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Tony Mendez, con Ben Affleck en 2012, en la presentación de la película sobre su hazaña. R. C.
Muere el héroe de 'Argo', el espía que liberó a seis diplomáticos haciéndoles pasar por un equipo de cine

Muere el héroe de 'Argo', el espía que liberó a seis diplomáticos haciéndoles pasar por un equipo de cine

Su hazaña inspir la oscarizada película de Ben Affleck

ANTONIO PANIAGUA

Miércoles, 23 de enero 2019, 01:31

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Tenía los nervios de acero y una mente de ilusionista. El cerebro que ideó el temerario rescate de seis diplomáticos estadounidenses en el Irán de Jomeini ha muerto. La aventura de Tony Mendez inspiró la cinta 'Argo', producida, dirigida e interpretada por Ben Affleck. El filme, que se llevó el Oscar a la mejor película en 2012, alimentó la leyenda de este genio del camuflaje y la impostura. Porque Mendez era un artista del fingimiento, un maestro del disfraz, uno de esos tipos sagaces que planeaban operaciones dignas de una película de acción de Hollywood. Además, era un auténtico perito en la falsificación de documentos. Antonio Joseph 'Tony' Mendez, experto en operaciones encubiertas y clandestinas, falleció el sábado a los 78 años en Frederick, en el estado de Maryland. Según su esposa, Jonna, sufría párkinson.

Tony Méndez decía ser un «hombre tranquilo». Sin embargo, hace 40 años no las tenía consigo. De hecho, nunca creyó que fuera a salir con vida del estrafalario plan que se inventó. La historia comienza en Irán. El 4 de noviembre de 1979, un grupo de radicales islámicos tomaron la embajada de EE UU en Teherán, donde apresaron a 66 rehenes. Entre ellos había seis supuestos diplomáticos -aunque se sospecha que en realidad eran agentes de la CIA- que consiguieron escapar y refugiarse en el piso del cónsul estadounidense en la capital iraní. Dos de ellos consiguieron entrar en el edificio de la embajada canadiense y el resto se alojó en el piso del cónsul de ese país, John Sheardown.

A Tony se le encomendó entonces la tarea de liberar del cautiverio a la media docena de funcionarios norteamericanos. Pese a que decía ser partidario de soluciones discretas, el espía rompió en 1980 la regla. Pensó que la mejor manera para acabar con el problema era echarle una buena dosis de imaginación. Y así lo hizo. Se disfrazó de cineasta irlandés y sacó de tapadillo a la media docena de rehenes haciéndoles pasar por miembros de un equipo canadiense de buscadores de localizaciones. El régimen de los ayatolás se tragó la patraña. Estaban persuadidos de que Irán sería el plató para rodar una película de ciencia ficción que se llamaría 'Argo'. Tony no dejó ni un cabo suelto. Urdió una enorme engañifa que incluía una productora falsa con sede en Los Ángeles.

Aprendizaje recíproco

Hollywood y la CIA eran por aquellas fechas vasos comunicantes. Según dijo una vez Mendez, unos aprendían de otros. El que quizá sea el proyecto más delirante de la CIA contó con la ayuda del reputado maquillador John Chambers, autor de un soberbio trabajo con los protagonistas de 'El planeta de los simios'. Al elenco de artistas-espías se sumó el también maquillador Bob Sidell, quien tiempo después demostró su sabidurá en 'E. T.', a las órdenes de Steven Spielperg.

Mendez viajó a Teherán con un pasaporte canadiense a nombre de Kevin Costa Harkins. Le acompañaba en la misión Julio, otro agente de la CIA. Sin ninguna experiencia actoral, quienes iban a ser liberados se aprendieron a conciencia sus papeles. Por suerte para ellos, iban bien caracterizados. Una vez abandonaron su refugio, burlaron a los oficiales iraníes, que se creyeron el cuento de que estaban ante profesionales de la industria cinematográfica. «Siempre me consideré primero un artista. Y durante 25 años fui un buen espía», decía Mendez, que había ingresado en la CIA en 1965.

Ya en el aeropuerto, representaron su papel a la perfección. Los diplomáticos se paseaban por las instalaciones con aire despreocupado, gracias a una perfecta puesta en escena. Con todo, debieron sudar lo suyo. El avión de Swissair se averió y el equipo de sedicentes productores tuvo que esperar una hora más de lo previsto. Los nervios les devoraban. Por fin, la aeronave levantó el vuelo. Solo cuando el capitán anunció que estaban fuera del espacio aéreo iraní pudieron respirar tranquilos. Mendez aplacó la tensión echándose al coleto un Bloody Mary. Era el 28 de enero de 1980 y todos estaban sanos y salvos. Sus compañeros de embajada tendrían que esperar un año más antes de ser liberados.

De padre mexicano y madre italoamericana, Mendez nació en plena Guerra Fría, cuando el mundo se dividía en bloques y parecía el escenario de una novela de John le Carré. Antes de tomar el pelo a los iraníes, Mendez se recorrió medio mundo, destinado en operaciones de toda laya en Laos, India y la Unión Soviética.

Nada más conocer su muerte, Ben Affleck, quien le dio vida en la pantalla grande, escribió ayer en Twitter: «Tony Mendez fue un verdadero héroe americano. Fue un hombre de extraordinaria gracia, decencia, humildad y amabilidad. Buscó servir a su país».

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