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Estas firmas han hecho historia

Sin autógrafo no hay ‘Brexit’, ni guerras, ni paz. Es así desde el siglo XVI. Pero ya un milenio antes de Cristo, Hattusil III grababa sus edictos en barro para que no se los llevara el viento

icíar ochoa de olano

Lunes, 10 de abril 2017, 02:01

Por la presente notifico al Consejo de Europa de conformidad con el artículo 50(2) del Tratado de la Unión Europea, la intención del Reino ... Unido de salir de la Unión Europea (...). Suya sinceramente, Theresa May». La primera ministra británica acaba de certificar con su firma manuscrita uno de los documentos de más calado de la Historia contemporánea. Redondas, ornamentales, ininteligibles o minimalistas muy del gusto anglosajón, como exhibe la premier, la rúbrica de puño y letra estampada sobre el papel valida desde hace siglos desanexiones, leyes, armisticios, constituciones, conquistas coloniales, tratados internacionales, testamentos reales e, incluso, la edición de novelas universales. Pese a la implantación progresiva de su versión digital o electrónica en la burocracia administrativa, el rubrum del latín, rojo, el color de los lacres que timbraban los documentos oficiales no se ha convertido en un mero gesto de formalidad protocolaria. Desde que su uso se generalizó con la llegada de la Modernidad, la firma húmeda «tiene y mantiene una triple finalidad: identificación (reconocimiento del autor), declaración (asunción del contenido) y probación (el que firma es realmente quien la ha realizado)», expone, para empezar, el doctor en Historia Moderna y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Galande.

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