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El último exiliado

La llegada del ‘Guernica’ a Madrid hace 35 años apuntaló la titubeante democracia española. «La Guerra Civil ha terminado», dijo ‘La Pasionaria’ al verlo

borja olaizola

Sábado, 10 de septiembre 2016, 00:41

El donostiarra Íñigo Cavero, ministro de Cultura con Suárez y Calvo Sotelo, y muñidor del acuerdo que hizo posible la llegada del Guernica a Madrid, ... no solo era un tipo avispado. También tenía talento para las metáforas. Por eso, cuando el 10 de septiembre de 1981 anunció desde Estados Unidos el traslado del cuadro de Picasso a España diciendo que «regresa el último exiliado», se ganó los titulares de todos los periódicos nacionales y buena parte de los internacionales. La expectación generada por las negociaciones para devolver al Gobierno español el cuadro más icónico del siglo XX era tremenda: daba la impresión de que la legitimidad de la débil democracia dependía de la decisión. El fallido golpe de Estado de Antonio Tejero, aún reciente, alimentaba las suspicacias sobre los límites de las recién estrenadas libertades. «En nada ayuda que alguien vaya diciendo por ahí que no hay democracia en España», refunfuñaba el historiador Javier Tusell, director de Bellas Artes y responsable de la negociación.

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