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Rescate del cadáver de Lupe Jiménez, asesinada por su marido en 2014, que provocó el destierro de decenas de gitanos en Galicia.

Paz gitana con tierra de por medio

Cientos de calés dejan sus casas en Barcelona para evitar la «pena de muerte» anunciada por la familia de la víctima. Las deudas de sangre siguen formando parte de sus leyes no escritas

Inés Gallastegui

Sábado, 20 de febrero 2016, 01:08

Solo quiero que la Policía los coja antes que nosotros. Si los cogemos nosotros, tendrán la pena de muerte». La mujer, con pañuelo en la ... cabeza y de luto riguroso, levanta el dedo índice para pronunciar su amenaza. No parece un farol: Ramona es la madre del joven asesinado el 23 de enero en un pub del Puerto Olímpico de Barcelona y pertenece al clan gitano de los Baltasares, que acusa a otros siete hombres, además del detenido en Bilbao, de matarlo con navajas y botellas rotas. Entre 200 y 500 vecinos de los barrios de La Mina, en Sant Adrià de Besós, y Sant Roc, en Badalona, han salido de sus casas con lo puesto para evitar la venganza: son los sospechosos del crimen, pero también sus padres, sus hijos, sus hermanos y sus primos. Si la represalia se completa, sus casas serán saqueadas o quemadas, para hacer más difícil su regreso. «No pueden volver a Cataluña. Jamás», zanja Ramona.

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