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Las aguas de Hollywood que luego ves en el cine

Las aguas de Hollywood que luego ves en el cine

Nos colamos en el estudio acuático más grande del mundo. Está en Baja California, México. Allí, Leonardo DiCaprio suspiró por Kate Winslet en ‘Titanic’

nuria rozas

Martes, 23 de agosto 2016, 01:27

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Cuando Leonardo DiCaprio abrazaba a Kate Winslet en la mítica escena de Titanic en la que juntos miraban al mar, no estaban en el Atlántico, ni en el puerto de Southampton, en Inglaterra. Se encontraban en el municipio mexicano de Rosarito, en una piscina gigantesca asomada al océano Pacífico. Concretamente, estaban en uno de los cuatro tanques que componen los Baja Film Studios, una instalación creada ad hoc para la película de James Cameron en 1996, pero que, lejos de hundirse con Jack y Rose, se ha convertido en la más importante del mundo para rodar planos en el agua. Los últimos en invadir la zona han sido los zombis de la serie Fear the Walking Dead. La segunda parte de la temporada número dos se ha rodado allí. Por cierto que se estrena esta misma noche en AMC, a las 22.10 horas.

«Lo que hace especial a estos estudios es su enclave geográfico. Si miras al infinito, como las piscinas están pegadas al Pacífico, te da la sensación de estar encima del mar», cuenta a este periódico el mexicano Rolando Navarro mientras señala uno de los tanques. Es técnico de aviación de profesión, pero se ha convertido en uno de los guías del complejo. «Aquí hay mar y bosques, estamos a solo tres horas de Los Ángeles y hay muchos incentivos fiscales», añade con orgullo para explicar el éxito de los estudios. Los otros platós acuáticos más grandes del mundo están en Costa Rica y Malta.

Los estudios

  • Dos décadas

  • Los estudios se comenzaron a construir el 6 de junio de 1996 para la película de Titanic. Según los periódicos de la época, se invirtieron más de 50 millones de dólares. Ello hizo que el filme fuera el más caro de la historia hasta entonces.

  • Las cuatro joyas

  • Lo más destacado del complejo son cuatro tanques donde se ruedan las escenas subacuáticas. Se rellenan de agua del mar. El más grande, en el que se hundió el Titanic, está cubierto por un techo y tiene 30 metros de ancho, 60 de largo y 11 de profundidad. Caben casi 17 millones de litros.

  • Decadencia

  • Los estudios estuvieron a punto de cerrar cuando Fox anunció su retirada. El narcotráfico, la inseguridad ciudadana y el alto índice de homicidios en Tijuana hicieron que las grandes producciones de Hollywood no quisieran poner un pie allí. Afortunadamente, la cosa mejoró después.

  • Películas

  • En Baja Film Studios se han rodado algunas de las mejores películas del cine. En ellos tuvo lugar la gran batalla de Pearl Harbor (2001) protagonizada por Ben Affleck; nadaron los tiburones de Deep Blue Sea (1999) y hasta se bañó el James Bond de El mañana nunca muere.

Navarro empezó en Baja Film Studios de marinero. Pero no de los de verdad, sino como extra del Titanic. Ahora también se ha reservado un papelito de zombi. Durante este tiempo ha visto pasar a Russell Crowe en Master and Commander, a Pierce Brosnan en la entrega de James Bond de El mañana nunca muere, a Michael Bay en Pearl Harbor... Y a un sinfín de actores más que famosos. En los estudios aún se conserva la nave de El planeta de los simios y el avión de Independence Day, ya que durante algún tiempo Baja ejerció de museo cinematográfico. Ahora son los actores de Fear the Walking Dead los que utilizan los camerinos que se levantaron pensando en Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, y que tiene un aroma especial... No figuradamente. Huelen a mar.

Las aguas saladas de Tijuana no fueron siempre las preferidas de Hollywood. Entre 2006 y 2008, los homicidios, los cárteles de la droga y la corrupción policial espantaron de la villa a turistas y empresarios. «Mi mujer, mis tres hijas y yo tuvimos que irnos con lo puesto y abandonar todas nuestras pertenencias: la casa que yo mismo había diseñado, nuestros carros (coches)... Todo lo que habíamos conseguido con el esfuerzo de más de veinte años. Teníamos miedo», admite uno de los arquitectos que participó en la construcción del complejo y que aún hoy prefiere mantener su identidad en secreto por precaución. El día en que se fue de la ciudad sin revelar su destino ni siquiera a sus amigos más de treinta policías armados habían rodeado su vivienda para robarle. «O me quedaba allí o salvaba la vida de mi familia. Opté por lo segundo». Ahora han regresado y son felices. Tijuana es hoy mucho más segura.

