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Isabel II, en el castillo de Windsor con sus corgis ‘Willow’, ‘Vulcan’, ‘Candy’ y ‘Holly’.
Mascotas de palacio

Mascotas de palacio

La Reina Isabel II ha hecho famosos a sus perros de la raza corgi, que comen por orden de antigüedad en un cuenco de plata y porcelana

fernando miñana

Martes, 21 de junio 2016, 00:55

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Uno de los momentos más recordados de la imaginativa ceremonia inaugural de los Juegos de Londres, hace casi cuatro años, fue cuando Daniel Craig, caracterizado como James Bond, iba a recoger a la Reina Isabel II para llevarla al estadio en un helicóptero. Cuando el celebérrimo agente 007 entra en el palacio de Buckingham camina flanqueado por un par de simpáticos perritos, que ponen cara de pena cuando la improvisada pareja emprende el vuelo y ellos se quedan en tierra. Aquellos dos animales eran Monty y Willow, dos ejemplares de la raza pembroke welsh corgi que ha popularizado la monarca.

Isabel II acaba de cumplir 90 años y por este motivo Vanity Fair le ha dedicado la cubierta de su revista con una fotografía de Annie Leibovitz en la que la protagonista posa rodeada de cuatro de sus perros, incluido uno de los dos corgis galeses del vídeo de Londres 2012. Es una raza que se ha ganado su sitio en el palacio de Buckingham. Allí disponen de una habitación, la Corgis Room, donde cada uno tiene su lecho de mimbre elevado del suelo. Los animales se alimentan con una dieta especial planificada por un especialista que disfrutan dentro de un cuenco de plata y porcelana. Los chuchos comen por orden de antigüedad y en el menú del día encuentran bistec, pechuga de pollo, una salsa casera y hasta scones, unos pastelillos típicos del Reino Unido.

El primero en adquirir un corgi fue el padre de la reina, Jorge VI, y le puso de nombre Dooki. No tardó en proporcionarle compañía con Jane. Aquella especie de Adán y Eva de palacio encantaron a las niñas, Isabel y Margarita, que cayeron rendidas ante esos animalillos paticortos y de orejas puntiagudas. El día que la heredera cumplió 18 años, su progenitor le regaló un corgi al que bautizaron como Susan. La perra era algo agresiva y, después de atacar a cuatro miembros del servicio, la tuvieron que poner en manos de un psicólogo canino.

Susan vivió tres lustros y fue, sin duda, la mascota más amada por Isabel. Tras su muerte, le dedicó una lápida en la que escribió: Susan. Nació el 20 de febrero de 1944. Murió el 26 de enero de 1959. Por casi 15 años la fiel compañera de la Reina. La mujer coronada en 1953 repitió el detalle con los siguientes en irse, Heather y Sugar.

Todas las mascotas reciben sepultura en un pequeño cementerio de Sandringham House, la casa de campo de 32 kilómetros cuadrados que posee la Familia Real Británica en la costa de Norfolk, al este de Inglaterra. El camposanto fue fundado en 1887 por la Reina Victoria para enterrar a Noble, su adorado Border Collie.

  • PERROS DE PALACIO

  • Perros de agua. En la Casa Blanca habitan dos perros de agua portugueses. El más antiguo es Bo, un regalo recibido por Barack Obama en 2009. Cuatro años después llegó Sunny. Esta raza no es un problema para la alérgica Malia, la hija mayor.

  • Abandonada. Los príncipes japoneses Naruhito y Masako se encontraron una perra abandonada cerca del palacio. Ahora crían shiba inu.

  • 'Pikki'. Paola y Alberto de Bélgica, que ya son bisabuelos, también disfrutan de su mascota, un Jack Russell de nombre Pikki.

Isabel II ordenó suspender la cría de los corgis en 2009, después de que dos ejemplares hubiesen muerto de cáncer. Han sido 65 años viendo nacer a los descendientes de Susan. Ahora le quedan dos corgis uno de los dos protagonistas de la ceremonia de los Juegos, Monty, murió poco después, en septiembre y dos dorgi, un cruce de corgi y dachshund. Pero ya no quiere más. Son muy pequeños, se le enredan entre las piernas y teme que le provoquen una caída, un verdadero contratiempo para una nonagenaria. Aunque, igual que su padre, también ha tenido otras razas, como labradores y cocker spaniel.

