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Buda en el bosque del despertar

En el templo budista de la comarca extremeña de la Vera se puede fumar, comer carne y hasta tomar un vino. «Esto no tiene nada que ver con ser un eremita», dice su única residente todo el año

ÁLVARO RUBIO

Lunes, 19 de diciembre 2016, 01:10

Susana Márquez tiene 47 años pero fue a los 20 cuando empezó a tomar contacto con el camino que hoy da sentido a su vida. ... Al principio leía algún libro que calmaba su intensa espiritualidad y practicaba 'zazen', la meditación que emplea la corriente budista denominada zen. «Luego me di cuenta de que quería practicarlo con una 'shanga' (asociación). Lo tenía claro». Durante años lo hizo sola, hasta que descubrió Mokusan Dojo, un espacio para esta práctica en Madrid. Por allí se dejaba caer mañanas y tardes para sentarse en un 'zafu' (almohadón redondo), cruzar sus piernas en la posición del loto, poner la columna vertebral bien derecha, el mentón entrado y la nuca estirada; con la nariz en la misma línea vertical que el ombligo y, finalmente, empujar las rodillas hacia la tierra y la cabeza al cielo. «Hoy esto es para mí más que un hábito, una forma de vida», explica esta cocinera profesional que lo ha dejado todo para dedicarse a lo que siente. Desde hace cuatro meses vive en un silencioso bosque de la Sierra de Gredos. Se levanta cada día a las seis de la mañana en Shorinji, el templo budista de este paraíso extremeño del agua que es la comarca de la Vera, al norte de Cáceres, lindando con la provincia de Ávila. No es fácil llegar allí. No hay carretera y la pista forestal es un rosario de piedras y baches. Tras un tortuoso recorrido de 20 minutos, se llega a Shorinji. En la puerta del templo se puede leer 'monasterio del bosque del despertar'.

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