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A la cola para ver Portugal: los turistas duplican a la población

Ni Londres soporta semejante presión turística

ICÍAR OCHOA DE OLANO

Domingo, 24 de junio 2018, 00:43

Hay un tranvía llamado deseo en Lisboa. Es amarillo y blanco, con la barriga de madera crujiente. Tiene aforo para cincuenta pasajeros, veinte de ellos ... acomodados en asientos de piel. Por 2,90 euros, repta con genio por las siete colinas de la vetusta Olissipo, estaciona junto al castillo de San Jorge y serpentea por algunas de las calles más tortuosas y genuinas de los distritos de Barrio Alto, Graça, Mouraria, Alfama, Baixa, Chiado, Madragoa y Altoangostas. Este «eléctrico», como le dicen los locales, el número 28, se coge en la plaza Martim Moniz a partir de las ocho de la mañana. No hace falta preguntar cuál es su parada. Lo anuncia en la distancia la fila india con docenas de turistas que aguardan veinte, cuarenta o sesenta minutos para subirse al decimonónico vagón y entregarse al traqueteo con un codo empotrado en la sien, una 'réflex' incrustrada en la ingle y una mochila camorrista declarando la guerra en la retaguardia. A excepción del santo conductor, ya no lleva lisboetas a bordo. Si acaso, algún carterista. A los portugueses les enloquecen las sardinas. Pero, únicamente, en el plato y previa travesía infernal por la parrilla.

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