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La alcaldesa de Robres, erguida y con una bufanda al cuello, posa junto a un grupo de vecinas.
Quien gana las elecciones en este pueblo siempre las gana en España

Quien gana las elecciones en este pueblo siempre las gana en España

Los 484 votantes de Robres, en Huesca, reproducen a escala los resultados nacionales con sorprendente exactitud

borja olaizola

Miércoles, 16 de diciembre 2015, 00:21

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Si clavamos también los resultados del 20 D, el Gobierno debería ir pensando en sustituir las elecciones generales en todo España por una consulta en nuestro pueblo, le saldría mucho más barato». La socarronería que gasta Olga Brosed, alcaldesa de Robres (Huesca), está plenamente justificada: de las 81 poblaciones españolas que suelen reproducir los resultados de las elecciones generales, la suya es la que con mayor precisión lo hace (la desviación no llega al 3,5%). El dato está entresacado de las páginas de Aragón es nuestro Ohio, un libro escrito por un grupo de profesores y politólogos que repasa algunos mecanismos no muy conocidos que suelen activarse en épocas de elecciones.

Un pueblo faro

  • Censo. Con un censo electoral de 484 votantes, Robres es el más preciso de los 81 pueblos faro que hay en España. Reciben ese nombre aquellas localidades que reproducen los resultados nacionales en unas generales.

El título de la publicación hace referencia a que los resultados electorales de la comunidad aragonesa tienen mucho en común con los de estados como Ohio, que son los que suelen inclinar la balanza en Estados Unidos. «Como hay estados que son siempre republicanos o demócratas, la llave la tienen los llamados estados swing, donde se producen alternancias», escribe José Fernández Albertos, doctor en Ciencias Políticas por Harvard y coautor del libro. «Ohio añade es uno de esos estados swing y por eso quien gana allí, gana la Casa Blanca». En Aragón pasa algo parecido: «El primer partido en Zaragoza, Huesca y Teruel siempre ha sido el ganador en el conjunto de España. Aragón continúa el politólogo es una especie de España en pequeñito: combina un gran núcleo urbano con grandes zonas rurales, su sistema de partidos está ideológicamente centrado y hasta imita el peso que las fuerzas políticas periféricas tienen a escala nacional».

Si la comunidad aragonesa reproduce a grandes rasgos el comportamiento electoral de España, pueblos como Robres lo calcan. Desde las ya muy lejanas elecciones generales de 1977, el partido ganador en las urnas de la pequeña localidad oscense ha sido también el triunfador en todo el territorio nacional. En 2011, cuando Rajoy ganó por mayoría, el PP y su socio aragonés, el PAR, se impusieron en Robres con el 52,8% de los votos. Cuatro años antes lo había hecho Zapatero con el 43,6% de las papeletas, prácticamente el mismo porcentaje que obtuvo el PSOE en el pueblo (43%). La serie sigue con la misma tendencia hasta enlazar con aquellas primeras elecciones generales de 1977 en las que triunfó la UCD. Incluso Herri Batasuna consiguió once votos en Robres cuando en 1982 sentó a dos representantes en el Congreso.

A servir a Barcelona

Pero Robres no solo anticipa el comportamiento de España en las urnas: también reproduce muchas de las características de su población rural. Ubicada en medio de los Monegros, ese vacío metafísico que a veces hace dar un respingo a los que viajan entre Madrid y Barcelona por su desolación, se enfrenta a los grandes fantasmas del campo español: la despoblación y el envejecimiento. La alcaldesa, que desde que nació hace 58 años ha residido de forma prácticamente ininterrumpida en su pueblo, lo cuenta así: «Primero fue la salida de muchas chicas jóvenes a servir a Barcelona porque aquí no había trabajo, fue un éxodo que no se frenó hasta que llegó el agua del Canal de Monegros. Ahora hemos logrado cierta estabilidad demográfica pero la natalidad es muy baja y un tercio de los vecinos tienen más de 65 años».

De los 1.064 vecinos que se contabilizaban en el censo de 1900 se ha pasado a 580. El declive no ha sido mayor gracias al regadío, que ha fijado población y ha permitido esquivar los coletazos más violentos del invierno demográfico que se extiende por los territorios del sur del Valle del Ebro. «Tenemos hasta varias familias inmigrantes, sobre todo rumanas y marroquíes, que vinieron antes de la crisis y que llevan ya varios años asentadas en el pueblo», cuenta la alcaldesa. Esa nueva savia es la principal responsable de que Robres siga teniendo una escuela que atiende a una cuarentena de niños, algo que empieza a ser poco habitual en el campo español.

Mantener los servicios básicos es la principal apuesta de la corporación, formada ahora por cuatro concejales del PSOE y tres del PP. Robres cuenta para ello con la ventaja de los ingresos que le proporciona el parque de molinos eólicos instalado en su término municipal. Los casi 100.000 euros que obtiene anualmente el consistorio por ese concepto le permiten sufragar gastos corrientes y darse algún lujo como una piscina climatizada con hidromasaje, una instalación inaugurada hace poco que es única en los Monegros. En Robres hay también una compañía de teatro, un certamen de artes escénicasel Festival de la Oralidad y hasta un periódico que sale cada dos meses, una actividad cultural inusual para un pueblo de su tamaño. «En eso nos parecemos poco a los demás», presume con legítimo orgullo la alcaldesa.

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