Qué aceite puedes consumir y cuál no: de oliva virgen, refinado y lampante

Un caso de fraude y de delito contra la salud pública por comercializar aceite no apto para el consumo que, sin embargo, no supone riesgos para la salud de quienes lo consuman. En la actualidad prácticamente todo el mundo sabe qué es el aceite de oliva virgen, así como el virgen extra. Pero si hablamos de otras variedades como el refinado o el lampante la cosa cambia.

Para comprender las diferencias existentes entre estos tipos de aceite hay que remitirse a su producción. El aceite de oliva virgen es aquel que se obtiene de la aceituna mediante procedimientos mecánicos en frío. Por otra parte, el aceite de oliva refinado, que se comercializa bajo la denominación 'aceite de oliva', es un aceite que se obtiene de la mezcla de otros aceites de oliva refinados con aceites de oliva virgen.

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Por otro lado está el aceite lampante, que es el aceite de oliva de peor calidad, hasta el punto de que no es apto para su consumo y únicamente está destinado a la refinación para el uso industrial. Esto es así por varios motivos: aceitunas demasiado maduras, aceitunas que se han recogido del suelo o procesos de elaboración con deficiencias.

Esto provoca que el aceite de oliva sea defectuoso a nivel de sabor y olor, motivo por el que no es apto para su consumo. Sin embargo, esto no implica que ingerirlo sea peligroso. Lo que sucede es que no cumple con la normativa europea, por lo que su comercialización está prohibida.