La vida tras los famosos
Se coló en casa de Isabel Preysler, pilló a la Infanta Elena en su luna de miel y Francis Franco la emprendió a raquetazos con él. Antonio Montero repasa en un libro sus aventuras como paparazzi
ESTER REQUENA
Sábado, 14 de noviembre 2015, 02:44
Antonio Montero se dejó crecer el pelo y la barba hasta parecer otro. Así se pasó 17 días en Australia escondiéndose de los guardaespaldas y ... sonsacando información a empleados del hotel hasta que logró su objetivo: pillar a la Infanta Elena y Jaime de Marichalar en su luna de miel en Sídney. Llegó a cruzarse con la pareja en el hall del Intercontinental, uno de los más lujosos, pero no le reconocieron... y eso que solo unos meses antes fue el que sacó a la luz su noviazgo. Le pagaron muy bien la exclusiva, la mejor en sus 30 años de profesión que ahora repasa a golpe de anécdotas en el libro Paparazzi Confidencial. Historias de una profesión maldita (Ediciones Akal).
Algunas de sus exclusivas
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Luna de miel. Uno de los reportajes mejor pagados de Antonio Montero fue la luna de miel de doña Elena y Jaime de Marichalar que lo llevó 17 días a Australia en 1995.
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En biquini. A Isabel Preysler la pilló en biquini a bordo de un yate. No ha sido la única vez, ya que logró colarse en la casa de ella y Boyer durante una de sus fiestas.
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Entre raquetas. En un seguimiento a Francis Franco, el empresario se percató de su presencia, lo pilló y se lió a raquetazos hasta que logró destrozarle el teleobjetivo.
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Con su amante. Montero cazó a Bertín Osborne con Mónica Suárez cuando aún estaba casado. Al final no se publicaron las fotos y el cantante las cambió por un posado.
Su firma, o más bien su dedo en el disparador, se encuentra tras imágenes como las de Isabel Preysler en biquini, las primeras instantáneas del Príncipe Felipe e Isabel Sartorius juntos o las fotos del Rey Juan Carlos tomando el sol desnudo que nunca vieron la luz en España. Detrás de cada una de ellas hay unas historias de película. «Me han llegado a poner pistolas en la cabeza los escoltas de don Felipe y también en Miami un policía me la clavó en la sien mientras seguía a Isabel Pantoja», recuerda entre sus múltiples vivencias al límite.
Esas exclusivas se pagaban antes con muchísimos ceros. «Lo máximo que me he embolsado por alguno de mis reportajes ha sido unos 150.000 euros, muy lejos de los 200 millones de pesetas que se pagaron en su momento por el top less de Lady Di en la Costa del Sol; los dos fotógrafos que lo realizaron se llevaron cada uno 25 millones». Esas cantidades resultan hoy impensables.
Montero ha llegado a colarse en los salones de la mansión de Isabel Preysler y Miguel Boyer, en Puerta de Hierro, como si fuera un fotógrafo colaborador de la Asociación para la Infancia a la que ayudaba la reina de corazones. Todos posaron para él. Cuando unos días más tarde la exmujer de Julio Iglesias se enteró de la verdad montó en cólera... y se la guardó.
La venganza le llegó a Montero poco después en forma de una «buena tunda» por parte de los guardaespaldas de Preysler. Le pillaron camuflado en la Primera Comunión de Tamara Falcó, se lo tomaron ya como algo personal y terminó magullado en el suelo. Aun así, Montero ha pisado poco comisaría, «pero sí que he recibido más de un bofetón». ¡Y hasta raquetazos! Se acercó tanto a la casa de Francis Franco, que éste escuchó ruidos, salió corriendo y se lo encontró en el camino. «Se lio a raquetazos conmigo hasta que destrozó el teleobjetivo que llevaba», recuerda años después. Sí se salvó de la ira de Bertín Osborne, al que pilló con Mónica Suárez cuando aún estaba casado con Sandra Domecq. «Me descubrió y me cambió darme una paliza por ir con él a hacer unas fotos de posado a otra parte; por supuesto acepté el cambio», revela entre risas.
Igual de surrealista fue la pillada que le hizo a Philippe Junot con dos prostitutas. El playboy y exmarido de Carolina de Mónaco negoció con ellas hasta que decidió irse con una que luego resultó llamarse Manolo. «La información del paparazzi es la más pura porque el famoso se muestra tal como es y en ella se observa cómo se comparte realmente», enfatiza Montero, colaborador habitual en programas de crónica social y exmarido de la también periodista Marisa Martín Blázquez, con la que estuvo 25 años casado.
Oficio en extinción
«La profesión de paparazzi como yo la entiendo y la he vivido está desapareciendo. Es un dinosaurio que se está extinguiendo, por eso con mi experiencia quería mostrar que lo que ha sido dista mucho de la idea que tiene la gente». Con la televisión y las redes sociales se ha convertido en tarea casi imposible mantener una exclusiva para abrir la portada de una revista. Todo el mundo tiene un móvil con el que fotografiar a un famoso en cualquier parte y subirlo a internet. Además, se tira de profesionales en otros países para realizar estos seguimientos propios de detectives para ahorrar costes.
¿Le han guardado muchas fotos en el cajón?
Pues unas pocas, aunque no soy de los que más tienen. Entre ellas hay una del entonces Príncipe Felipe de cacería con unos amigos que me costó años conseguir, así como otra bastante comprometida del Rey Juan Carlos en Menorca hace años. De algunos reportajes ni a día de hoy se puede hablar de ellos...
Y aunque nunca se lo llegaron a comprar, ha querido recuperar en su libro una entrevista con un novio que Letizia tuvo antes de conocer al Príncipe Felipe y que «no la deja muy bien parada. Es un capítulo que promete ser incómodo, pero que es la realidad. Me ha costado poner esas páginas en el libro». Pero ya no hay vuelta atrás.
En Paparazzi Confidencial, Montero se vuelve arriesgar como lo lleva haciendo estos 30 años persiguiendo famosos por todo el mundo. Una vida que le ha enseñado a rebasar límites pero, sobre todo, «a esconderme bien».
¿Cómo es la vida de un paparazzi?
Una vida maravillosa... pero de locos.
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