La misteriosa muerte del aguijón blanco que picoteaba a Mugabe
A Roy Bennett le decían 'uno de los nuestros' los negros de Zimbabue. Ha muerto en accidente de helicóptero apenas mes y medio después de ayudar a echar al dictador
ANTONIO CORBILLÓN
Lunes, 29 de enero 2018, 10:24
En Zimbabue conocían a Roy Bennett como 'el Aguijón más Agudo' que zumbaba alrededor del dictador Robert Mugabe. Un blanco con alma negra que se ... atrevía a 'picar' al sátrapa, el único presidente que había conocido el país desde su independencia en 1980. Finalmente, Zimbabue se libró de Mugabe a finales de noviembre.
Bennett, a quien habría que atribuirle parte del mérito en la lucha por desalojarle, apenas le ha sobrevivido mes y medio. Falleció el jueves en un accidente de helicóptero en Nuevo México (Estados Unidos), junto a su mujer, Heather, y tres personas más. El aparato quedó calcinado y pulverizado sobre una zona montañosa cercana a Raton, en el límite con Colorado. La única superviviente, la hija del copiloto, logró salir y evitar la explosión y las llamas.
Roy Bennett era miembro de la escasa minoría blanca que no huyó de la antigua Rodesia tras la descolonización, la independencia y la devolución de granjas a los africanos. Demostró su amor por el país pagando un alto precio familiar y personal. La aplastante mayoría negra se acabó identificando con aquel blanco rubio y rollizo que hablaba el shona (dialecto bantú) y gesticulaba como uno de ellos. Por todo ello le llamaban 'Pachedu': 'uno de los nuestros'.
Su nombre había trascendido de su remota región de Chimanimani, en el Este montañoso, donde su familia explotaba una granja de café. El éxito comercial le llevó a convertirse en un reconocido filántropo local que tan pronto ayudaba a cientos de padres con las matrículas escolares de sus hijos, como pagaba de sus bolsillos las carreteras e infraestructuras de su comarca, abandonada a su suerte por el poder central de la capital, Harare.
Bennett pasó su primera temporada en prisión al oponerse al programa de redistribución de tierras que dejó sin ellas a más de 4.000 granjeros blancos. Describió la experiencia como «el paso por el infierno». Una penuria que se fue repitiendo para él como una puerta giratoria. Su compromiso le permitió ser en el año 2000 el primer blanco que lograba un escaño parlamentario desde un distrito rural, lo que enfureció a Mugabe, que presumía del absoluto control del territorio tras agitar campañas para demonizar a la minoría blanca. Pagó un gran coste personal, ya que activistas del partido de Mugabe, ZANU, asaltaron su finca en plena campaña electoral y agredieron a su mujer, embarazada de tres meses. Heather Bennett tuvo que abortar.
Morir de hambre en la cárcel
Su partido, el Movimiento para el Cambio Democrático, MCD, siguió siendo el objetivo de los ataques del todopoderoso presidente. En 2004 y durante un debate en el Parlamento con el ministro de Justicia, éste dijo de los antepasados de Bennett que «fueron ladrones y asesinos». Gritándole y exigiéndole respeto en shona, Bennett le empujó. Mientras el ministro caía al suelo, otro miembro del Gobierno sacó una pistola y apuntó al líder blanco, que fue detenido y encarcelado durante 15 meses.
Del segundo paso por el infierno salió delgado como un rayo y con la cara quemada por la exposición solar y el maltrato. Un precio asumible para un hombre que vio a presos morir de hambre en sus celdas. El hostigamiento no acabó con su salida de prisión y las amenazas de muerte le obligaron a exiliarse varios años en Sudáfrica.
En 2009, el primer ministro Morgan Tsvangirai (miembro de su partido, MCD) le reclamó como viceministro de Agricultura, pero el día que debía jurar su cargo fue detenido de nuevo, acusado de urdir un complot para derrocar al obseso Mugabe y de posesión de armas para practicar el terrorismo, bandidaje e insurgencia. Pasó un mes entre excrementos en otro infernal presidio. «No se lo desearía ni a mi peor enemigo», dijo al salir.
Hasta Tsvangirari denunció su «persecución» y amenazó con zanjar la coalición de gobierno. «Podía haberse marchado, como muchos otros granjeros blancos, pero siguió volviendo con un coraje que nada tiene que ver con el beneficio personal, sino con la creencia de que puede ayudar a reconstruir un país destrozado», le defendió la edición para Zimbabue de 'The Guardian' en 2009. De hecho, en 2010 fue absuelto de todos los cargos. Pero no de las paranoias de Robert Mugabe.
Su muerte, a punto de cumplir 60 años, se produce en el arranque del año del nuevo Zimbabue, cuando ha dejado atrás la etapa de Mugabe y el presidente, Emmerson Mnangagwa, intenta abrir el país a elecciones libres y sin 'pucherazos' en unos meses. «Es un golpe para nuestra lucha», resumió el portavoz del MCD, Obert Gutu, aunque su Twitter oficial situó a Nuevo México en Canadá. Las redes sociales del país se han llenado de recuerdos sin distinción del color de piel. «Roy Bennett me recordó el potencial que tiene Zimbabue si sus múltiples razas y culturas pudieran romper las barreras y trabajar juntos», alabó el abogado de Derechos Humanos, Alex Magaisa.
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