«El agua ya cotiza en bolsa en Estados Unidos. ¡Qué disparate!»

-Cuando en enero y febrero apenas llovía, ¿qué se le pasaba por la cabeza?

-Vivo en una comarca maravillosa, llena de bosques, y trabajo como campesino. Soy un modelo de la antigua cultura rural y un observador atento de cómo se comporta el cambio climático con relación al paisaje. Tengo cientos de datos que confirman la desproporcionada reacción de los ciclos meteorológicos, que ya no son regulares. Está clarísimo que cada vez llueve menos, pero también que los periodos de ausencia de lluvia son más dilatados. Además, han desaparecido esas borrascas atlánticas que provocaban lluvias durante una semana. Ya no las tenemos. En enero y febrero nos encontrábamos en una de las sequías más preocupantes de los últimos cien años y todavía tenemos un déficit hídrico desquiciado. Hasta el 80% de la lluvia anual llega entre otoño e invierno y este año estábamos por debajo del 20%. Si sigue lloviendo como ahora durante unas semanas y abril cumple su fama, podríamos aguantar hasta otoño, pero otoño también tendría que ser lluvioso si no queremos problemas con la sequía.

-¿Entiende que a estas alturas todavía haya negacionistas del cambio climático?

-Cuando algunos se atreven a decir que esto es una exageración... ¡Pero si nos estamos quedando muy cortos! El drama es que no estemos poniendo todos los recursos habidos y por haber en luchar contra el cambio climático, una crisis global que no escapa a ningún ser vivo porque ataca al agua, que hace posible lo viviente. Si se entendieran bien los datos... Cada día mueren 20 millones de árboles, Europa tiene 600 millones de pájaros menos que hace 15 años y 200.000 toneladas de contaminantes llegan a las aguas del mundo cada 24 horas.

-¿Cuál es el vínculo entre la sequía y el vaciamiento de la España interior?

-Nuestro país, y todos los mediterráneos, serán afectados en grado extremo por el cambio climático, tanto que si las temperaturas continúan subiendo, será imposible la agricultura. La falta de agua ya está empezando a explicar los problemas de nuestro campo. Pero sobre este asunto, lo principal es que los políticos no han hecho nunca nada por el medio rural, que tenía motivos para haber salido a la calle hace muchos años. Al agricultor se le paga tres veces menos de lo que sería justo.

-El gas, la gasolina y la electricidad se encarecen. ¿Debería subir el precio del agua de consumo para que la ciudadanía la valorara más y evitara su despilfarro?

-El gran problema del agua no está en los domicilios particulares, sino en las empresas que utilizan enormes cantidades o en los regadíos. Pero la gran amenaza que viene es la privatización del agua. El agua ya cotiza en bolsa en Estados Unidos. ¡Que se pueda especular con un bien así es un disparate! El agua es la piedra angular de la vida y debería ser pública, socializada y controlada de forma democrática en todos los escalones, incluida la distribución y el saneamiento. El agua no es un recurso, sino que es parte fundamental de nosotros: somos agua.

-Rusia es el segundo país con más agua potable del mundo. ¿Podría ocurrir, en el futuro, que se utilizara el agua como arma geopolítica y que algún país cerrara o abrira la llave del agua como ocurre con la del petróleo o el gas?

-Sí, lo que hace ahora Rusia con los combustibles podría hacerlo con el agua. Pero no solo Rusia. Brasil es el país con más agua del mundo y Estados Unidos y Canadá también tienen grandes cantidades. O Turquía, donde nacen el Tigris y el Eúfrates, que cada vez se queda más agua de estos ríos en perjuicio de los países vecinos. Justo por eso es por lo que hay que sacar el agua del mercado. No es una mercancía. Y ya tenemos guerras cuyo origen está en la falta de agua. La violencia en Siria comenzó tras una sequía prolongada que disparó los precios de los cereales y del pan.

-¿Qué le parecen los trasvases?

-Especialmente mal. Como geógrafo, tengo una clara conciencia de lo que significan un río y una cuenca hídrica, que son mantenedores del territorio. Si concretamos con los trasvases en España, diría que de ninguna manera hay que hacerlo. En Murcia, por ejemplo, podría utilizarse la mitad de agua, así que primero, use bien el agua y después, hablamos.