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Bob Odenkirk protagoniza Better Call Saul, spin off de Breaking Bad.
¿Y usted, de qué serie es?

¿Y usted, de qué serie es?

Esta semana ha empezado por todo lo alto la temporada televisiva en Estados Unidos | La enorme variedad de oferta, y el hecho de que cada año abarquemos mayor número de ficciones, implica que ahora tengamos más complicado elegir una para seguir. ¿Por qué no proponemos algunas ideas?

Carlos Balboa

Domingo, 27 de septiembre 2015, 00:28

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Septiembre es el mes melancólico por excelencia. Por experiencia propia, y otras ajenas, les aseguro que no somos pocos los que pensamos así. Se acaban los días de descanso (para la gran mayoría) y la obligada vuelta a la rutina nos recuerda que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. De las pocas cosas buenas que le reconozco a esta época del año son sus atardeceres ligeros y apacibles, que parecen invitarte a aprovechar las escasas noches de terrazas que nos quedan. No queremos que se nos vayan y por eso vamos calculando, calendario en mano, los momentos al aire para poder disfrutar cerveza o coca cola en mano hasta que el frío diga Aquí estoy yo (¡y cómo lo suele decir!, ya saben).

Hasta que llegue ese día en el que asumamos que el verano (también el del membrillo) se ha marchado hasta más ver, suspiramos por encontrar otros sustitutivos de ocio y diversión nocturna. Desde hace un par de años yo ya los tengo, sobre todo más allá del fin de semana, en esos días de previsión en los que la prudencia llama al ahorro. Los disfruto en casa y ante una pantalla. Han empezado a lloverme desde el pasado lunes. En efecto: me descubro ante ustedes como un serieadicto. Quitémosle dramatismo. ¿Quién no conoce a alguno hoy en día? Quizás incluso ustedes se identifiquen conmigo Tanto si es así como si todavía no les ha picado la tenia de las series (les aseguro que no es un gusanillo) creo conveniente hacer inventario de la que se nos viene encima desde Estados Unidos.

Ya lo habrán oído. Estamos en la edad de oro de las series. Atrás quedaron los años en los que algunas sit coms emergían con cuentagotas. Recuerden: Cheers, de la que nació la sublime Frasier, el un poco bastante cansino Seinfield y la inigualable Friends. Chandler, Monica, Ross, Joey, Rachel y Phoebe fueron las primeras estrellas de rock de la televisión. La pasión que despertó el bendito invento de Marta Kauffman supuso la ruptura total del panorama convencional de la ficción norteamericana. Nació entonces el fenómeno fan para las series, el mismo que hoy nos parece tan normal. Todo el mundo hablaba de Friends y casi todos los que apostaron por ella sucumbieron a su irresistible encanto. Si hubo otra creación que ejemplarizó el impacto de Friends en el drama esa fue Los Soprano. La HBO puso de moda con James Gandolfini en el papel de Tony Soprano una ficción de culto. Junto con Sexo en Nueva York y Seis metros bajo tierra, la cadena por cable dio un giro radical a su programación hasta convertirse en lo que es en la actualidad: la factoría de series más conocida del mundo.

Si algo tiene la HBO es que de diversidad entiende un rato y que sus apuestas se traducen en éxitos casi seguros. El caso más llamativo es Juego de Tronos, sin duda la producción televisiva más popular del momento. El fantasioso mundo de George R.R Martin ha calado y de qué manera. Los Emmy por fin la han reconocido como se merece y sus seguidores aumentan exponencialmente con cada temporada que pasa. Eso sí, para la llegada de la sexta deberemos esperar unos meses todavía. La cadena también alberga Boardwalk Empire, con el genial Steve Buscemi a la cabeza. Nos deleitó en su momento con la mini serie John Adams, que arrasó con todos los premios habidos y por haber. Y cómo olvidar The Wire o The Newsroom, otros dos de sus productos estrellas ya rematados, que bien merecieron algunos elogios por entonces. En estos momentos despacha la segunda temporada de True Detective, que dejó el listón bastante alto en su primera entrega con las perfectas actuaciones de Matthew McConaughey y Woody Harrelson.

No se alarmen. Más allá de la HBO también hay mundo. Seguramente los ya iniciados tendrán el calendario de estrenos casi memorizado, cuanto menos a mano. Para los que quieran adentrarse en este universo ficticio, aquí les dejo algunas propuestas, abiertas, claro está, a las que puedan aportar ustedes. Si quieren echarse una risas acudan The Big Bang Theory (Sheldon, siempre Sheldon), Shameless, Modern Family, Veep, Padre de Familia, Silicon Valley, Episodes y, en menor medida, Transparent (de mayor calado emocional). Si lo suyo son los cómics, tienen donde elegir: Gotham, Arrow, The Flash, la sorprendentemente excelsa Daredevil, Jessica Jones y Supergirl. Kevin Spacey les desgranará las intrigas políticas más desesperadas en House of Cards. Scandal y The Good Wife no se alejan mucho de esa temática. Bob Odenkirk les hará recordar aquella maravillosa obra maestra que fue Breaking Bad con Better Call Saul, un spin off de calidad a prueba de críticos. Homeland, Anatomía de Grey, Orange is the new black y Donwton Abbey constituyen cuatro dramas de diferente género como parte de una amplia oferta de la que nunca deben caerse The Walking Dead y Fargo, que ya vislumbra su segunda temporada con un nuevo reparto que tendrá casi imposible igualar la brillantez de Martin Freeman y, sobre todo, Billy Bob Thornton. Los más clásicos, aquellos detectivescos que siguen echando en falta más C.S.I (por si no hubo bastantes), siempre podrán resarcirse con Castle, Elementary, Sherlock, The Blacklist o Bones, por citar algunos ejemplos.

¿No dirán que hay poco donde elegir para tratar de olvidar (si podemos) el placer de la terraza en verano? Winter is coming, como pregona la familia Stark en Juego de Tronos, así que para el frío qué mejor propuesta que sofá, manta y una buena serie. Me dejo unas cuantas guardadas en el cajón, algunas por olvido, otras por ignorancia. En este punto, no se me ocurre idea mejor que compartirlas entre nosotros. Siempre hay tiempo para un buen descubrimiento que nos haga reforzar esa pasión que muchos (y vamos creciendo) sentimos por las series y ese pavor, también cada vez más extendido, que recorre nuestro cuerpo cada vez que leemos o escuchamos la palabra spoiler.

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