El zoo de la Reina Sofía

Toda la dinastía mantiene su amor perruno. Isabel II, en 1955, le regaló a sus hijos Carlos y Ana dos corgis llamados Whisky y Sherry para inculcarles la afición. El Príncipe de Gales también tuvo otras especies, como Harvey, un labrador amarillo, y Tigger, un Jack Rusell terrier que fue su favorito. Se lo entregaron, siendo un cachorro, en 1974, y cuando murió, 18 años después, supuso un duro golpe para el heredero. Ahora, con Camila, tiene cuatro Rusell, el último de ellos (Beth) rescatado de un refugio de animales. Los nietos han seguido con la tradición y el más conocido es Otto, un cocker spaniel negro que se tragó un par de pendientes que le había obsequiado Guillermo a Catalina.

En España la gran amante de los animales es, con diferencia, la reina Sofía. Y su fervor no se ciñe exclusivamente a la rama canina, que también, sino que va más allá a través de gatos, tortugas de tierra, un loro gris y hasta un burro. Aunque en La Zarzuela abundan los perros. Algunos con pedigrí, como Tipsy y Topsy, los yorkshire terrier, o Beethoven, un san bernardo de 20 kilos, pero también adoptó, en 2012, una perrita mestiza de tres años llamada Pepita. En palacio, como en Sandringham House, también hay un cementerio para las mascotas. Todos merecen una lápida con su fotografía.

A la reina Letizia parece ser que no le gustan los animales y según contó Jaime Peñafiel se atrevió incluso a poner de patitas en la calle a Pushkin, el schnauzer de Felipe VI que durante muchos años durmió con él en la misma habitación. El perro no llevaba bien sus ausencias y cuando se iba de viaje sufría problemas gástricos. Cuando el entonces Príncipe se marchó a estudiar a Georgetown, la reina Sofía llegó a llevárselo de visita porque se negaba a comer.

En otro palacio, el de la Moncloa, corretea otro can. Es Rico, «un perro lleno de alegría y de bondad», en palabras de su amo, Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno lo tiene desde que un vecino se lo regaló tras ganar las elecciones de 2011.

Las familias reales nórdicas también tienen tradición de abrazar a los perros. El príncipe Henrik de Dinamarca es, de hecho, el presidente del club danés del teckel y su cariño por los perros es tal que incluso ha llegado a componer un poema para Evita, su querida perra salchicha.

El hombre más poderoso del mundo tiene un par de mascotas casi idénticas. Barack Obama es el dueño de dos perros de agua portugueses, una raza introducida en Estados Unidos en los años 60 y que estuvo a punto de desaparecer a finales del siglo XIX. La salvó un empresario luso llamado Vasco Bensaude que se encargó de reactivar su cría en 1930. Bo llegó en 2009 y Sunny en 2013.

El primero fue un obsequio del senador Ted Kennedy, un amante de esta raza. Los críticos del presidente de los Estados Unidos le afearon por no ir a buscar sus mascotas a un refugio, pero Obama tenía una coartada, los perros de agua portugueses son hipoalérgicos y una de sus hijas, Malia, es alérgica. Bo suele acompañar a diario a Dale Haney, el jardinero de la Casa Blanca. Y tanto él como su compañero más joven participan en todo tipo de actos, un detalle que no ha pasado desapercibido a los expertos en marketing.

Vladimir Putin se decantó por Koni, un labrador que ya tiene sus años, y, además, obsequió a Hugo Chávez con un terrier ruso, la raza que le gustaba a Stalin, al que el dirigente venezolano, todo originalidad, bautizó como Ruso. Tras la muerte de Chávez, quien lo cuida y disfruta es su hija María Gabriela.

La cadena de regalos no se detuvo ahí. Chávez también decidió realarle una mascota a Cristina Fernández de Kirchner. Su nombre es Simón, por Bolívar, un mucuchíe, una raza autóctona que es el perro nacional de Venezuela desde 1964. Uno de estos ejemplares, Nevado, acompañó al libertador Simón Bolívar y murió en la batalla de Carabobo de una lanzada. La expresidenta de Argentina se lo llevó a Calafate porque es un perro de zonas frías.

José Mujica, el exmandatario de Uruguay, tiene una perrita que responde por Manuela y que solo tiene tres patas desde que la atropelló con un tractor. El único que parece salirse del guion es Nicolás Maduro, quien en vez de perro tiene gato. Se llama Hugo. Claro.

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