para los organismos marinos, ayudándolos a reproducirse», apunta el vulcanólogo Erik Klemetti, de la Universidad de Denison (Ohio).

Nuevos habitantes

Si finalmente alcanzara las costas australianas, la mayoría de los científicos coinciden en que podría beneficiar a la Gran Barrera de Coral. «Basándonos en lo observado con fenómenos similares ocurridos en los últimos 20 años, va a traer corales saludables y nuevos habitantes a los arrecifes», explica Scott Bryan, uno de los geólogos que actualmente estudian una muestra en la Universidad Tecnológica de Queensland.

La Gran Barrera australiana, con 2.600 kilómetros de longitud, es la mayor reserva de coral del mundo y un auténtico santuario para miles de especies marinas. Pero el acelerado aumento del nivel del mar ha elevado en los últimos años la temperatura del agua en la superficie y ha ido acabando lentamente con el coral hasta dejarlo completamente blanco.

Por esta razón, se han levantado otras voces científicas denunciando la verdadera raíz del problema. Aseguran que mientras siga subiendo la temperatura del agua, el coral seguirá muriendo. «Algas microscópicas viven dentro del tejido de los corales y les proporcionan su color y aproximadamente el 90% de la energía que necesitan para crecer. Pero estas algas, llamadas zooxantelas, son extremadamente sensibles a la temperatura del agua. Un aumento de solo un grado puede hacer que las algas abandonen el coral, dejando solo el esqueleto y provocando su blanqueamiento. Eso no significa que el coral esté muerto, pero con el tiempo puede morir», sentencian.

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