La Casa Lannister, extrema y dura

Un buen día Malpartida se despertó revolucionado. En Los Barruecos, donde antes se veían represas, lagartos y aves acuáticas, se asentaron grúas, camiones, pólvora de los efectos especiales, cámaras montadas en vagones de 'travelling' y caballos. Eran los preparativos de la celebérrima escena en que Daenerys Targayen sobrevuela el paraje montada a lomos de un dragón que escupe llamaradas.

El alcalde de Malpartida, Alfredo Aguilera (PP), asegura que la gente de la tele cumplió su palabra y dio trabajo a los lugareños, pero a la postre fue muy cicatera. «Hubo un buen retorno económico por nóminas, alquileres de naves y pisos, así como comidas en restaurantes. No obstante, queríamos que nos hubieran dejado algo para abrir un centro de interpretación. Cedimos terreno municipal, dejamos que quitaran vallas, que destrozaran caminos... Es cierto que luego lo han reparado todo. Pero, hombre, un poco de reciprocidad, ¡déjame una flecha quemada, un escudo roto, un vestido de Daenerys!, cualquier chorrada que seguro tirarían por estar sucias. Pues nada. Sólo un póster firmado por los actores. Y es que los ingresos por comercialización de la marca de la serie son muy potentes», se duele Aguilera.

Con medio siglo de retraso, el pueblo cacereño saboreaba las mieles, esta vez sí, de un 'miniplan Marshall'. Malpartida se lo curró a conciencia. El pueblo se empeñó en retener los vestigios fugaces de 'Juego de Tronos'. Ahora sigue explotando el filón y ofrece a frikis y cinéfilos platos inspirados en la superproducción audiovisual. Trata de cautivar a los visitantes con un mercado medieval y un parque infantil repleto de dragones y escudos que evocan las peripecias de los personajes de la saga.

Durante un mes, los productores intentaron evitar que alguien destripara los lances de las escaramuzas. Era difícil porque, entre intérpretes, figurantes, especialistas y personal de empresas auxiliares, unas 800 personas tomaron el paraje que se conoce como Barrueco de Arriba. El Ayuntamiento ha instalado paneles informativos que lo recuerdan. Pese a la incredulidad de algunos, a este lugar de la mancomunidad Tajo-Salor acudieron Emilia Clarke, Nikolaj Coster-Waldau, Peter Dinkiage, Jerome Flynn y otras estrellas del celuloide para dar lo mejor de sí.

Malpartida ya había exprimido las ubres del turismo. El municipio salió en los periódicos de medio mundo cuando, hace cinco años, al alcalde se le ocurrió cubrir la Plaza Mayor con paraguas de todos los colores para que dieran sombra y corriera un poco el fresco. La estampa de miles de sombrillas alineadas como un gigantesco arco iris en forma de toldo recorrió el mundo. «Este es el quinto año que los colgamos. Se me ocurrió a raíz de un torneo de baloncesto de tres contra tres que celebramos todos los años. En una edición hubo un calor terrorífico. Lo vi en una calle de Portugal, 15 o 20 paraguas, y nosotros dijimos: 'hagámoslo en plan bestia'. Cada año montamos 1.200 paraguas que es preciso renovar, porque se queman con el sol. Ha salido muy bien, dado que baja la temperatura dos o tres grados», dice Aguilera. Hace una semana sopló un vendaval y el Consistorio tuvo que reponer a marchas forzadas un sector de los quitasoles. La iniciativa ha tenido tal éxito, que ha sido replicada en Torrox (Málaga), Alcobendas (Madrid) y varios pueblos más.

Aparte de la plaza, el municipio atrae a curiosos gracias al Museo Vostell, instalado en un antiguo lavadero de lanas. Wolf Vostell (1932-1998) era un artista alemán que pintaba, esculpía, hacía vídeos y montaba instalaciones. Casado con una extremeña, encarnaba el exponente del 'happening'. A mediados de los 70 fundó un museo de arte conceptual al aire libre en Malpartida. Si bien muchos lugareños no acababan de comprender sus coches sepultados en hormigón, le terminaron ayudando y hoy es el tercer museo más visitado de Extremadura.

Y si algo se les da bien a los malpartideños es apuntarse al jolgorio. «Cada fin de semana tenemos algo: fiesta ibicenca, carnaval de verano, actuaciones de DJ en la plaza de toros... Con el 3x3 de baloncesto viene mucha gente; empezó con veinte equipos y ya vamos por noventa», apunta Maripaz Morgado, propietaria de una imprenta en Cáceres.

Nuno y Ana y su hijo de pocos años han desafiado el calor para adentrarse en Los Barruecos, justo cuando otros se están echando la siesta. Son una familia portuguesa que está recorriendo España. Han empezado en Lepe (Huelva) y terminarán en Salobreña (Granada). «Ha sido pura casualidad, nos hemos enterado por los carteles», dice Nuno.

Los esfuerzos por atraer a turistas con el reclamo de la ficción televisiva han dado sus frutos. En el primer semestre de este año viajaron a Malpartida 7.619 personas, de las cuales 244 eran extranjeros. Estas cifras suponen un incremento del 89% con respecto al mismo periodo del año anterior. A ellos hay que sumar los amantes de la serie que no pasaron ni por la oficina de turismo ni por el centro de recepción de visitantes y que fueron directamente a solazarse con la vista de las charcas y los bolos graníticos de Los Barruecos. A lo largo de todo el año, el pueblo registra la visita de 90.000 personas que recalan en los lugares de interés del municipio, desde la iglesia hasta las hileras de casas blancas de la calle La Cruz.

«Yo no me presenté al 'casting', pero tenía que haberlo hecho porque tenía barba y coleta», dice José Manuel García entre carcajadas. «La gente salió disgustada, se esperaba algo más. Es lo que nos pasa a los extremeños, somos gente que nos ilusionamos con cualquier gilipollez y con poco que nos paguen trabajamos», señala García, que se encarga del mantenimiento de edificios.

El paro, aunque menor que en la comarca, es uno de los grandes problemas del pueblo, a los que se unen la baja natalidad y la emigración. Con todo, Teresa Plata, recién licenciada en Derecho, y Sara Domínguez, graduada en Turismo, no cambiarían el lugar por nada. «Aquí hay calidad de vida, todo va a un ritmo diferente», aduce Domínguez, quien reside en Madrid pero aprovecha cualquier ocasión para acercarse a Malpartida. Teresa y Sara coinciden en que el Ayuntamiento ha sabido moverse en Fitur y otras ferias para publicitar los atractivos de la zona. «Al estar cerca de Cáceres, tiene los beneficios de la ciudad y la tranquilidad de un pueblo», recalca el expolicía nacional Francisco Silgado.