De las antípodas con una mochila
Inés Gallastegui
Miércoles, 17 de mayo 2017, 02:31
Boaz Kogon (Melbourne, Australia, 1972) se quedó con las ganas de hacer un año sabático de veinteañero, así que después de estudiar ciencias y trabajar ... diez años en su país, cogió una mochila y se marchó a Europa. En la República Checa se enamoró de Jan y se mudó a Praga. «Es una ciudad muy bonita, pero los inviernos allí son muy largos. Para un australiano, no debería existir un país sin playa», recuerda. Buscando un destino soleado y con un idioma «útil», se decantaron por España. En aquel momento, 2007, Cataluña hacía campaña para atraer científicos y se instaló allí para realizar el Master de Economía de la Ciencia y la Innovación. Durante ocho años ha sido responsable de Estrategia y Desarrollo en el Instituto Catalán de Nanotecnología, y hace nueve meses se incorporó como director de Innovación al Royal Melbourne Institute of Technology.
La elección de Barcelona ha supuesto «un gran sacrificio» económico -por ejemplo, su pareja nunca ha encontrado trabajo fijo en marketing-, pero le compensan otras cosas. «Es una ciudad cosmopolita y atractiva, con mucha movida y una gran oferta cultural. En verano tenemos un desfile de visitantes que no vendrían a vernos a un pueblo perdido en Centroeuropa», admite. A su juicio, la mayor pega es una burocracia «desesperante» y «kafkiana», que obliga a los extranjeros a hacer «colas interminables» y «papeleos tontos», agravada por el hecho de que algunos trámites solo pueden hacerse en catalán. «Si al menos pusieran por escrito los 27.000 pasos que hay que dar para conseguir las cosas... Nos hemos sentido acogidos por la sociedad y rechazados por la administración», lamenta.
También se han encontrado con una ventaja que en principio no influyó en su decisión pero ha terminado por ser esencial. «Nos hemos casado y tenemos una niña de 2 años. Nuestra hija va a la escuela y allí hay otras parejas gais. Nunca hemos tenido el menor problema. En España está asumido y no hay ni que hablarlo -subraya-. Mis padres, a los que veo un mes al año en vacaciones, me preguntan a veces cuándo voy a volver, y siempre les digo que no lo haré hasta que se apruebe el matrimonio homosexual en Australia».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión