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Una de las fotografías de ‘Cecil’ tomadas por Brent Stapelkamp, que lo siguió y estudió sus costumbres durante años.

La huella del león más querido

Hace un año, un dentista estadounidense mató a Cecil. Su muerte indignó al mundo y ha concienciado a los gobiernos y la ciudadanía sobre la necesidad de proteger a estos animales

carlos benito

Viernes, 22 de julio 2016, 00:27

Entre los cientos de miles de animales que los cazadores abatieron el año pasado, había uno tan especial como para que podamos citarlo por su ... nombre. Cecil era un león de melena oscura, de espléndida estampa a sus trece años, que vivía en la reserva de Hwange, en Zimbabue: dicen que se trataba del ejemplar más fotografiado de su especie y, desde luego, estaba acostumbrado a la proximidad de las personas, hasta el extremo de tolerar la presencia de vehículos a escasos metros de distancia. Acaba de cumplirse un año del día en el que su camino se cruzó con el de Walter Palmer, un dentista millonario de Minnesota que se había trasladado al otro lado del mundo y había pagado 50.000 dólares para cumplir su capricho de abatir un león: en realidad, el encuentro no fue fruto del azar, porque a Cecil lo atrajeron fuera de su territorio con cebos de apetitosa carne. Aquella vez, a diferencia de otras, el ser humano no pretendía admirar al orgulloso felino, ni inmortalizar su imagen, ni tampoco estudiar sus costumbres: Palmer lo hirió con una flecha y Cecil estuvo huyendo y desangrándose durante horas (unos dicen que once, otros que cuarenta) hasta que lo remataron para decapitarlo y desollarlo.

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