Edición

Borrar
«Escribí las notas para 'Antagonía' en papel higiénico en una celda de castigo»

«Escribí las notas para 'Antagonía' en papel higiénico en una celda de castigo»

El escritor, uno de los más galardonados de las letras españolas, asegura que en la actualidad es «muy difícil vivir de la literatura»

CÉSAR COCA

Jueves, 9 de marzo 2017, 00:49

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La obra más ambiciosa de la literatura en español de las últimas décadas, para muchos solo comparable a 'En busca del tiempo perdido' y 'El hombre sin atributos', fue escrita a partir de las anotaciones que su autor hizo en un rollo de papel higiénico durante una estancia de 35 días en una celda de castigo de la cárcel de Carabanchel. Luis Goytisolo, el hijo menor de la más singular familia de la cultura española -ni aquí ni en ningún otro lugar se ha dado el caso de tres hermanos con tan importantes carreras literarias-, recuerda la gestación de 'Antagonía' durante aquel paso por prisión debido a la militancia en el PSUC, un partido del que ya se había marchado cuando fue detenido. Son imágenes que desgrana en una conversación en el espacio solemne de la biblioteca de Dámaso Alonso en la Real Academia Española, institución en la que ocupa la silla C. Ha llegado a Madrid unas horas antes, como cada jueves, procedente del molino convertido en hotel rural en el que vive, cerca del Monasterio de Poblet, en Tarragona.

¿Cómo es su vida en el molino?

Elvira, mi mujer, se encarga de todo, pero yo suelo ir al pueblo a hacer la compra. Luego paseo. Me levanto hacia las ocho y media y lo primero que hago antes de ponerme a trabajar es eso.

¿Lo reconocen los clientes?

Algunos sí, en ciertos casos porque antes de ir ya sabían que es nuestra residencia. De todos modos, procuro tener poco contacto con los clientes.

¿Es feliz en ese ambiente?

El molino es maravilloso pero resulta poco compatible con mi actividad normal, así que creo que pronto regresaremos a Madrid. Aquí la vida es muy fácil. En cambio, Barcelona ha sufrido una transformación tal que me resulta deprimente.

Vayamos al principio. Nace en el seno de una familia acomodada de Barcelona, con inclinación a las artes. Usted y sus hermanos estaban predestinados.

Es un gen que teníamos, sí.

Pero los tres varones de la familia son o han sido escritores y eso parece haberse interrumpido en la generación posterior.

Un hijo de mi hermana lo es. No lo son mis dos hijos, cierto. Uno es pintor -y escribe muy bien- y el otro bioquímico.

Su madre murió en Barcelona durante un ataque de la aviación de Franco, justo el día que usted cumplía tres años. ¿No guarda ningún recuerdo de ella?

Ninguno. Algunas veces se me ha aparecido en sueños y me ha hablado, vestida con un atuendo de la época. Es evidente que el inconsciente graba también.

Ni siquiera tiene una foto con ella. ¿La echa en falta?

No, porque no la necesito. Es curioso porque ella nos hizo una foto a mí y a mis hermanos con nuestra ama de cría. ¿Por qué no hay fotos de ambos? No lo sé, seguramente había poco que fotografiar, era otra época. Es posible que no guarde ningún recuerdo de ella por un cierto rechazo infantil al hecho de que no iba a volver, algo que yo no podía entender.

Hace poco, revisando sus obras, se dio cuenta de que varios personajes se llaman Julia (como ella) o Julio, y hay algunos cuyas madres mueren en un bombardeo. Parece digno de un psicoanálisis.

Es fruto del inconsciente, de nuevo. No creo que sea un caso especial. Todo escritor está guiado por la inspiración o por eso que llamamos así. Pero también el inconsciente tiene un papel: te sugiere que se te ocurran cosas. No sé si alguien ha escrito sobre este papel del inconsciente en la creación.

Pese a ese drama de la muerte violenta de la madre, su infancia fue feliz. ¿Cómo fueron aquellos años?

Durante la guerra, estuvimos refugiados en Viladrau. De hecho, aquel día mi madre había ido a Barcelona desde el pueblo. Era mi cumpleaños y dos días después el santo de José Agustín y de nuestro padre, que entonces estaba enfermo, así que su intención era hacer unas compras y visitar a un familiar... Recuerdo de la estancia en Viladrau que íbamos a coger castañas. También que en el monte había muchos restos de batallas: armas, máscaras antigás y cosas así. Un día mi hermano Juan creyó que habíamos encontrado unos prismáticos pero yo temía que fuera una granada y no lo tocamos.

