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Dos nepalíes caminan entre las ruinas ocasionadas por el terremoto que sacudió el país en mayo.
Las cifras del año más caluroso de la historia

Las cifras del año más caluroso de la historia

Un informe de la NASA cuantifica las pérdidas económicas y humanas por catástrofes naturales

Antonio Aretxabala

Sábado, 23 de enero 2016, 07:22

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El año 2015 no pasará a la historia como el que más víctimas mortales contabilizó por catástrofes naturales, tampoco por pérdidas económicas, pero sí por un hecho: la mayor cantidad de costes económicos, así como la mayor catástrofe cuantificable ocurrida son de carácter climático. Durante 2015 se produjeron 300 catástrofes en nuestro planeta, la media de los últimos 15 años es de 269. Los eventos catastróficos con pérdidas superiores a 2000 millones de dólares en todo el año fueron 14, recordemos que 2015 ha superado a 2014 como el año más cálido desde que tenemos registros de las temperaturas en 1880, el presente 2016 va camino de batirlo, sólo El Niño Godzilla de 2015-2016 contribuirá en 0,2 grados al aumento de la media de temperatura global durante este año, según Met Office (GB).

El Annual Global Climate and Catastrophe Report de AON de 2015, la mayor aseguradora sobre riesgos naturales del mundo, nos indica que el acontecimiento más costoso fue el generado por la sequía y los incendios de Indonesia con cerca de 16,1 mil millones de dólares en daños y 19 víctimas mortales.

Ahora bien, hablamos de cifras económicas, sin duda el acontecimiento más trágico fue el terremoto de Nepal con más de 9000 muertes; vino acompañado de decenas de miles de heridos, cientos de miles de desplazados y un daño irreversible al medio cultural, patrimonial, social y económico. Se ha cuantificado en 8 mil millones. Ha sido la primera causa de muertes en el planeta, seguida por olas de calor e inundaciones.

El año 2015 ha recogido 31 desastres de más de 1000 millones de dólares, un 20% más que la media de los últimos años. Es la cuarta vez desde 1980 que se sobrepasa la treintena en un año. Asia vuelve a ser el continente más castigado y con mayores pérdidas, un 50% del total mundial derivado de cuatro de los cinco eventos más costosos.

En efecto, 2015 ocupa desde 1990, que se miden estos indicadores, el cuarto puesto en catástrofes climáticas severas. De hecho las diez mayores catástrofes naturales de 2015, si exceptuamos los terremotos de Nepal, son ciclones, sequías, fuertes y persistentes tormentas o inundaciones que acumulan cerca del 75% de las pérdidas económicas globales. En Europa los acontecimientos que alcanzaron el umbral de los mil millones fueron las inundaciones de diciembre en el Reino Unido y la combinación de las tormentas Mike y Niklas en Europa occidental y central en marzo. El país europeo más afectado fue Rumanía que sufrió pérdidas de dos mil millones de euros debidos a una intensa sequía, un 1,2% de su PIB.

Lo peor del año fueron los cerca de 2000 incendios que arrasaron buena parte de Indonesia, la sequía prolongada y los fuertes vientos fueron los causantes de que este país asiático se suba al pódium de todo tipo de catástrofes naturales desde el punto de vista de las pérdidas económicas en 2015.

Recordemos que del "top ten" histórico, las dos catástrofes más caras de la historia reciente son japonesas: el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 cuyas pérdidas económicas están en contaste revisión (debido a la catástrofe de Fukushima) ronda los 300 a 500 mil millones de dólares. Japón ostenta también la medalla de plata: el 17 de enero de 1995 el destructivo terremoto de Kobe se acercó a los (actuales) 200 mil millones de dólares. El tercer puesto es para el huracán Katrina, (EEUU) unos 150 mil millones. China con el terremoto de Sichuan de enero de 2008 estaría detrás con 93 mil millones. El huracán Sandy que afectó a EEUU, varios países del Caribe, Bahamas y hasta Canadá, en quinto lugar con 74 mil millones, poco más que el terremoto de Los Ángeles (EEUU) del 17 de enero de 1994, 71 mil millones. En torno a los 50 mil millones estaría el terremoto del sur de Italia de 1980, las inundaciones de Tailandia de 2011, el huracán Andrew (EEUU) en 1992, y las inundaciones en China de 1998 en décimo lugar. Como vemos el año 2011 sigue siendo el año más catastrófico de nuestra historia. En España es de destacar que ese año el terremoto de Lorca tuvo una valoración en torno a 1,6 mil millones de euros.

Lo característico del año 2015 que acabamos de dejar, es que tanto por exceso como por defecto de agua, es decir inundaciones y sequías con los consiguientes incendios, se trata de un año que quedará para siempre en la memoria como aquel en que los eventos catastróficos fueron climáticamente extremos, con una notable incidencia, directa o indirecta, sobre las economías de muchos países.

Se confirma así la tendencia que científicos de todo el mundo venimos advirtiendo sobre el hecho de contibunuar con nuestras desbocadas prácticas de quema de combustibles fósiles. Nuestra civilización es fósil-dependiente, lo sabemos, aunque el pico de extracción de crudo ya fue en 2005 como nos dijeron desde la Agencia Internacional de la Energía (OCDE). Lo que estamos quemando desde entonces y colapsa en los mercados en 2015, es un mix desesperado de subproductos de mucha menor calidad a los que también llamamos petróleo, carbón o gas, pero más contaminantes y difíciles de extraer. Los quemamos en mucha más cantidad que nunca porque una parte ya demasiado significativa de la energía no se deriva hacia la actividad económica sino a la propia extracción refinado y transporte de la misma: así que queda un mix light que parece incapaz de sostener las economías de los países generando muchos más problemas medioambientales: fracking, arenas asfálticas, exploraciones y explotaciones desde plataformas marinas

A la luz de estas consideraciones, los científicos explicamos bastantes más acontecimientos que la indiscutible aceleración del cambio climático antropogénico y sus caros eventos extremos. También la preocupante contaminación de las escasas reservas de agua potable, las guerras, hambrunas y migraciones desesperadas son consecuencia directa. La propia crisis financiera es la pura manifestación del cambio global que se está produciendo reconocido en la COP21 de París: es el fin de la era de los combustibles fósiles. Si seguimos así, quemando sin reparo para extraer lo inaccesible, el coste será cada vez más inasumible, o hacemos una transición a un modelo limpio por las buenas, o la hacemos por las malas, pero que no nos quede ninguna duda de que lo vamos a hacer.

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