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Espectacular vista de la Tierra desde la Estación Espacial Internacional. NASA
Un billete para el Titanic y el espacio

Un billete para el Titanic y el espacio

El turismo no conoce límites. La Estación Espacial Internacional y el 'Titanic' son los nuevos destinos; eso sí, a precios desorbitados

FERNANDO MIÑANA

Sábado, 15 de junio 2019, 10:16

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El mundo se nos queda pequeño. El turismo, en su afán por llegar adonde nadie más, o al menos adonde solo unos pocos más, está dejando la Tierra prácticamente sin lugares ignotos. Ya hasta la cima del Everest, el techo del planeta, es hollada por largas colas de pacientes visitantes cuando el tiempo es benigno, como reflejó hace días la fotografía convertida en una de las imágenes de 2019. Pero aún quedan destinos verdaderamente remotos. Uno de ellos, en las profundidades marinas, comenzará a explotarse este verano. El otro, en el espacio, a partir de 2020. Primero, la inmersión; después, la propulsión.

Este verano será posible contemplar lo que queda del 'Titanic', el mítico transatlántico que zarpó el 10 de abril de 1912 de Southampton (Inglaterra) rumbo a Nueva York y que se fue a pique cuatro días después tras impactar contra un iceberg en aguas del Atlántico. Cerca de 1.500 personas murieron en el naufragio y 712 fueron rescatadas.

La embarcación se hundió hasta alcanzar el lecho marino a 3.800 metros de profundidad y a unos 600 kilómetros de las costas de Newfoundland (Canadá). Y hasta allí abajo se desplazará el batiscafo de OceanGate, la compañía que ha comercializado esta aventura a 125.000 dólares por persona -un acompañante paga la mitad-.

La compañía ha organizado seis expediciones. La primera, del 27 de junio al 6 de julio; la última, del 6 al 15 de agosto. Los turistas volarán en helicóptero desde Canadá hasta el barco de apoyo. Desde ahí se producirán las inmersiones en el 'Titan', el único sumergible tripulado del mundo con capacidad para descender hasta los 4.000 metros de profundidad.

Es un minisubmarino con espacio para un piloto y cuatro tripulantes. Sus medidas son angostas -6,7 metros x 2,8 x 2,5- y sube y baja a una velocidad de 50 metros por minuto, con lo que cada trayecto de ascenso o de descenso se prolongará durante una hora y media. Sus características técnicas -está construido con titanio y filamento de fibra de carbono-, con una atmósfera constante, eliminan la necesidad de una descompresión durante el ascenso.

En el fondo marino, a 3.800 metros de profundidad, disfrutarán de las vistas del barco, popularizado por el cine, a través de una escotilla de 53 centímetros de diámetro y de una cámara exterior que ofrecerá, en una tableta, vistas desde la proa de 180 grados.

Cinco habitaciones y gimnasio

Más caros aún serán los viajes a la Estación Espacial Internacional que la NASA ha autorizado a partir de 2020. Se especula con precios que oscilan desde 35.000 dólares por noche hasta 60 millones de dólares por 30 días en total. Robyn Gatens, subdirectora de la estación, informó de que solo se autorizarán dos viajes por año y la NASA cederá toda la responsabilidad a las compañías que exploten estos viajes espaciales.

Las dos grandes candidatas son SpaceX, del multimillonario Elon Musk, que mandará a sus pasajeros en el propulsor 'Dragon', y Boeing, que utilizará la 'Starliner', una nave espacial que todavía está en construcción. Estas dos multinacionales tendrán la responsabilidad de seleccionar al pasaje, comprobar que cumple una serie de requisitos médicos y entrenarlo.

La NASA no es la única propietaria de la Estación Espacial; de hecho, la comparte con la Agencia Espacial Europea (ESA), la canadiense, la japonesa y la rusa. Esta última se ha mostrado recientemente más proclive a explotarla comercialmente. El primer turista que llegó hasta esta obra de ingeniería, que orbita a unos 408 kilómetros de la superficie de la Tierra, fue el empresario estadounidense Dennis Tito, que desembolsó 20 millones de dólares a la agencia rusa por un viaje de ida y vuelta.

Los turistas espaciales que se animen en 2020 reservarán sus noches en este improvisado hotel con un gimnasio, dos baños y cinco habitaciones con vistas al planeta Tierra. Aunque, en realidad, es una especie de mecano de 109 metros de longitud y 98 metros de ancho donde la gravedad es un poco más débil que la que sentimos en tierra firme. Un destino reservado a potentados con ganas de contemplar el mundo desde un punto de vista inalcanzable incluso para los que subieron al Everest.

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