Las iraníes protagonizan un 'desnudo integrista' contra el hiyab
Las iraníes se rebelan contra el hiyab y se muestran en público con la cabeza descubierta. Las chicas de la calle Enghelab protagonizan el enésimo intento de cambiar las reglas de la teocracia
IRMA CUESTA
Domingo, 24 de febrero 2019, 15:39
Aquel día, sin pensárselo dos veces, Vida Movahed se subió a una de esas cajas de electricidad que pueblan los cruces en Teherán, se quitó ... el pañuelo y lo ondeó al viento sobre el intenso tráfico. Aunque cuarenta y cinco minutos después era arrestada y retenida durante 31 días, aquel mes entre rejas no sería en vano: su gesto se convirtió en el grito de guerra de quienes protestan contra la ley que obliga a las iraníes a usar el velo en público. Pronto fueron cientos las mujeres decididas a quitarse su hiyab desafiando las leyes de un país en el que la cultura de la no discriminación sexual no termina de prender, por más que su presidente, Hasán Rohaní, ganara las elecciones alentando el ansia de reforma de muchos de sus compatriotas.
En los días siguientes, veintinueve mujeres más fueron arrestadas en el mismo sitio antes de que el Ayuntamiento de Teherán levantara una cubierta puntiaguda en la parte superior de la caja de electricidad para evitar que se subieran a ella. Tampoco aquello sirvió para acallarlas. Conocidas como las chicas de la calle Enghelab, porque ese fue el lugar elegido por Vida para descubrirse, y en vista de que les habían robado el púlpito desde el que gritar sus reivindicaciones, trasladaron el campo de batalla a las redes sociales. Desde hace ya unos cuantos meses, internet se ha poblado de jóvenes enarbolando su pañuelo sobre un palo en cualquier esquina del país.
Movahed, que acaba de cumplir 32 años, asegura que se encaramó a aquel cuadro eléctrico porque quería que vieran su verdadero yo. No podía imaginar que se convertiría en el último símbolo de la resistencia iraní, ni que cientos de mujeres -y algunos hombres- se sumarían a la causa.
La prueba de que el movimiento está removiendo los cimientos de la revolución es la cuantía de las multas que se han impuesto a algunas de las mujeres detenidas por osar descubrirse la cabeza. Aunque el Código Penal de la República Islámica establece que cualquier mujer que aparezca en público sin el hiyab (el término no sólo hace referencia al pañuelo, también al conjunto de la vestimenta que no debe dejar visibles más que cara y manos) se enfrenta a dos meses de cárcel y una multa que puede rondar los 5.000 riales (casi 11 euros), en estos meses ha habido sanciones de incluso 5.000 millones de riales, unos 100.000 euros, en un país en el que una casa de tres habitaciones en la ciudad sale por menos de mil. Una nación en la que, hace solo unos días, una televisión canceló la retransmisión del partido de la Bundesliga disputado entre el Bayern Munich y el Augsburgo porque estaba siendo arbitrado por una mujer, la alemana Bibiana Steinhaus, que como cabía esperar saltó al campo a hacer su trabajo en pantalones cortos.
Un detalle sin importancia si recordamos que en 2014 cerca de una treintena de iraníes fueron atacadas por hombres que les lanzaron ácido a la cara. Las víctimas, todas menores de 30 años, fueron castigadas porque enseñaban parte de su cabello. Una de ellas murió a causa de las heridas y la mayor parte del resto perdió total o parcialmente la vista. Cuatro años después, las chicas de la calle Enghelab parecen dispuestas a no dejarse amedrentar aunque, en vista de que el asunto se está yendo de las manos, las autoridades iraníes, que ya han cerrado la mayor parte de las redes sociales, están ahora decididas a bloquear el acceso a Instagram, que consideran abiertamente inmoral. Hace solo unas semanas, el Consejo Nacional del Ciberespacio dio el visto bueno al protocolo de 'desconexión'. Mientras, las chicas de la calle Enghelab buscan la manera de seguir plantando batalla.
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