Los Rockefeller son verdes
La saga millonaria vende sus acciones de la petrolera fundada en 1870 por el patriarca. No les gusta que haya ocultado la magnitud del cambio climático
Inés Gallastegui
Viernes, 1 de abril 2016, 00:55
Son tan ricos que su apellido es sinónimo de rico. Pero el acaudalado clan siempre ha estado preocupado por los problemas del mundo y, desde ... los inicios de la saga, ha dedicado una parte de su inmensa fortuna a causas filantrópicas relacionadas con la salud, la educación o el medio ambiente. Ahora el Fondo de la Familia Rockefeller (RFF), formado por algunos miembros de la multimillonaria estirpe, quiere deshacerse de sus últimas acciones en Exxon Mobil, sucesora de la compañía fundada por el patriarca, John D. Rockefeller, en 1870, que les ha hecho prósperos durante varias generaciones. ¿La razón? La conducta «moralmente reprobable» del gigante petrolero ante al cambio climático.
Los Rockefeller, que con los años han diversificado sus intereses en otros sectores, como el inmobiliario y el financiero, pidieron en 2008 a Exxon que invirtiera más en energías alternativas y menos en combustibles fósiles. Pero la crisis definitiva llegó el pasado otoño, cuando la ONG de información medioambiental Inside Climate News ganadora de un Pulitzer y financiada, entre otros, por los Rockefeller publicó una serie de reportajes que mostraban que la compañía conocía desde los años ochenta la relación entre los hidrocarburos y el cambio climático, pero optó por «confundir» a la gente sobre el impacto de su actividad en el calentamiento global.
«Las autoridades determinarán si la compañía violó alguna ley, pero nosotros no podemos seguir asociados a una compañía que muestra este aparente desprecio por el interés público», señalan en un comunicado. Finaliza con un reconocimiento de la «larga y provechosa» trayectoria de la familia en el negocio del petróleo. «Pero la historia continúa», advierten.
De momento, se trata de solo 130 millones de dólares en acciones de la petrolera, una minucia comparada con el ingente patrimonio que reúne este linaje de empresarios, políticos y filántropos. El RFFtambién se desprenderá de sus inversiones en el sector del carbón y de las arenas de alquitrán de Canadá, donde, mezclado con el suelo, hay un depósito de crudo equiparable a todas las reservas mundiales de petróleo convencional.
Hace dos años, en vísperas de la Cumbre del Clima en la sede de la ONU en Nueva York, otra entidad vinculada a la familia, formada por los seis nietos del fundador, se comprometió a vender sus participaciones en la industria del petróleo para reinvertir el dinero en energías verdes. El presidente del fondo, Stephen Heintz, dijo que la decisión habría agradado al patriarca, un «astuto empresario que vislumbraba el futuro».
Hijo de un buscavidas
A John Davison Rockefeller (1839-1937) se le atribuye la famosa frase «Deja que tu dinero trabaje por ti». Pero procedía de una familia humilde de inmigrantes judíos alemanes en Nueva York su padre, William, era un buscavidas que se hacía llamar doctor y vendía remedios mágicos a los incautos, así que tuvo que empezar trabajando duro él mismo. Con su primer negocio, la venta de bonitas pero inútiles piedras pintadas de tal palo, tal astilla, amasó sus primeros 50 dólares; se los prestó a un granjero y con los intereses ganó una pequeña fortuna. Así sacó la moraleja.
Pero lo que le hizo multimillonario fue el oro negro: en 1870 fundó con un socio la Standard Oil, dos años después se había hecho con 22 de las 25 refinerías de Cleveland y en 1878 ya producía el 95% del petróleo de Estados Unidos. Las leyes antimonopolio le obligaron a despiezar su monstruoso emporio en 34 firmas diferentes. Una de ellas se convertiría en Exxon Corporation en 1972.
Aunque extremadamente austero otros dicen que tacaño, siempre destinó parte de su riqueza a causas solidarias. A su muerte en 1937 poseía una fortuna de mil millones de dólares que, actualizada con los ajustes de la inflación, es la mayor acumulada nunca por una persona: riquísimos de hoy, como Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffett o Amancio Ortega, no lo son tanto como él lo fue.
Su único hijo varón, John Rockefeller junior, se vio enfrentado a varios escándalos como la matanza de los mineros huelguistas de Ludlow o el soborno a dos senadores y en sus últimos años se esforzó más por lavar el prestigio del clan y hacer obras de caridad que en hacer prosperar los negocios. Tuvo seis hijos: Abby, John III, Nelson gobernador de Nueva York y vicepresidente con Gerald Ford, Laurance, Winthrop y David, el único que aún vive. A sus 99 años, se sometió hace unos días a su sexto trasplante de corazón. El secreto de la longevidad, afirmó, es «amar la vida».
Quizás al actual cabeza de familia y a la pequeña muchedumbre de bisnietos, tataranietos y demás parentela de John D. Rockefeller les ayude en esa noble tarea tener dinero. Y, por qué no, una conciencia limpia de los negros y grasientos churretones del petróleo.
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