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Cayetana, XVIII duquesa de Alba, posa en uno de los salones del sevillano Palacio de Dueñas que ahora su heredero prepara para abrir al público.

No hay paz sin Cayetana

Han bastado doce meses para que sus seis hijos se hayan distanciado y su viudo ande a la greña con el nuevo duque. Sus amigos la echan mucho de menos. «Era tan vital, tan especial....», recuerdan Victorio y Lucchino

IRMA CUESTA CIFUENTES

Viernes, 20 de noviembre 2015, 01:18

Dicen en Sevilla que Cayetana Fitz-James Stuart y Silva ha conseguido en estos doce meses lo que nadie antes había logrado: que hasta la ... Giralda la eche de menos. Un año después de su muerte, la lista de quienes añoran a la XVIII duquesa de Alba de Tormes sigue siendo interminable. Sus hijos porque, además de perder a su madre, asimilan como pueden que la Casa esté ahora en manos de Carlos, el primogénito, y que sea a él al que corresponda -única y exclusivamente- tomar decisiones sobre un patrimonio incalculable; sus nueras y exnueras porque con su marcha perdieron a una amiga divertida que las acogió sin reservas, y su viudo y sus amigos porque quienes los conocen aseguran que la pena los persigue desde entonces. Eso, sin contar a sus muchos protegidos: cofradías, asociaciones contra el cáncer o la esclerosis múltiple, Cruz Roja... que andan temiéndose que el heredero de un linaje del que ha formado parte el rey Jacobo II de Inglaterra, tenga otras prioridades.

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