¿Cuándo regresaron a Barcelona?

Después del final de la guerra, en 1940. Yo aún no sabía leer ni escribir. Es curioso pero todas mis novelas tienen alguna escena en el campo, debe ser por los recuerdos de entonces.

Literatura en casa

Luis Goytisolo posa muy serio para el fotógrafo, como si la solemnidad de la sala obligara a ello. Sin embargo, entre serie y serie de tomas, bromea acerca de cómo su hermano Juan y él, tan distintos físicamente durante toda la vida, han comenzado a parecerse cuando se han hecho mayores. «Se nos está poniendo la cara de vascos. Parecemos sacados de un retrato de dirigentes del PNV. Dirigentes mayores, claro».

¿Cómo se llevaba con sus hermanos cuando eran niños?

Hemos sido siempre muy diferentes. Me he llevado bien con todos. Entonces José Agustín chinchaba mucho a Juan. De todas formas, con quien mejor me llevaba era con la hermana mayor. Ambos éramos muy callados.

¿Cuando ustedes están juntos hablan de literatura, de las obras que están escribiendo o las que acaban de publicar?

Entre nosotros hablamos poco de literatura y de nuestros libros. José Agustín nos leía a veces algún poema. Se llevó una gran sorpresa cuando me dieron el premio Biblioteca Breve. Ni siquiera sabía que yo también escribía. Juan ha escrito sobre 'Antagonía'...

Acaba de hablar del premio Biblioteca Breve, que ganó con 22 años por 'Las afueras'. ¿Ganar un galardón así no resulta un peligro cuando se es tan joven? ¿No se corre el riesgo de pensar que ya se ha llegado a lo más alto?

Para mí fue una suerte. Estaba en tercero de Derecho y dejé la carrera. No me interesaba nada. La había elegido solo porque era la más fácil y la más corta de las opciones que me planteé. Enseguida empecé a ganar dinero con las traducciones y ya pude vivir de eso.

Estuvo cuatro meses en Carabanchel. ¿A quién conoció allí?

De entre toda la gente que conocí, una persona fue especialmente importante: Antonio Amat, un vitoriano que era líder del PSOE. Él pidió que me enviaran a su celda, donde había un sitio libre, y tuvimos muy buena relación.

También estuvo en una celda de aislamiento.

Sí, 35 días. Fue allí donde surgió la idea de 'Antagonía'. Tomé muchas notas con un lápiz en un rollo de papel higiénico. Cuando supe que iba a salir de la cárcel, como no podía sacar esas notas, se las pasé a Amat y él se las dio a su abogado. Al día siguiente de estar en libertad, quedé en un café con el abogado y me llevó el material.

Luis Solana también pasó por Carabanchel y le gustó tanto la experiencia que quería repetirla cada año. ¿A usted también le entusiasmó de esa manera?

No, no. Pero es curioso, casi todos querían repetirlo una vez que quedaban en libertad. Recuerdo un obrero del metal que se pasaba el día bailando tangos. Puede que suceda como con los ermitaños, que al parecer lo pasan muy bien.

Quizá usted tuviera menos ganas de volver porque allí enfermó de tuberculosis.

Al vacunarnos contra el tifus me la pasaron... Cuando nos situábamos en la cola para la vacunación todos queríamos ir detrás de alguien conocido porque nos ponían la vacuna a todos con la misma jeringuilla. Tan solo pasaban un algodón con alcohol por la aguja y esa era toda la desinfección.

Luego, ya en libertad, sufrió episodios de angustia.

Todo fue a consecuencia de lo mismo. El primer médico que me trató creyó que era un depresión y me dio una medicación que no hacía más que aumentar el problema. Hasta que otro médico se dio cuenta y me cambió radicalmente el tratamiento, tenía algunos síntomas muy llamativos. Por ejemplo, las manos me sudaban tanto cuando estaba escribiendo que se corría la tinta de la pluma que usaba.

¿Temió en algún momento que la angustia terminara con su carrera literaria?

No, porque pese a todo seguía escribiendo. En ese momento estaba con 'Las mismas palabras' que entonces, ahora ya no, me parecía mejor que 'Las afueras'. Y mientras, le estaba dando vuelta a 'Antagonía', donde me encontré a mí mismo. Tardé 17 años en escribirla, pero cuando empecé, el 1 de enero de 1963, sabía hasta el contenido de cada capítulo.

¿Planifica la escritura hasta ese punto?

