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Siluetas. Un bando de estorninos migrantes crea diferentes formas en los cielos de Israel, cerca de la ciudad de Beit Kama, al sur del país. FIRMA_FOTO
La verdad detrás del extraño vuelo grupal de los pájaros

La verdad detrás del extraño vuelo grupal de los pájaros

Los estorninos adornan los cielos de invierno con caprichosos dibujos que aún son un enigma; se cree que actúan todos a una para despistar a los depredadores

ISABEL IBÁÑEZ

Lunes, 5 de febrero 2018, 03:36

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Pueden ser molestos si han escogido los árboles de la plaza de enfrente como base de operaciones, y cada atardecer hay que sufrir la escandalera que montan hasta que deciden posarse. Por no hablar de cómo aparecerán los coches aparcados debajo... Pero hay que ver el lado bueno, que lo tienen. Las formas que dibujan en los cielos de invierno son un espectáculo bello de contemplar, cientos, millares, decenas de miles a veces, volando juntos todos a una, sin equivocarse, sin chocar, un baile hipnótico de una plasticidad etérea... Dan ganas de dejarse llevar, de ser uno de ellos, de abandonarse a la comodidad de esa conciencia única...

Mozart los encontraba encantadores. De hecho, se compró uno en 1784. Anotó la adquisición y el precio en un libro de contabilidad donde añadió una transcripción de lo que parece ser el canto del bichillo, unos compases similares al tema inicial del tercer movimiento de su Concierto para piano número 17 en Sol mayor (K 453), aunque con un sol sostenido en lugar de uno natural. Y debajo escribió «¡Eso estuvo bien!». Los estudiosos sospechan que le enseñó a silbar la melodía y el pequeñajo la clavó. Porque una de las habilidades de estos animales es la de imitar los cantos de otros pájaros. El estornino de Mozart vivió tres años y, cuando murió, lo enterró en el patio, le preparó un funeral con procesión incluida y le escribió un poema. Le quería, claro.

Y aunque fuera solo por la belleza de sus vuelos es posible amarlos. Pese a que en 1960 provocaran la tragedia aérea con más víctimas de la historia por culpa de pájaros, 60 muertos, al introducirse un bando en los motores de un avión que despegaba de Boston. Todavía es un enigma el porqué de esos vuelos que tanto inspiran. El grupo estadounidense Wilco escogió para la carátula del álbum 'Sky Blue Sky' una foto de Manuel Presti que ganó el premio al Fotógrafo de Vida Salvaje del año 2005; la imagen muestra un bando de estorninos que empieza a abrirse ante ante la aparición de un halcón peregrino. Esa es, precisamente, una de las explicaciones de estos vuelos sincronizados: jugar al despiste, dificultar al perseguidor el fijarse en un solo objetivo para ir a por él, 'confusión del depredador', lo llaman. Lo hacen los pequeños peces, como las anchoas en enormes cardúmenes, y hasta los humanos: los tripulantes del 'USS Indianapolis', hundido en 1945 por un submarino japonés, quedaron a merced de los tiburones durante cinco días. La mayoría se mantuvo en grupo formando un círculo al creer que esa era la mejor defensa (aun así, entre la explosión y los escualos solo sobrevivieron 317 de 1.200 hombres).

Gritos informativos

«Miles de pares de ojos ven mejor que uno solo, tanto para divisar cazadores como para encontrar alimento. Y volar juntos ahorra energía», añade Virginia Escandell, de la Sociedad Española de Ornitología, SEO Birdlife. Pero... ¿Cómo es posible que no choquen entre sí? «Con los gritos que emiten se pasan información sobre sus movimientos». Además, cada individuo solo ha de estar atento a lo que hacen los cinco o seis pájaros que lo rodean, estos a su vez harán lo mismo, y así los miles del bando. En España hay dos especies, el negro, que vive aquí, y el pinto, que acude a invernar -suelen volar juntos-. En total dos millones de individuos. Viven ligados al hombre, en ciudades o campos, alimentándose de insectos o semillas.

Voluntarios de SEO que se dedican a contabilizar las aves en nuestro país han detectado desde 1998 un incremento en primavera del 10% en el estornino negro y un descenso del 30% en el pinto. En invierno, sin embargo, estos últimos han aumentado un 50% y los negros, un 24%. EE UU los considera plaga; en 2012 mataron 1,5 millones sin mucho efecto en su población. Escribió Mozart en su poema: «Descansa aquí mi querido y loco pájaro estornino (...). Vierte, amigo lector, tú también como dádiva una o dos humildes lágrimas».

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