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Integrantes de colectivos homosexuales celebran en Taipei la decisión del Tribunal Constitucional taiwanés.
En Taiwán luce el arcoíris

En Taiwán luce el arcoíris

Una sentencia del Tribunal Constitucional convierte al país en el primero de Asia que reconoce el matrimonio homosexual

ZIGOR ALDAMA

Sábado, 27 de mayo 2017, 02:32

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Las provisiones recogidas en (.) el Código Civil no permiten a dos personas del mismo sexo llevar a cabo una unión permanente de naturaleza íntima y exclusiva con el objetivo de tener una vida en común. Esas provisiones (.) suponen una violación tanto del derecho de los ciudadanos a contraer matrimonio, recogido en el artículo 22 de la Constitución, como del derecho a la igualdad que ampara el artículo 7. Por ello, las autoridades deberán enmendar las leyes relevantes, de acuerdo con este veredicto, en los próximos dos años».

Con esta sentencia, en respuesta a la demanda que en 2015 interpuso el activista Chi Chia-wei, el Tribunal Constitucional de Taiwán convirtió ayer a la isla en el primer país asiático que reconoce el derecho al matrimonio homosexual. Con solo dos votos en contra, los 14 miembros del máximo órgano jurídico de la antigua Formosa determinaron que el artículo 972 del Código Civil, que define el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, es inconstitucional. «El matrimonio entre dos personas del mismo sexo no alterará el orden social. Es más, constituirá la base colectiva para la estabilidad de la sociedad», apunta el tribunal.

«Estoy saltando de alegría como un pájaro. Ahora solo espero que el Parlamento dé prioridad al tema y no lo arrastre durante dos años», comentó Chi al conocer el veredicto. A sus 59 años, este hombre que se declaró públicamente homosexual en 1986, razón por la que pasó varios meses en la cárcel, ha sido una de las piezas clave en la larga lucha que han librado los activistas pro derechos humanos para lograr la legalización del matrimonio homosexual. Después de 14 años de intentos abortados por el Parlamento -el último llevaba encallado desde diciembre-, su victoria ha sentado un valioso precedente para el resto del continente. No en vano, en Corea del Sur los activistas que ayer celebraron el veredicto ya han anunciado que esperan seguir pronto los pasos de Taiwán.

Pero no todos aplauden la interpretación del Tribunal Constitucional. «El matrimonio entre un hombre y una mujer está profundamente arraigado en nuestra tradición. Cambiarlo no solo creará un problema social serio, también propiciará una degeneración social», opinó Yu Hsin-yi, secretaria del grupo conservador Greater Taipei Stability Power Alliance.

En Hong Kong, un territorio que comparte con Taiwán las raíces chinas, la noticia tampoco ha caído bien entre quienes se oponen a las uniones del mismo sexo. De hecho, más de 27.000 ciudadanos de la excolonia británica, 80 asociaciones de diferente índole y cinco parlamentarios de este territorio autónomo de China han exigido a su Gobierno que apele la sentencia del Alto Tribunal que hace un mes concedió al marido de un funcionario hongkonés -la pareja homosexual se casó en Nueva Zelanda- los mismos beneficios que le corresponderían si fuese mujer. «Es una sentencia que reconoce de facto la unión del mismo sexo. Afecta seriamente a nuestra normativa sobre matrimonios y a los valores tradicionales de la familia», criticó la diputada conservadora Priscilla Leung.

Una isla de aceptación

En esta complicada coyuntura social, la decisión del Tribunal Constitucional taiwanés refuerza la imagen del país -reconocido como nación soberana solo por una veintena de estados que no tienen relaciones diplomáticas con China, que lo reclama como parte de su territorio- como punta de lanza del progresismo en Asia. No en vano, después de la larga dictadura de Chiang Kai-shek, Taiwán se ha convertido en una de las sociedades más avanzadas del continente, con un sistema democrático cada vez más sólido que muchos de los detractores del régimen de Pekín esgrimen como prueba de que la sociedad china no tiene por qué vivir bajo el yugo de una dictadura. Por su parte, el apasionado activismo del colectivo LGBTI y la baja penetración de religiones homófobas como el cristianismo o el islam han propiciado el aumento de la aceptación del matrimonio homosexual entre los jóvenes.

A pesar de que las encuestas en Taiwán reflejan todavía una división casi a partes iguales entre quienes apoyan el matrimonio homosexual y quienes lo rechazan, el colectivo de gais y lesbianas ha ido ganando importantes apoyos en la esfera política. Incluso la actual presidenta, Tsai Ing-wen, ha dado públicamente su apoyo a la iniciativa legislativa que se debe debatir en el Parlamento para implementar la sentencia del Constitucional en el Código Civil. «El veredicto es un paso histórico para Taiwán y resulta significativo para el resto de Asia», apostilló ayer Ying Xing, la directora del centro LGBT de Pekín.

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