A pocos metros de los estudios, algunas playas tienen más vida que las propias calles: chiringuitos que venden todo tipo de cócteles, entre ellos, las famosas margaritas; puestecillos de cocos que están rellenos de las cosas más variopintas, desde gambas hasta frutas, y mercados de marisco como el de Popotla, en el que uno elige la langosta que se le antoja y te la preparan en un pequeño restaurante frente al mar.

Los domingos, la zona está atestada de gente. Y de actores, claro. La primera, la estadounidense Mercedes Manson, una de las protagonistas de Fear the Walking Dead. No le ha llevado «nada» de esfuerzo adaptarse a las costumbres mexicanas durante el rodaje y le pierden las margaritas que preparan en los bares de Rosarito. «Son lo mejor del país», bromea.

La joya de la corona de Baja Film Studios son los contenedores de agua donde se graban escenas subacuáticas con tecnología waterproof y cámaras que son expertos buceadores. En especial, el tanque principal, en el que se hundió el Titanic. Se tarda dos días enteros en llenar la piscina con agua del mar. En total, se necesitan casi 17 millones de litros que se trasvasan con la ayuda de conducciones mastodónticas.Equivalen a siete piscinas olímpicas.

Cadáveres de silicona

Varado en el imponente tanque está el Abigail, un enorme yate que ha construido un equipo de 120 personas en el tiempo récord de mes y medio, y que pertenece al rodaje de la serie de los muertos vivientes. En la primera temporada era una imagen creada por ordenador pero, para la segunda, se pusieron manos a la obra y decidieron convertirlo en real. A medias, en realidad, porque es un rompecabezas de ocho partes. Ni siquiera tiene motor. «¡Si lo pusiésemos a flotar, no resistiría!», se ríe Bernardo Trujillo, su padre.

Cada rodaje transforma los estudios a su antojo. Este verano, uno de los escenarios más espectaculares es la fábrica de zombis, una especie de taller mecánico en el que se recrean desde las armas que se utilizan en la serie hasta los cuerpos mutilados que tanto espeluznan. Nada más entrar, te das de narices con un cadáver de silicona tendido en una mesa. Parece de verdad. Uno de los modelistas le repara el brazo con sumo cuidado como si fuera un cirujano. «No pueden ser cuerpos ridículos, tienen que ser lo más reales posibles», enfatiza Colin Thuston, el jefe creativo.

También hay escopetas, pistolas, hachas, un tronco, huesos de animales... El original y su réplica al lado. Cuesta distinguirlos. Ni siquiera las botellas de vidrio que se estampan durante las peleas de ficción son de verdad. Están hechas de azúcar, de manera que al golpear con ellas se parten en miles de pedazos. Thuston rompe una en la cabeza de un visitante... «¡Ni rastro de dolor!», asegura la víctima.

«En la ficción tampoco se pueden reconocer las marcas de los productos. Por eso, si un niño aparece con un Action Man, hay que cambiarle la cabeza al muñeco para que no se sepa de dónde es», señala Thuston. Lo mismo ocurre con una bola del mundo. Al no tener los derechos para usarla, tuvo que tirarse dos días pintando continente por contienente, país por país, otra. La magia del cine tiene muchos cuartos oscuros repletos de témpera, silicona y látex. «¡Este es el mejor lugar del mundo! Aquí te diviertes y además te pagan», se felicita Alfredo Gómez, un modelista con más de treinta años de experiencia que da los últimos retoques a una navaja.

Los Baja Film son una verdadera mina de dinero. En el rodaje de los muertos vivientes trabajan unas 300 personas, lo que se traduce en unas ganancias superiores a los 35 millones de dólares para el estado de Baja California. Su auge en los últimos añosha convertido a Tijuana en una pequeña meca del cine y ha generado cientos de puestos de trabajo directos en indirectos. Rolando Navarro, el guía, lo confirma. «Los estudios mueven mucha plata (dinero) y cada vez hace falta más gente».

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