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Los globos que matan animales

Atlantic City es la última ciudad en prohibir la suelta de globos. Algunos son biodegradables, pero los animales los confunden con comida y mueren. Y derrochan helio, un gas escaso y valioso

Inés Gallastegui

Miércoles, 1 de marzo 2017, 01:51

Son los invitados que nunca pueden faltar en una fiesta. Los niños los adoran. Ligeros, coloridos, alegres y con una irresistible atracción por la libertad. ... Cuando uno ve un montón de globos elevarse hacia el cielo, no puede evitar una mirada soñadora. ¿A dónde irán? Es bonito imaginar que siguen subiendo hasta llegar a las estrellas, que se convierten en testigos de lo humano en los confines del universo. Bonito, puede, pero más falso que un billete del Monopoly. La realidad es mucho más cruda: una vez que explotan o se desinflan -y siempre lo hacen-, caen al mar o a la tierra, donde quizá acaben asfixiando a una tortuga marina, enredando las alas de un ave o bloqueando el sistema digestivo de un rumiante. Es una condena a muerte; a menudo, una agónica muerte por inanición. Si ningún pobre animal tiene la mala suerte de cruzarse en su camino, simplemente se convertirán en restos de goma de colores chillones que afearán las playas o el campo. Y para colmo, representan un desperdicio de un gas precioso y escaso, el helio, con innumerables aplicaciones médicas y científicas. «Los globos no son biodegradables. Sirven para un instante, pero la contaminación dura años», afirma la ONG Balloons Blow, con sede en Florida. «A diario hacemos cosas que contaminan mucho más», replica el empresario del sector Sergio Barroso, propietario de Giramón y de www.tiendadeglobos.com, en Barcelona.

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