Me lleva más tiempo preparar la novela que escribirla. Mientras estaba con la primera parte, iba redactando frases enteras del resto.

Y además se movía por Barcelona, la ciudad donde bullía la cultura en español en esos años.

Sin duda fue la capital más creativa y efervescente del mundo hispano. Por allí estaban Mario Vargas Llosa, José Donoso, Gabriel García Márquez, Jorge Edwards... Juan Rulfo también iba algunas temporadas. Era de todos ellos con quien mejor me llevaba. Quien no pasó nunca por allí fue Borges.

Premios y calidad

La carrera de Luis Goytisolo no se ha limitado a la novela y el ensayo. También ha firmado un puñado de documentales con destino a la televisión. Una paradoja, otra más, en un autor que, como ha destacado Manuel Gutiérrez Aragón, es muy poco visual en sus textos narrativos. «No describo nada en mis novelas», explica sobre el fondo de las decenas de miles de libros que marcaron la biografía de Dámaso Alonso. «Uso las palabras para que el lector imagine el paisaje. La clave es lo que los franceses llaman 'le mot juste', una búsqueda rigurosa de la palabra precisa». Por eso sus documentales son diferentes. Muchos hablan sobre lugares exóticos, pero no hay en ellos esas imágenes hermosas que parecen sacadas de un reportaje turístico. «Explico las cosas para que la gente las entienda sin necesidad de fechas ni nombres», asegura.

Al parecer, ha sido varias veces, sobre todo un año en concreto, un candidato muy serio al Nobel. ¿Se vio ganador?

Nunca confié mucho en ello, la verdad. Ese año del que habla fue cuando ganó Hertha Müller. Hace tiempo, un periodista sueco me dijo que me «habían sacado de la nevera», que es la expresión que usan cuando estás en la lista de quienes son tenidos en cuenta. Pero en el galardón hay una rotación de lenguas y pesan también otras circunstancias.

También era un notable aspirante al Cervantes pero al dárselo a su hermano Juan quizá haya sido borrado ya de la lista.

Yo creo que no. Juan escribió un bonito artículo sobre ello.

Alguna vez ha dicho que su literatura nunca busca la belleza por la belleza.

Se lo decía antes. Busco 'le mot juste'. Eso es lo que hace una obra comprensible a través del tiempo. Quiero que el lector viva lo que lee.

¿Es optimista sobre el estado de la literatura española?

Los años setenta fueron muy buenos para la novela española. Ahí estaban mi hermano Juan, Benet, Marsé... y no tantos años atrás Luis Martín Santos. El 'boom' silenció en parte la obra de todos ellos, seguramente más difícil de leer. Luego hubo un vacío y primaron novelas más de público. Ahora vuelve a haber autores jóvenes muy interesantes. Creo que en este momento es en inglés y en español donde se encuentra más calidad literaria.

¿La literatura española corre el riesgo de quedar reducida a la mínima expresión por falta de lectores, al margen de su calidad?

Eso está pasando en el mundo entero. Y los 'best sellers' ya no son lo que eran en cuanto a ventas porque la gente los halla largos. Pero sigue habiendo una minoría que lee, quizá en Francia más que en ninguna parte. Sucede también en otras disciplinas artísticas, como la pintura.

¿Cree en la profesionalización de la literatura o prefiere que los escritores tengan un trabajo con un salario y escriban en sus horas libres sin la servidumbre de tener que vender muchos ejemplares para poder vivir?

Es muy difícil vivir de la literatura. No sé cómo se las apañaban en el siglo XIX muchos novelistas; tal vez publicando sus textos por entregas en los periódicos. Quizá el mejor momento en ese sentido fue el período de entreguerras. Luego todo eso ha ido decayendo.

Mucha gente de este ámbito se queja del escaso apoyo del Gobierno a la cultura. También hay quien piensa que un mayor apoyo puede ser como el abrazo del oso. ¿Cuál es su opinión?

La cultura en sí misma es muy difícil de apoyar. No es algo que afecte a los escritores. Un libro se puede hacer con un lápiz y un papel, otra cosa es que luego ganen menos con lo que publican. Es algo que afecta más a la lectura. En la enseñanza media, las Humanidades han desaparecido y eso hace creer a la gente que en la red está todo. Llevo años viniendo a Madrid en el AVE y lo que veo en él ha cambiado mucho: antes la gente iba leyendo libros y periódicos. Ahora la gran mayoría no hace otra cosa más que mandar mensajes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios